Robert Mueller, fiscal especial designado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos para investigar la presunta colusión(*) con Rusia en las elecciones presidenciales de 2016, presunto inquisidor que podía llevar a Donald Trump a la hoguera, acaba de hacer lo contrario y lo ha beatificado, otorgándole la reelección.
No hay tiempo ni estrategia publicitaria capaz de disminuir el capital político allegado por el mandatario que, desde el primer momento, negó la acusación y la calificó de “Cacería de brujas”. Explotando el éxito, el presidente ridiculizó al Fiscal Especial: “Durante dos años hemos pasado por esta tontería, porque no hay colusión con Rusia. Y no hay obstrucción”.
De paso el informe, entregado el pasado viernes 25, certifica la credibilidad de Vladimir Putin quien hace dos años, coincidiendo con Trump, afirmó que tal cosa no había ocurrido. El resultado confirma la objetividad de Mueller, aunque pone en duda su competencia como investigador.
Asistido por 19 abogados, 40 agentes del FBI, varios analistas de inteligencia y auditores que interrogaron a casi 500 testigos, realizaron 2.800 citaciones y 500 registros, el antiguo director del FBI invirtió dos años tratando averiguar algo que no había ocurrido. Algunos creen que le ha tomado el pelo al país al generar expectativas que no se cumplieron.
Por extraño que parezca, el mismo fiscal que exoneró a Donald Trump, a toda su familia y a cualquier otro miembro de su equipo de campaña de haber conspirado con Rusia para manipular las elecciones y generó más de 200 procesos y casi cuarenta inculpaciones colaterales empujó a la cárcel por diferentes autos colaterales a Paul Manafort, el ex director de campaña de Trump, así como a Richard Gates y George Papadopoulos.
El informe que tiene carácter secreto, podrá o no ser dado a conocer a la nación o al Congreso, cosa que decidirá el fiscal general Bill Barr, quien hará lo que disponga el presidente. En torno al asunto pudiera ocurrir una confrontación con el Partido Demócrata, anunciada por la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi y por el senador Chuck Schumer, líder de la minoría Demócrata en la Cámara alta. El diferendo que pudiera llegar hasta la Corte Suprema recuerda el “el derecho al pataleo” y carecerá de la trascendencia que hubiera alcanzado de haberse implicado al presidente.
Aunque Robert Mueller no ha exonerado al Presidente por posible obstrucción de la justicia, el “Rusiagate es historia como lo es la tercera investigación más exhaustiva realizada a un presidente estadounidense, solo con las seguidas contra Richard Nixon por los sucesos de Watergate y Bill Clinton por el affaire con Mónica Lewinsky. De hecho, La sombra del impeachment se ha evaporado.
Incluso algunos que no admiran ni apoyan a Trump, acogen aliviados el resultado porque es preferible al desastre que hubiera significado un proceso contra el presidente. En la era global, la desestabilización de Estados Unidos y el descredito de sus instituciones, no es bueno para ese país ni para el mundo.
Criticas aparte, una vez más el sistema ha funcionado, además ya Trump no necesita de un éxito de política exterior para reelegirse y quizás considere que disminuir tensiones sea lo mejor. Su margen de maniobra se ha ampliado. El tiempo dirá como administrará la victoria. Allá nos vemos.
(*)Colusión: Pacto ilícito entre dos o más sujetos (personas o instituciones) para dañar a un tercero.