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Internacional

Ormuz, un lugar demasiado estrecho

Jorge Gómez Barata

El diferendo bilateral de los Estados Unidos con Irán no es nuclear sino visceral, y no es reciente, sino que se remonta a 1953, cuando sesenta años atrás, en connivencia con Gran Bretaña, la CIA tomó parte activa en el derrocamiento de Mohammadn Mossadegh, el primero y hasta hoy único goberante liberal electo democracticamente en el Oriente Medio. Fue una oprtunidad perdida.

Entonces se trataba del petróleo nacionalizado por Mossadegh, a lo cual, en 1979, se sumó el derrocaiento del sha Reza Pahlavi, aliado carnal de Estados Unidos, y la llegada al poder de un gobierno de inspiración islámica y definidas posiciones antiimperialistas, resuelto a suprimir la influencia occidental en el país. Desde entonces no ha habido un solo día de tregua, ni se han realizado esfuerzos para saldar el diferendo, sino todo lo contrario.

La presente crísis bilateral, precipitada por la retirada de Estados Unidos del Plan Integral de Acción Conjunta, conocido como acuerdo 5+1, destinado a impedir, por via negociada, que Irán disponga de capacidades industriales para fabricar armas nucleares, agravada por el recrudecimiento extremo de las sanciones economicas a ese pais vuelve a amenazar con un conflicto militar de grandes proporciones.

Siempre que la situacion en el estrecho de Ormuz escala hasta volverse extrema, se recuerda el incidente del vuelo 655 de Irán Air, operado por un Airbus 300, que el tres de julio de 1988 fue derribado sobre el estrecho por el crucero lanzamisiles de Estados Unidos, USS Vincennes. El error costó la vida de 290 pasajeros.

La dolorosa anécdota nos adviertede que, mientras un incidente nuclear en torno a Irán puede demorar años o no ocurrir nunca, una confrontacion aereo-naval en el estrecho de Ormuz puede tener lugar en cualquier momento, y convertirse en un conflicto de grandes proporciones, en una región sumamente volátil.

En este momento el peligro de confrontacion armada entre Estados Unidos o Gran Bretaña con Irán, que pudira involucrar a Israel, la OTAN, y otros países árabes, no se relaciona con la cuestión nuclear ni con la cohetería, sino con arriesgadas maniobras de intercepción, abordaje, y ocupación de buques, vuelos de drones, y contrabando de petróleo.

El estrecho de Ormuz, teatro en el cual tienen lugar estas operaciones, es apenas un canal de 275 metros de largo por entre 50 y 80 de ancho, y una profundidad media de 80 metros y máxima de 200, que une al Golfo Pérsico con el Mar Arábigo, y separa a la penísula del mismo nombre de Irán. Más o menos en el centro de ese brazo de mar se encuentrán lan islas de Qeshm, bajo soberania plena de Irán, y las de Tumb (mayor y menor), así como la de Abu Musa, ocupadas por Irán en 1971, y reclamadas por los Emiratos Árabes Unidos.

Por ese angosto y problemático espacio marítimo transita el petróleo y el gas exportado por Irán y otros estados ribereños, entre ellos Arabia Saudita, Iraq, Kuwait, Qatar, Abu Dhabi, Dubai, y Emiratos Árabes Unidos, lo cual representa alrededor del 30 por ciento comercio marítimo mundial de crudo y gas que cada día son trasladados por unos 14 supertanqueros.

Debido a los recientes incidentes que han involucrado a varios buques y naves militares de Irán, Gran Bretaña, y Estados Unidos, varios países han dado pasos para formar patrullas aeronavales multinacionales, una de ellas constituida por naves de Gran Bretaña y algunos países europeos, y otra compuesta por buques y efectivos de varios países árabes.

Cuando la lógica y la legislación internacional debería llevar a la búsqueda de la desmilitarización del estrecho de Ormuz, ocurre todo lo contrario. Iniciar una guerra es tan sencillo como liberar los pájaros de una jaula, el problema es lograr hacerlos entrar. Ha sido dicho: “No hay un camino para la paz, la paz es el camino”.

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