Internacional

Dios aprieta, pero no ahoga

Cuba

Con gestos valientes o sencillamente solidarios de terceros, nuevos acuerdos comerciales y organización hacia adentro, Cuba enfrenta la pretendida asfixia de Trump

Por Marina Menéndez Quintero

Fotos: Lisbet Goenaga

(Especial para Por Esto!)

LA HABANA, Cuba.- El acuerdo que permitirá a Cuba comprar carne de res y de pollo y leche a Bolivia, entre otros rubros como madera, urea y tejido, constituirá un paliativo a las dificultades incrementadas por la política de asfixia de Donald Trump -que algunos gobiernos derechistas de la región han seguido-, y demuestra que las naciones asediadas por el Norte podemos sobrevivir si nos complementamos.

Precisamente, esa posibilidad emergió durante la III Reunión del Grupo de Trabajo para la Complementariedad Económica entre ambos países, celebrada la semana pasada en La Habana, y es una pequeña muestra de los esquemas de integración solidaria en que los latinoamericanos podríamos desarrollarnos.

El acuerdo antecedió por días a las nuevas sanciones anunciadas este martes por la administración de Donald Trump quien, además de activar el Título III de la Helms-Burton -con lo cual busca desalentar a los inversionistas en Cuba-, restringe ahora, un poco más, los viajes de estadounidenses a la Isla, con medidas en las que incluye la prohibición de venir a aviones, yates y cruceros cuyo arribo a Cuba durante el mandato de Barack Obama -y después de unos 60 años sin venir- había constituido noticia… Ha sido la nueva bravuconada de este insensato ocupante de la Casa Blanca, luego de las amenazas de injusta y chantajista subida arancelaria a México.

Las nuevas restricciones a la Mayor de las Antillas hallan a sus autoridades trabajando hacia lo externo en busca de contrapesos a medidas punitivas que afectarán a la economía. Como ocurriría si se aguijonea el camino ascendente del turismo, segunda fuente de ingresos del país.

No debe pasarse por alto en medio del incrementado hostigamiento, la actividad internacional desarrollada en las últimas semanas por distintos miembros del ejecutivo cubano; como la reciente gira del canciller Bruno Rodríguez por Rusia y China, que corroboró el buen estado de los nexos expresado durante la visita del presidente Miguel Díaz-Canel, en noviembre pasado, a ambas naciones, potencias emergentes y contrapeso al hegemonismo estadounidense.

Este propio martes, la presencia de Ricardo Cabrisas en Rusia hace prever nuevos acuerdos de cooperación entre ambos países en el área de transporte. y en la trascendental esfera agrícola.

De las puertas hacia adentro

Precisamente, dinamizar la producción agrícola es uno de los principales desafíos para la economía cubana, que sigue necesitada de reducir lo que importa, e incrementar lo que vende.

Es ese un pendiente enfatizado por Díaz-Canel en cada una de sus reiteradas visitas a las provincias donde, entre otras exhortaciones, ha llamado a la búsqueda de nichos que permiten aumentar las exportaciones, incluso, a nivel municipal.

También se han adoptado nuevas medidas de distribución de los alimentos que reivindican el papel justiciero de la llevada y traída «libreta», como les decimos los cubanos a la tarjeta de racionamiento.

Lejos de significar restricción, como algunos malinterpretan, la venta normada de una escueta pero útil canasta básica desde la imposición del bloqueo hasta hoy, ha sido la garantía de que se reparta lo que hay a precios módicos y con justeza, para que alcance a todos.

Ahora mismo, la canasta familiar normada protege a 11 millones 138,625 cubanos con 23 productos, de ellas, 19 alimenticios.

En un momento en que el aumento de la venta de productos alimenticios “por la libre” (es decir, fuera de la cuota mensual, pero también sin subvención) hacía pensar que la libreta no era necesaria, renglones que ya no se expendían mediante su uso vuelven a la norma y el control, en medio de un relativo desabastecimiento de algunos productos como resultado, entre otros factores, de escasez de materia prima para producirlos, y limitaciones en las importaciones por una falta de financiamiento que viene de indeseadas deudas.

Con las medidas adoptadas por el Ministerio de Comercio Interior se busca evitar el acaparamiento, y que todos “alcancemos”.

Se une a esa disposición la apertura paulatina de los mercados mayoristas, que permitirá a los trabajadores privados (mayormente, los dueños de restaurantes) abastecer su cocina fuera de la red de tiendas adonde va el usuario común, y evita que, al llegar, este halle vacías las estanterías porque todo se lo llevó el dueño de “una paladar”.

Son medidas transitorias, que se ajustarán mes a mes, y solo pretenden poner orden en medio de las circunstancias.

“Dios aprieta, pero no ahoga”, afirma un dicho de uso frecuente en Cuba. Desde luego, aplicarlo aquí, no sería justo: el que nos aprieta es el Diablo, no Dios…