El cabecilla del cártel de Sinaloa fue declarado culpable de dirigir una empresa
criminal de larga vigencia, y otros cargos relacionados a las drogas
WASHINGTON, EE.UU., 12 de febrero.- Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, conocido por diversos alias, incluyendo “El Chapo” y “El Rápido,” fue declarado culpable hoy por un jurado federal en Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos, de ser el principal operador de una empresa criminal de larga vigencia –el grupo de crimen organizado mexicano conocido como el cártel de Sinaloa–, acusación que incluye 26 violaciones relacionadas con las drogas, y una conspiración para cometer asesinato.
Guzmán Loera fue declarado culpable de los 10 cargos incluidos en la acusación, entre los cuales están tráfico de narcóticos, utilización de arma de fuego para perpetrar crímenes relacionados con las drogas, y participación en conspiración para lavar dinero.
El veredicto se dio tras un juicio de 12 semanas presidido por el juez de distrito Brian M. Cogan. Guzmán Loera enfrenta una sentencia obligatoria de cadena perpetua, la cual se pronunciará el 25 de junio.
El Procurador General en funciones Matthew G. Whitaker, la Secretaria de Seguridad Nacional Kirstjen Nielsen, el Subprocurador General Brian A. Benczkowski de la División Criminal del Departamento de Justicia, el Procurador Richard P. Donoghue Distrito Este de Nueva York, la Procuradora Ariana Fajardo Orshan del Distrito Sur de Florida, el titular en funciones de la Agencia Antidrogas (DEA) Uttam Dhillon, el Director del FBI Christopher Wray, el Subdirector Ejecutivo de Investigaciones de Seguridad Nacional de la Agencia de Migración y Aduanas (HSI) Derek Benner, y el titular en funciones de los Alguaciles Federales Bryan T. Mullee del Distrito Este de Nueva York, anunciaron el veredicto.
Evidencia en el juicio
Como se comprobó en el juicio, Guzmán Loera era el principal cabecilla del cártel de Sinaloa, una organización narcotraficante que operaba desde México, responsable de la importación y distribución de vastas cantidades de cocaína, marihuana, metanfetamina y heroína a los Estados Unidos.
La evidencia presentada durante el juicio, que incluyó el testimonio de 14 testigos; decomisos de narcóticos que superan los 130,000 kilogramos de cocaína y heroína; decomisos de armas que incluyen AK-47 y lanza granadas; archivos de contabilidad; mensajes de texto; videos; fotografías y grabaciones interceptadas, todos los cuales detallan la actividad narcotraficante de Guzmán Loera y sus cómplices, a lo largo de un período de 25 años, desde enero de 1989 hasta diciembre de 2014.
En repetidas ocasiones Guzmán Loera fue señalado por los testigos como uno de los cabecillas del cártel de Sinaloa.
Guzmán Loera supervisó el contrabando de narcóticos para distribución al mayoreo en Arizona, Atlanta, Chicago, Los Ángeles, Miami, Nueva York y otros puntos.
Los miles de millones de dólares generados ilícitamente a partir de la venta de drogas en los Estados Unidos eran transportados de manera clandestina hacia México.
Guzmán Loera también utilizó a sicarios para llevar a cabo cientos de actos de violencia en México para mantener el control del cártel de Sinaloa en ciertos territorios, y eliminar a los que representaban una amenaza.
Narcotráfico
A lo largo de las décadas de conspirar para traficar drogas, el cártel de Sinaloa transportó decenas de miles de kilogramos de narcóticos desde Centro y Sudamérica para distribuirlas en los Estados Unidos.
Guzmán Loera utilizó diversos métodos para transportar las drogas a los Estados Unidos, incluyendo submarinos, aviones de fibra de carbono, trenes con compartimientos secretos y túneles transnacionales.
Múltiples testigos testificaron acerca de las incautaciones contra el cártel de Sinaloa de cantidades masivas de cocaína, heroína y marihuana llevadas a cabo por oficiales de la ley.
Una de las mayores incautaciones de drogas dirigidas a los Estados Unidos involucró más de 7 toneladas de cocaína escondida en latas de chiles jalapeños.
