Pedro Díaz Arcia
Las filtraciones de las afirmaciones de Kim Darroch sobre Donald Trump al que calificó de “inepto” y a su gobierno de disfuncional, es lo que comúnmente se llama una “tormenta en un vaso de agua”; pero lo significativo es que en el diminuto espacio se ahogó el embajador británico en Estados Unidos, quien renunció al cargo.
Se especula que los mensajes secretos del diplomático pudieron ser filtrados por sectores del Partido Conservador de Reino Unido, a favor del Brexit, debido a la posición europeísta de Darroch.
Pero el incidente para nada cambiará la subordinación de Londres hacia la “política exterior imperialista de los Estados Unidos”, según el analista Jorge Martin, quien vaticina que si se produce la salida del país de la Unión Europea será mayor esa dependencia, en una reciente entrevista con HispanTV Noticias, un medio alternativo iraní en lengua española.
En este sentido, el líder del Partido Laborista, Sadiq Khan, primer musulmán electo como alcalde de la capital británica, condenó las injerencias de la Casa Blanca en los asuntos internos del país árabe, que comparó con las de los fascistas del siglo pasado.
Las tensiones entre Gran Bretaña e Irán, consideradas las más graves en los últimas décadas, son aprovechadas por Washington para fortalecer la Operación Centinela diseñada por el Pentágono y enfilada a que los países productores de petróleo y las empresas marítimas cooperen con las armadas que patrullan el área, junto con Estados Unidos.
El propósito es “observar” a Irán para evitar ataques en el Golfo Pérsico, como la captura de petroleros. Según un comunicado del Comando Central, para lograrlo se necesita la contribución de los aliados y socios en Europa, Asia y el Oriente Próximo, con los que ajustan detalles para que la Operación garantice la libertad y protección de navegación en la región.
Mientras, el Mando Central de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos (CentCom), a cargo del aseguramiento de los intereses estadounidenses en 27 naciones, desde el Cuerno de África hasta el Asia Central atravesando el Golfo Pérsico, enviará a petición nada menos que de Arabia Saudita, tropas adicionales y equipamiento militar al país para fortalecer su capacidad de “disuasión” ante la presencia de “amenazas creíbles”.
En un cruce de advertencias y amenazas, Gran Bretaña reiteró que tomaría medidas “contundentes” si Irán no libera un petrolero -con su bandera- que capturó en el Estrecho de Ormuz. El canciller iraní, Javad Zarif, afirmó por su parte que “El Reino Unido debe dejar de ser un accesorio para el “Terrorismo Económico de Estados Unidos”.
Con anterioridad, el presidente Hassan Rohaní abrió la caja de los truenos al afirmar que cerrará la estrecha vía si Estados Unidos intenta reducir a cero sus exportaciones petrolíferas.
El Estrecho de Ormuz, por el que cruza aproximadamente el 24% del crudo mundial y que el Gobierno de Irán amenaza con bloquear, es un legendario enclave de disputas y contenciosos; pero que se agrava por la presencia de buques portadores de misiles nucleares en su entorno.
La coyuntura actual puede desactivar gestiones encaminadas a que Teherán no abandone el Pacto Nuclear; o a que potencias europeas que lo han defendido den, como alertan, un paso atrás.
Es evidente que tras el movimiento de tropas y la algarabía bélica, Reino Unido puede ser un simple ariete de Washington para mantener cuando menos la tensión en una zona propia para la guerra y también para la política del candidato republicano.
Nada, bajo nuestro cielo, se hace en vano.