Internacional

Jorge Gómez Barata

En todas las culturas existen días para celebrar prácticamente todo. El 10 de diciembre es el día de todos, porque es el de los Derechos Humanos.

En esa fecha se hace un alto para reivindicar a los oprimidos y vulnerables, a los pobres y a los enfermos, a los detenidos y condenados, a los emigrados y exiliados, a los religiosos reprimidos, a los pueblos originarios discriminados y humillados, a los que combaten en guerras absurdas, y a los injustamente castigados. La Declaración o es un lamento ni un homenaje, sino un reclamo.

El 10 de diciembre de 1948 en Paris, Eleonora Roosevelt, una extraordinaria mujer viuda del presidente Franklin D. Roosevelt y ex primera dama de los Estados Unidos, presentó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Entonces recién había concluido la II Guerra Mundial. En diez años, la primera y segunda guerras mundiales ocasionaron alrededor de ¡cien millones de muertos! Ante semejante barbarie algunas potencias occidentales emprendieron acciones para asegurar la paz.

Durante la primera guerra mundial, el presidente Woodrow Wilson promovió la creación de la Sociedad de Naciones, que no pudo impedir la segunda, al calor de la cual, otro mandatario, Franklin D.

Roosevelt, elaboró la Carta del Atlántico, que con la adhesión de Gran Bretaña y la Unión Soviética, sirvió de base a la coalición antifascista. La victoria de los aliados en 1945 dio lugar a la ONU, cuya carta es el instrumento jurídico de mayor trascendencia en la historiá de la humanidad.

Aunque la Carta de la ONU comprometía a los estados firmantes, a determinados comportamientos, faltaba un instrumento jurídico que protegiera a los individuos y la sociedad civil frente a los estados cuyos comportamientos autoritarios y despóticos, a lo largo de la historia, ocasionaron enormes sufrimientos, de lo cual el fascismo fue la más cruel evidencia. Ese vacío ha sido llenado por la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Cuando en 1948 se adoptó la declaración, la ONU estaba formada por 58 estados, 48 de los cuales votaron a favor, ocho se abstuvieron, entre ellos la Unión Soviética y los países de Europa Oriental miembros de la organización, además de Arabia Saudita y Sudáfrica, dos no se presentaron a la votación, y ninguno estuvo en contra.

La Declaración resumió los derechos humanos de carácter civil, político, social, económico y cultural, que luego fueron plasmados en nueve tratados y varias convenciones. De ese modo se establecieron las obligaciones de los responsables de su aplicación, principalmente los estados.

Como cualquier pensamiento avanzado, las concepciones sobre los derechos humanos están condicionadas por el momento histórico en el que se elaborarán. Los derechos humanos no son una excepción.

Ello explica que desde 1948 a la fecha hayan surgido nuevos criterios y nuevos derechos, llamados emergentes de segunda y tercera generación, que no están explícitamente recogidos en la declaración que, probablemente debería ser actualizada. No obstante, observar su contenido serviría para hacer del mundo un lugar muchas veces mejor.