Moscú, 19 de marzo (AP).— Nursultan Nazarbayev , el único Presidente que ha tenido Kazajistán desde su independencia, anunció su renuncia hoy luego de tres décadas en el poder, lo que generó incertidumbre sobre el rumbo futuro del país.
El mandatario de 78 años de edad dijo en un discurso a la nación rica en petróleo que tomó la “ardua” decisión de poner fin a su autoridad presidencial a partir del miércoles.
No dio una razón concreta, pero recordó que en los próximos meses cumpliría 30 años en el cargo. Añadió que su misión es garantizar la transferencia del poder a una nueva generación de políticos.
“Fue un honor para mí servir al pueblo”, aseguró. “Me he esforzado por cumplir con la voluntad de la nación”.
Nazarbayev añadió que conservaría el cargo de presidente del Consejo de Seguridad y la titularidad del partido gobernante. “Les serviré hasta el fin de mis días”, aseguró.
Dijo que el presidente de la cámara alta, Kassym-Jomart Tokayev, será jefe de estado interino hasta que se realice una nueva elección, como dispone la constitución.
Kazajistán , con apenas 18 millones de habitantes, es el noveno país más grande del mundo con un área de 2,7 millones de kilómetros cuadrados, limítrofe con Rusia hacia el norte y China hacia el este. Sus enormes reservas petroleras son de importancia estratégica y económica.
Nazarbayev llegó al poder en 1989 como jefe del Partido Comunista kazajo cuando el país formaba parte de la Unión Soviética y fue elegido Presidente semanas antes del derrumbe soviético de 1991.
Ha logrado victorias por amplio margen en sucesivas elecciones y plebiscitos. Obtuvo casi el 98 por ciento de los votos en 2015, cuando fue elegido para un nuevo quinquenio.
Nazarbayev ha ganado elogios por mantener la estabilidad y la paz étnica en el país, a la vez que críticas por marginar a la oposición.
Ha mantenido un equilibrio entre Rusia y Occidente, al ingresar a una alianza económica de ex naciones soviéticas dominada por el Kremlin al tiempo que mantuvo estrechos vínculos energéticos y de otro tipo con Occidente.
Su renuncia prepara el escenario para una posible batalla entre Washington y Moscú para ejercer influencia sobre el Gobierno sucesor.