Síguenos

Última hora

En EU fiscales piden aplazar audiencia de Ismael "El Mayo" Zambada

Internacional

Universidades públicas en la era Bolsonaro: ¿gasto o inversión?

Adriana Robreño

Crónicas brasileñas

La Universidad de Brasilia (UNB), esa bella institución pública diseñada por el arquitecto Oscar Nimeyer para formar a profesionales en carreras de ciencias y letras y considerada una de las mejores del país, está a punto de cerrar sus puertas por falta de presupuesto. No es que gasten mucho quienes allí estudian o trabajan, ni que el gobierno no tenga dinero, “es una cuestión de voluntad política”, me decía un amigo brasileño egresado de esa institución.

El recién estrenado ministro de Educación de la administración de Jair Bolsonaro, Abraham Weintrau, anunció una reducción del 30 por ciento del financiamiento, recorte que también se aplicará a la Universidad Federal Fluminense, en Río de Janeiro, y la Universidad Federal de Juiz de Fora, en Minas Gerais. Otros 60 centros de altos estudios y 40 institutos federales de todo Brasil sufrirán también cortes.

Los alumnos, profesores y otros funcionarios de la UNB no se quedaron con las manos cruzadas y protestaron contra la disminución tan drástica del presupuesto que pudiera obligar a cerrar la universidad pues no habría cómo pagar los salarios de los profesores, ni servicios como el agua o la electricidad. Mucho menos tendrían cómo costear investigaciones innovadoras como la del equipo de la profesora de ingeniería electrónica Suelia Fleury, que junto a sus alumnos creó un dispositivo llamado “Sofía” para tratar el cáncer de hígado que de ser utilizado en centros de salud ahorraría millones de reales.

La continuación de éste y muchos otros proyectos está en peligro ante el retroceso en la política de incentivo al desarrollo científico y tecnológico estimulada anteriormente por los gobiernos del Partido de los Trabajadores encabezados por Lula da Silva y Dilma Rousseff.

El presidente de la Asociación de Docentes de la UNB, Luis Antonio Pasquetti, destacó la preocupación por las consecuencias que la falta de fondos puede traer a las facultades. “La UNB tiene un hospital veterinario, tiene un hospital docente, ofrece una serie de servicios a la sociedad que evidentemente se verán afectados”, enfatizó.

Los recortes a la educación pública en Brasil no comenzaron en el gobierno de Bolsonaro. Su predecesor, Michel Temer, ya había comenzado a disminuir el financiamiento de las universidades públicas durante su gobierno con la aprobación de la enmienda constitucional que congeló el presupuesto por 20 años, lo cual impide aumentar la inversión social aunque la economía crezca. Además, implementó una reforma de la enseñanza media ampliamente criticada por la academia debido a que se enfocó en graduar técnicos que no desarrollaran un pensamiento crítico hacia la sociedad. El actual mandatario va por el mismo camino.

El sector de la educación, esencial para cualquier sociedad, agoniza en Brasil hace ya 3 años. Los políticos no quieren entender que el desarrollo y la prosperidad de un país dependen de la fortaleza de su sistema de enseñanza y de la calidad de sus profesionales. Quienes ocupan el Palacio de Planalto olvidan que educación NO es un gasto, sino una inversión a largo plazo.

Siguiente noticia

¿A quién le aplauden?