Internacional

¿Podría Cuba vivir un nuevo Periodo Especial?

En el IV Seminario Internacional sobre Periodismo, auspiciado por los diarios Por Esto! en el contexto del aniversario 28 del periódico, la pregunta de un asistente a uno de los paneles organizados por la ocasión, removió, de pronto, a quienes desde la mesa exponíamos, con diversas miradas, cómo entendemos el desenvolvimiento del Periodismo en la Revolución.

La interrogante, directa y precisa, fue: ¿Qué es Cuba y a dónde va? y aunque al parecer no tenía relación con el tema abordado, significaba, cuando menos, una inquietud que otros muchos nos hicieron durante nuestra estancia en Mérida, preocupados por la real situación en la mayor de las Antillas.

En medio de la permanente campaña de desinformación sobre el país, se ha venido alimentando la idea de que estamos abocados a vivir un periodo de restricciones económicas fuertes, como lo ocurrido durante la década del 90 del pasado siglo, cuando el pueblo vivió uno de sus momentos más crudos, en lo que hoy se conoce como Periodo Especial.

A quien lanzó la interrogante, uno de los panelistas le respondió con sus argumentos, mientras que a otros les expliqué la realidad de lo que se vive cada día, desde las tensiones de la vida cotidiana, hasta las perspectivas de desarrollo a corto, mediano y largo plazos, sin ocultar las dificultades ni los pasos que se van dando en aras de solventar las carencias que todavía padece el ciudadano común, sobre todo en aspectos aun no resueltos como la alimentación, el transporte, la vivienda y otros servicios.

Desde mi perspectiva, el país no volverá a vivir un Periodo Especial como el transcurrido en los años de la década del 90 del siglo XX, porque las condiciones objetivas y subjetivas de aquella etapa distan, y bastante, de lo que acontece en el escenario económico actual.

Si en ese momento el comercio dependía en un alto por ciento de las relaciones con la Unión Soviética y algunos otros países del llamado Campo Socialista, hoy el escenario es totalmente diferente, sobre todo porque se ha diversificado, ya que las relaciones económicas del archipiélago antillano no dependen solamente de una fuente, sino que se han ido abriendo a una dinámica diferente.

La desaparición del mercado soviético representó una disminución de la capacidad de importación del país ascendente a casi 7 mil millones de dólares en 1993 respecto a 1989, aporte que era aproximadamente el 40% del PIB. Para algunos analistas el desplome de este indicador durante aquella crisis económica se estimó en 38%.

La referencia a una nueva etapa de crisis y carencias parte del intento de equiparar las relaciones entre Cuba y Venezuela, con las sostenidas con la URSS en aquellos tiempos, a lo que se suma los intereses de Estados Unidos de recrudecer su política de bloqueo y de amenazas contra las patrias de Martí y Bolívar y acabar con procesos progresistas y no alineados a sus intereses de dominación.

Sin embargo, la economía cubana, en medio de un modesto crecimiento del 1,2% en su PIB en el 2018 ha tenido cambios importantes en su modelo, y ha batallado en su inserción internacional, mucha más diferenciada y menos vulnerable a choques externos de este tipo.

Si bien la situación es aún muy compleja, y han existido picos de desabastecimiento de productos básicos, como por ejemplo, la escasez de harina para la producción de pan a finales del 2018 y la desaparición del mercado del aceite para cocinar, ambos de alta demanda, ello no puede ser una inferencia de que volverán aquellos difíciles momentos, donde con el Comandante en Jefe Fidel Castro a la cabeza, el pueblo soportó las más duras pruebas, pero no claudicó en su empeño de construir una sociedad más justa para todos.

Hay algunas señales que son referencia en medio de las complejidades y restricciones financieras. El país da pasos hacia la estrategia de crear una nación próspera y sostenible, inclusiva y para todos, como bien recogió la Constitución de la República aprobada por la mayoría de los ciudadanos el 24 de febrero último y está señalado en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados y actualizados en los dos últimos congresos de la organización política.

En su estrategia para la promoción de la inversión extranjera, la creación de la Zona Especial de Desarrollo Mariel, es la punta de lanza para la atracción de capital foráneo y aunque no se registran los niveles de inversiones esperados, la apuesta es a que se convierta en los próximos años en una importante área para esos propósitos.

Otro tanto ocurre con el desarrollo turístico, el cual ha venido demostrando un crecimiento considerable en los últimos años, con una meta fijada para este 2019 de recibir a cinco millones de visitantes.

En este sector, no se detiene el proceso inversionista y hoy en La Habana, por ejemplo, es apreciable un amplio movimiento constructivo asociado a esta esfera.

También se ha beneficiado el transporte público y el ferroviario, industrias paralizadas se van recuperando paulatinamente, la sociedad de la información ya es un hecho mientras se va instaurando el gobierno electrónico, la digitalización del sistema bancario y el uso masivo de internet crece, con el empleo de la red de datos 4G, de prueba ya en ciertas áreas de la capital.

Por otra parte, el pequeño y mediano sector privado expande su actividad convirtiéndose en lo que las autoridades han ratificado como un área complementaria para la economía, el cual ha ayudado a la creación de empleos y en la oferta de servicios, todo dentro de los marcos legales y regulatorios establecidos.

De acuerdo con el investigador Luis René Fernández Tabio, Profesor Titular e Investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana, “las relaciones económicas y de colaboración de Cuba y Venezuela son importantes sobre todo a partir de los acuerdos de finales del 2004.

La creación del ALBA y Petrocaribe contribuyeron a las relaciones económicas bilaterales, como regionales. Estos vínculos en su momento de mayor esplendor alcanzaron aproximadamente el 20% del PIB -la mitad de lo que representaban las relaciones con la URSS- y cubrieron 60% de la demanda de petróleo crudo de la Isla”, dice y agrega que “la disminución de los precios del petróleo y la prolongada guerra económica contra ese país han hecho estragos en la economía venezolana”, lo que ha reducido la significación de esas relaciones económicas para Cuba, aunque el compromiso en la colaboración bilateral y el respaldo político se mantenga intacto.

“La economía cubana ha venido adquiriendo petróleo de otras fuentes y tiene planteado un programa para reducir la dependencia de la importación de hidrocarburos mediante el desarrollo de la energía renovable hasta cubrir el 23% de la demanda nacional en el 2030”, agrega el especialista.

La batalla económica sigue siendo la más compleja en la actualidad y a ella están enfocadas las autoridades. Todavía no llega el despegue esperado, pero al menos algunas señales permiten ver la luz al final del túnel.

Que vuelva al país una crisis económica tan cruda como la que lo azotó en los años 90 no parece probable ni real. Cuba ha cambiado y las transformaciones en marcha, tanto en la macro como en la microeconomía, no tienen retroceso.