El jurado también escuchó grabaciones incriminantes de la voz de Guzmán Loera en que hablaba de su narcotráfico y actos de corrupción y violencia.
Las llamadas incluyeron a Guzmán Loera hablando eufemísticamente sobre enviar metanfetaminas a Los Ángeles, Minneapolis, Ohio y Tucson.
Red de Comunicaciones
Guzmán Loera también utilizó una sofisticada red de comunicaciones encriptadas para operar su red global de narcotráfico.
Como testificó un ingeniero en tecnología de información, Guzmán Loera le pagó un millón de dólares para comprar y establecer una red que le permitiera al acusado comunicarse vía Internet con sus socios del narcotráfico en Colombia, Ecuador, Canadá y los Estados Unidos sin temor a ser interceptado por las fuerzas de la ley o sus rivales.
El testigo desarrolló un sistema secreto e inviolable que consistía en teléfonos celulares y aplicaciones encriptadas.
Violencia del cártel
El éxito del cártel de Sinaloa se basó en el uso de la violencia para mantener su poder en toda la región y más allá.
Numerosos cómplices declararon que Guzmán Loera ordenó a sus sicarios que secuestraran, interrogaran, torturaran y dispararan a miembros de organizaciones rivales de drogas, a veces llevando a cabo actos de violencia por sí mismos.
Un ex sicario declaró que Guzmán Loera golpeó a dos hombres con una rama de árbol hasta que sus cuerpos “quedaron completamente como muñecos de trapo”, antes de disparar a los hombres y ordenar que sus cuerpos fueran arrojados a una hoguera.
El ex sicario también declaró que Guzmán Loera interrogó a un miembro del cartel rival, le disparó y ordenó que lo enterraran vivo. En una llamada interceptada, el jurado escuchó a Guzmán Loera ordenar a uno de sus sicarios que secuestrara a miembros del cartel rival, pero que no los matara sin antes consultar con él.
Armas
El cártel de Sinaloa tenía acceso ilimitado a las armas. Un testigo de la ley mostró al jurado más de 40 armas AK-47 que fueron incautadas en El Paso, Texas, antes de que pudieran ser entregadas a Guzmán Loera en México. Además, los testigos identificaron fotografías de varias armas, incluidas granadas y un lanzagranadas utilizado por el cártel de Sinaloa. El arsenal personal de Guzmán Loera incluía un arma AK-47 chapada en oro y tres pistolas calibre .38 con incrustaciones de diamantes, una adornada con sus iniciales, “JGL”.
Corrupción
Las pruebas presentadas en el juicio demostraron que, para promover los intereses del Cartel de Sinaloa, Guzmán Loera y su organización aprovecharon una vasta red de funcionarios gubernamentales corruptos.
Estos funcionarios iban desde oficiales locales, guardias de prisiones, funcionarios estatales, miembros de alto rango de las fuerzas armadas, así como políticos.
Estos funcionarios corruptos ayudaron a Guzmán Loera y su organización a cambio de millones de dólares en sobornos. Por ejemplo, según los testimonios de varios testigos, en muchos casos, a Guzmán Loera y a sus colaboradores se les advirtió de operativos en curso, lo que permitió a Guzmán Loera evitar su captura en múltiples ocasiones.
En otros casos, Guzmán Loera, por medio de sus empleados, pago a funcionarios para que se hiciera de la vista gorda en relación a actividades de tráfico para facilitar el envío de drogas, armas y dinero en efectivo.
Lavado de Dinero
El lucrativo negocio de narcotráfico de Guzmán Loera generó miles de millones de dólares en ganancias ilícitas.
Guzmán Loera utilizó varios métodos para lavar dinero, incluido el contrabando de efectivo de Estados Unidos a México.
Una de las incautaciones más grandes fue de 1.26 millones de dólares en compartimentos ocultos en un camión conducido por el hermano de Guzmán Loera en Douglas, Arizona, en 1989.
Además del contrabando de efectivo, Guzmán Loera supervisó numerosas compañías fantasmas, entre ellas una empresa de jugos y otra de harina de pescado, para lavar las ganancias del cártel.