BIARRITZ, Francia, 24 de agosto (EFE/AFP/REUTERS).- Un G7 de expectativas rebajadas pero con importantes asuntos sobre la mesa como las tensiones comerciales, abrió aquí este sábado su cumbre anual, en la que la división entre sus países miembros quedó de manifiesto pese a las buenas intenciones.
Frente a las cámaras, en la recepción oficial, todo fueron sonrisas: el presidente de Francia, Emmanuel Macron, recibió a sus homólogos de Alemania, Reino Unido, Italia, Estados Unidos, Canadá y Japón en el Faro de Biarritz, que albergó su cena informal.
Macron advirtió de que las tensiones comerciales “afectan a todo el mundo”, y confió en que la cumbre del G7 que empieza hoy sirva para promover una desescalada.
Su llamamiento llega en pleno recrudecimiento de la guerra comercial entre China y EE.UU., después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, confirmó el viernes dos subidas de los aranceles anunciados previamente a los productos chinos, en represalia a los gravámenes sobre bienes estadounidenses con que había respondido China a dichas medidas.
Pero la cumbre en esa ciudad del suroeste francés no es ajena a la dificultad de acercar posturas entre los distintos aliados.
El presidente francés advirtió de que las tensiones comerciales “perjudican a todo el mundo” y confió en que esta reunión contribuya a la desescalada, pero declaraciones previas de algunos de sus participantes habían precisamente avivado el fuego.
Trump reiteró antes de viajar a Biarritz su amenaza de imponer aranceles al vino francés en respuesta a la ley que tasa en Francia la facturación digital de los gigantes tecnológicos.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, advirtió hoy de que si Estados Unidos impone aranceles al vino francés, como ha amenazado Trump, la Unión Europea “responderá del mismo modo” para defender a su país miembro.
Pese a todo, en su primer cara a cara con Macron en una comida bilateral de trabajo, el mandatario estadounidense se mostró conciliador y aseguró que incluso el tiempo era “perfecto”, mientras que el anfitrión dejó clara la necesidad de este tipo de discusiones entre “aliados y amigos”.
Se trata de su primera cita bilateral antes de que el conjunto de negociaciones comience con el resto del G7 (Alemania, Reino Unido, Italia, Canadá y Japón), y sirvió para que ambos tomaran el pulso a sus respectivas posturas.
La imprevisibilidad de Trump a golpe de tuit no fue el único elemento explosivo de la cumbre: el estreno del nuevo primer ministro británico, Boris Johnson, contribuyó a polarizar las posturas en uno de los temas principales de la agenda, el “brexit”.
Johnson se enzarzó en un combate de declaraciones con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en el que trataron de responsabilizarse mutuamente si al final Reino Unido debe salir de la UE sin acuerdo.
El debate sobre una reincorporación de Rusia al G7 tras su expulsión en 2014 por la anexión de Crimea, algo que solo respalda Trump, o el frente abierto con Brasil por su gestión de los incendios en la Amazonía, que ha provocado que la UE cuestione el pacto con Mercosur, empañan igualmente una agenda centrada en la lucha contra las desigualdades.
Conscientes de la dificultad de llegar al consenso pese a ser un foro informal y franco de diálogo, Macron ha avisado ya de que no habrá un comunicado final este lunes, sino distintas declaraciones que serán suscritas por quien lo desee.
Un total de 68 personas fueron detenidas en las protestas que se desarrollaron este sábado contra la cumbre del G7 de Biarritz, anunció la Prefectura (delegación del Gobierno) del departamento de los Pirineos Atlánticos donde se encuentra esa ciudad vascofrancesa.