Cuando Donald Trump abrió fuego contra Justin Amash, el representante de Michigan que se convirtió en el primer republicano en el Congreso en pedir su juicio político, Mitt Romney se negó a unirse a la lucha.
El ex candidato presidencial y senador republicano de Utah acusó a Donald Trump de carecer de humildad, honestidad e integridad, pero no llegó a pedir su destitución y destitución del poder.
Romney criticó la imagen del presidente que surge del informe de Mueller sobre la interferencia de Rusia en las elecciones de 2016, cuya versión redactada dijo que había pasado dos días leyendo por completo. Dijo que el domingo sus hallazgos fueron "preocupantes, desafortunados y angustiosos".
Pero dijo que no creía que era hora de que el Congreso pidiera un juicio político.
"No creo que exista el elemento completo que necesita para probar el caso de obstrucción de la justicia", dijo al estado de la Unión de CNN.
Mueller no encontró que Trump o sus ayudantes conspiraron con Rusia, pero sí expuso 11 casos de posible obstrucción de la justicia por parte de Trump o su campaña, e indicó que el Congreso debería decidir cómo proceder. Controversialmente, el procurador general William Barr dijo en su propio resumen del informe de Mueller que entonces no se había visto que Trump no había obstruido la justicia.
La crítica afilada pero calificada de Romney a Trump llegó un día después de que Amash se convirtiera en el primer republicano en romper filas y pedir un juicio político. En un flujo de tweets, Amash dijo que el informe de Mueller mostraba que "el presidente Trump participó en acciones específicas y en un patrón de comportamiento que cumple con el umbral para el juicio político".
Amash y Romney son figuras significativas dentro de su partido, ya que están virtualmente solos en tener la temeridad de desafiar a Trump en público. Pero el hecho de que Romney no se uniera a Amash en el juicio político es una indicación del impenetrable muro de oposición que el partido probablemente levantará si los demócratas inician los procedimientos.
Justo por qué quedó claro más tarde el domingo, cuando Trump apuntó su cuenta de Twitter a Amash.
Al decir que "nunca fue un fanático", llamó a Amash "un peso ligero total que se opone a mí y a algunas de nuestras grandes ideas y políticas republicanas solo por su nombre a través de la controversia".
Trump también acusó a Amash de no haber leído el informe de Mueller (el congresista dijo que en realidad había leído las 448 páginas) y, mientras repetía las quejas familiares de Mueller, escribió: "Justin es un perdedor que, lamentablemente, juega contra nuestros oponentes. [sic] manos! ”
De hecho, el único llamado de Amash para un juicio político a la parte republicana puede no hacer mucho para mover el dial político. Los demócratas se están acercando más al inicio de los procedimientos, pero no por las razones expuestas por el congresista.
Adam Schiff, el presidente demócrata del comité de inteligencia de la Cámara de Representantes, dijo a Face the Nation, de CBS, que no había señales de que el Senado controlado por los republicanos avanzara hacia el juicio político. No obstante, los demócratas estaban más dispuestos a asumirlo, dijo, como una herramienta para aumentar la presión sobre la administración de Trump para que entregue los documentos clave, incluido el informe no redactado de Mueller, que se niega a someterse a la supervisión del Congreso.
"Lo que puede estar empujando hacia el juicio político tiene menos que ver con Justin Amash y más que ver con la administración involucrándose en una campaña de máximo ocultismo contra el Congreso", dijo Schiff.
Romney, quien corrió sin éxito contra Barack Obama en 2012, dijo que el juicio político no era solo un asunto legal. También debe, dijo, "considerar la practicidad de la política, y el pueblo estadounidense simplemente no está allí".
Añadió: "El Senado tampoco está allí".
El liderazgo demócrata también ha considerado la opinión pública, y lo que podría hacer el juicio político para motivar la base de Trump, al sopesar si hacer el movimiento.
A pesar de su renuencia a llegar al juicio político, Romney se mostró dispuesto a enfrentarse a Trump. En abril, emitió una declaración que decía: "Estoy enfermo de la magnitud y la omnipresencia de la falta de honradez y la desviación por parte de individuos en el cargo más alto de la tierra, incluido el presidente".
Le dijo a CNN que el informe de Mueller lo angustiaba.
"La cantidad de veces que hubo artículos de deshonestidad, que engañan al público y a los medios de comunicación estadounidenses, no son cosas que querría ver desde la oficina más alta del país".
Dijo que en términos de tres características cruciales de un presidente: humildad, honestidad e integridad, Trump se ha “alejado de algunas de las mejores cualidades del carácter humano”.
Tal fue su disgusto con Trump como candidato presidencial en 2016, Romney escribió en su esposa Ann en la boleta electoral de la elección presidencial, votando así por ella. Le dijo a CNN que aún no había decidido si haría lo mismo el próximo año.