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Internacional

¡A sembrar margaritas!

Pedro Díaz Arcia

¿Qué se esconde tras la habitual política de Donald Trump de amenazar hasta el delirio, luego dar marcha atrás, para volver al punto de partida? Ante el derribo de un dron estadounidense en el espacio soberano de Irán, según el Gobierno persa, y en espacio internacional de atender a Washington, lo cierto es que el mando islámico no dudó en echarlo abajo, confirmando que no andan con temores. Teherán dijo que no derribó un avión que volaba cerca de la aeronave espía porque viajaban soldados estadounidenses.

Trump afirmó haber dado la orden de atacar a Irán, pero que diez minutos antes había cancelado la operación. Con qué exactitud detuvo el operativo, pues una simple coriza habría agotado el tiempo y desatado una hecatombe.

¿Por qué frenó el ataque? Todo indica que la intención del presidente no era traspasar la “bravuconería”, pues la acción no se corresponde con sus promesas de campaña. Recordemos que sus bases apoyaron la retirada de las tropas norteamericanas de Medio Oriente, y una agresión implicaría tropas terrestres con previsibles cálculos de grandes pérdidas, que perjudicarían su reelección; pero tampoco es descartable en el vaivén.

A propósito, las últimas encuestas realizadas por la cadena Fox News, la preferida del magnate, muestran que podría ser derrotado por el ex vicepresidente demócrata, Joe Biden, en noviembre del 2020. Los nervios están de punta en la Casa Blanca.

Durante su discurso en Florida para anunciar su candidatura, Trump dijo que su porcentaje como Presidente será el más alto, sólo superado por George Washington; sus palabras fueron coreadas por una fanaticada al grito de “¡USA, USA, USA!”.

Luego de emular con Washington en popularidad, ahora se propone quebrar una tradición que data de 242 años para semejarse al presidente Abraham Lincoln, quien el 4 de julio de 1776 se dirigió al pueblo en honor a los soldados muertos defendiendo a la Unión en la guerra civil. Después de aquel momento histórico, ningún mandatario se ha dirigido al país en la efeméride. Pero desde que arribó al Despacho Oval, a Trump le late el “caprichito” de presidir un desfile militar.

Cuando asistió en 2017 a la festividad del 14 de julio en Francia, enfermó de celos. Entonces, trató de organizar una celebración militar en Washington con motivo del fin de la Primera Guerra Mundial, en homenaje al Día de los Veteranos, pero las críticas le aguaron la fiesta y lo obligaron a su cancelación.

Los desfiles de gran envergadura como el que planea ahora se redujeron a momentos en que finalizaron grandes conflictos bélicos. El último se llevó a cabo en 1991 cuando el presidente George Bush (padre) decidió celebrar la conclusión de la Guerra del Golfo con un gran evento en Washington.

Finalmente, Trump obtuvo el permiso de su propio gobierno para el desfile militar y permitir que se dirija a la nación el próximo 4 de julio en un discurso titulado: “Un saludo a América”; con grandes costos para un show político de altos quilates.

Pero, ¿a qué América va a saludar? ¿A la que está sujeta al chantaje? ¿A la América sumida en una pobreza galopante, con pueblos migrantes en busca de un futuro que se les niega? ¿A la América rodeada de bases militares estadounidenses?

¡Mejor ahórrese el saludo y vaya a sembrar margaritas!

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