Alfredo García
El lucrativo negocio de la venta de armas y equipamiento militar, cuya víctima son los pueblos rehenes de las ambiciones geopolíticas de las grandes potencias, saca a la superficie la oculta hipocresía de la retórica gubernamental en defensa de los derechos humanos y los intereses del complejo militar industrial.
La presión política de Andrea Nahles, presidenta del Partido Social Demócrata, PSD, de prolongar el embargo de armas a Arabia Saudita decretado por la canciller, Angela Merkel, al conocer su implicación en el asesinato del periodista, Jamal Khashoggi, logró un acuerdo entre los partidos de la coalición del Gobierno alemán para extender por 6 meses el embargo de armas a la monarquía saudita, provocando enérgicas protestas de Reino Unido y Francia, que acusaron a Berlín de “poner en peligro” las inversiones de otros Estados de la Unión Europea, UE.
El Ejecutivo alemán indicó que para las ventas de armamento conjuntas europeas ya existentes, se prolongarán las autorizaciones en curso siempre que los Estados se comprometan a no entregar mercancía terminada a Arabia Saudita ni a los Emiratos Arabes Unidos, hasta diciembre de este año. También pidió a los países europeos que exijan al reinado saudita garantizar que ninguna entrega de armas acabe siendo utilizada en la guerra de Yemen.
Sin embargo, trascendió que el acuerdo entre socialdemócratas y conservadores moderados del Gabinete alemán obedeció más a un asunto de política interna frente a las elecciones europeas el próximo mes de mayo, que a una política de Estado, controversia que se pospone por seis meses más después de las elecciones.
Un reciente informe del Instituto de Investigación para la Paz Internacional de Estocolmo, SIPRI, emitió señal de alerta al revelar que el Medio Oriente fue la única región donde creció la importación de armas en el período 2014-2018, con un aumento del 87% impulsado por el gasto militar de las monarquías del Golfo liderada por Arabia Saudita. Con el pretexto de la “amenaza iraní” en la región, el reinado de Riad se ha convertido en el principal comprador mundial de armamento, alcanzando el 12% de la compra global. Sin embargo desde 2007 la revolución iraní se encuentra sometida a un embargo de armas por la ONU.
Según SIPRI, EU, Rusia, China, Alemania y Francia, son los mayores exportadores de armas a nivel mundial. Entre los 5 controlan el 73% del mercado de exportación de armas. Le siguen Reino Unido y España, con 4.8% y 2.9% respectivamente.
Especialistas aseguran que el gasto militar saudita tiene como objetivo la modernización y expansión de sus Fuerzas Armadas, con adquisición de aviones de combate norteamericanos y británicos, carros blindados, sistemas antimisiles y aumento de contrataciones de personal especializado para desarrollar su industria armamentística. La fuerza aérea, marina y ejército saudí, están formadas por 143 mil soldados, además de 24,500 efectivos de fuerzas paramilitares. Para su mantenimiento la monarquía utiliza el 10% de su PIB, el tercero mayor de gasto militar en el mundo. Sus principales abastecedores de armamento son EU, Francia, Reino Unido y España. Al liderar una coalición militar sunita contra Irán, Washington y Riad fantasean con una “OTAN islámica”.
Un reciente contrato de armas de EU por valor de 60 mil millones de dólares a 15 años, tras una alianza estratégica contra Irán entre el presidente, Donald Trump, y el príncipe heredero saudita, Mohammed Bin Salman, alcanzó récord en la historia de mayor venta de armamento a un solo país. La monarquía saudita, es uno de los países de mayor violación de los derechos humanos y libertades civiles del planeta.