Síguenos

Última hora

Nueva masa de aire polar provocará bajas temperaturas en el norte del país

Internacional

Recurrente maniobra

Alfredo García

Mientras voceros del gobierno y la oposición venezolana confirmaron la reanudación de las conversaciones en la isla de Barbados, para encontrar una solución a la crisis política en el país suramericano, el presidente, Donald Trump, amenazó con imponer un “bloqueo o cuarentana” a Venezuela.

Distanciarse de un compromiso de paz y presionar con amenazas creíbles en medio de negociaciones para poner fin a un conflicto político, con el propósito de dar ventajas a sus aliados y forzar a definirse en su favor a países neutrales, es una recurrente maniobra de EE.UU. como fundamento de la doctrina de guerra de baja intensidad.

“Nuestra delegación ha llegado a Barbados con toda la disposición a fin de llegar a un acuerdo de convivencia en el marco del respeto mutuo y la soberanía nacional”, declaró la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez. Por su parte, Stalin González, representante del opositor, Juan Guaidó, confirmó vía Twitter el próximo encuentro en Barbados con la delegación gubernamental.

En medio del positivo gesto político del gobierno y oposición con la mediación de Noruega, el presidente, Donald Trump, hizo su aporte desde la Casa Blanca. “¿Está considerando un bloqueo o cuarentena de Venezuela, dado el grado de involucramiento de Rusia, China e Irán?”, preguntó un “perspicaz” periodista. “Sí, lo estoy”, respondió Trump, sin más detalles. La amenaza fuera de lugar, se produjo en medio de enérgicas protestas por parte del presidente, Nicolás Maduro, sobre violaciones del espacio aéreo venezolano por parte de EE.UU.

Durante la década de los 80 del pasado siglo, el incremento de la lucha revolucionaria en Guatemala y El Salvador, amenazaban con derrocar sus gobiernos represivos. A su llegada a la Casa Blanca, el presidente, Ronald Reagan, convirtió la insurrección centroamericana en un problema de seguridad nacional. No solo intervino con ayuda financiera y militar en Guatemala, El Salvador y Honduras, sino que inició una “guerra sucia” contra Nicaragua para revertir la revolución sandinista.

Pronto Reagan involucró al gobierno cubano, con acusaciones de prestar ayuda a las organizaciones revolucionarias y justificar amenazadoras maniobras navales en los mares aledaños a la región. Para mostrar credibilidad, Reagan invadió y ocupó la pequeña isla de Granada, donde trabajaban centenares de obreros cubanos construyendo un aeropuerto para el turismo, provocando un desigual enfrentamiento armado.

La embestida imperialista de Reagan alarmó a los sectores democráticos del continente. En 1983 con el apoyo de Venezuela, Colombia y Panamá, el gobierno de México promovió una iniciativa multilateral con el propósito de promover la paz en Centroamérica. Sin embargo, el prestigio e independencia de esos países no satisfizo a Reagan, que se las agenció para sustituir al grupo mediador por aliados confiables liderados por el abyecto presidente costarricense, Oscar Arias, mientras amenazaba con invadir Centroamérica.

La disyuntiva entre enfrentar los marines o una paz mediatizada, inclinó la balanza hacia los Acuerdos de Esquipulas como mal menor, firmado en agosto de 1987 por los presidentes de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Reagan principal gestor del manipulado acuerdo, se negó hipócritamente a reconocerlo. En 1989 el gobierno sandinista fue obligado por EE.UU. a adelantar las elecciones, siendo derrotado por la “oposición”. En 1992 el gobierno salvadoreño y el FMLN, firmaron un acuerdo de paz. En diciembre de 1996, lo hizo el gobierno de Guatemala y la URNG. No hubo “vencedores ni vencidos”. Desde entonces, ambas organizaciones insurgentes se convirtieron en partidos políticos legales, formando parte de todo lo que antes combatieron.

Siguiente noticia

Miles de funcionarios se suman a protestas contra el Gobierno en Hong Kong