Internacional

Cuba: Para vivir el Verano

Por Marina MenéndezFotos: Lisbet GoenagaEspecial para Por Esto!

LA HABANA, Cuba.- Proporcionar que la población disfrute del verano, la etapa vacacional por excelencia para grandes y chicos en Cuba, se ha convertido en desafío y meta para las autoridades de la Isla desde hace años, cuando el turismo asomó como vía de salvación para los ingresos “duros” del Estado y el desarrollo económico. Junto con ello, la irrupción de la dualidad monetaria cerraba a los cubanos las puertas de instalaciones consideradas, hasta entonces, el non plus ultra de la diversión.

Demostrar que existen otras posibilidades de pasarla bien más allá de discotecas o cabarets pagados en CUC (equivalente al dólar), estancias en hoteles de primera categoría, o en casas alquiladas en la famosa playa de Varadero, ha conducido a lo que podría considerarse, incluso, un nuevo concepto de recreación.

Ya no se trata solo de esparcirse de manera «sana», algo de lo que se habla hace rato, sino de que ese entretenimiento contribuya, en lo posible, al enriquecimiento cultural y espiritual de la ciudadanía; preferentemente, de las nuevas generaciones, quienes en no pocas ocasiones ceden a gustos poco constructivos como el abuso del alcohol cuando, en cambio, podrían formarse hacia preferencias menos dañinas y poco exigentes financieramente; aunque resulten más demandantes para el Estado en cuanto a la variedad y calidad de ofertas.

Nadie puede “enseñar” cómo divertirse ni obligar a hacerlo de un modo u otro si no se educa el gusto de las personas. Sin embargo, es posible encontrar adeptos si esa actividad enamora y se hacen «disfrutables» sus bondades.

Recuerdo que en los años de 1980 se institucionalizó el campismo en bases cuya construcción, cerca de ríos y playas, demandaba pocos recursos. Para muchos jóvenes de la época, pareció entonces una imposición. Hoy, sin embargo, la disposición de reservaciones en las bases de campismo no alcanzan, amén de que la vida allí se ha hecho más sofisticada con la instalación, por ejemplo, de agua en las cabañas, y hasta aire acondicionado. Ello acarrea a su vez más requisitos para tenerlas a punto: su mantenimiento no siempre, ni en todas partes, es el mejor.

Ahora se busca una variedad más amplia que tome en cuenta los gustos, y no solo para el verano. Uno debe tener posibilidades de recrearse todo el año. Y para que no todo sea inducido, se toman en cuenta los criterios e inclinaciones de la población mediante estudios realizados al efecto por centros de investigación social.

El Presidente Miguel Díaz-Canel lleva el asunto, como otros, de su propia mano. Considera la recreación como una actividad vinculada con la elevación de la calidad de vida del pueblo y por ello estima que debe prestársele cada vez mayor atención, de modo de ofrecer mejores y más variadas opciones.

Por demás, el abanico de posibilidades que se brinde debe sortear las riendas apretadas de una economía con dificultades, para que ni el gasto estatal ni el de las familias se desboque.

El país, como se sabe, está en la coyuntura de crecer sin incrementar los débitos externos; necesita mayor inversión extranjera, más exportaciones, y tiene al turismo, su segunda fuente de ingresos, bajo el castigo de las medidas coercitivas de la administración Trump para que menos estadounidenses viajen a Cuba. Ello no solo daña los ingresos del Estado, sino los de muchos cubanos que echaron su suerte en los negocios privados, aquí conocidos como cuentapropistas, y quienes hallaban clientes entre los viajeros provenientes de Estados Unidos. Se incluyen allí muchos artesanos, dueños de restaurantes o arrendatarios de viviendas.

Responsables de expandir las variantes recreativas teniendo esas condiciones en cuenta no son solo las instancias de la administración central del Estado, sino las territoriales, llamadas desde hace rato a instrumentar actividades de esparcimiento que aprovechen las potencialidades del terruño municipal, de modo que allí se ofrezcan opciones que podrían estar acordes con los intereses y las costumbres de su gente y sin que, para disfrutarlas, sus residentes dependan de un flanco todavía débil: el transporte público, imprescindible para trasladarse a lugares lejanos.

Para analizar y llevar a vías de hecho estas reflexiones, un grupo de trabajo sigue el tema a nivel gubernamental.

A punta de lápiz, como diríamos comúnmente en Cuba, se observa la marcha de estos planes, considerados dentro de los llamados programas priorizados, y que enfocan a la recreación como un fenómeno de índole social.

Las organizaciones populares y sociales, aquí llamadas «de masas», también tienen su parte en la elaboración y materialización de oportunidades asequibles, sanas y culturalmente edificantes, para recrearse.

¡Vívelo!

Bajo tales premisas, Vívelo es el slogan de este verano: una temporada sin igual gracias a altas temperaturas que han hecho subir los termómetros, por primera vez en algunas localidades de Occidente, a más de 35 grados centígrados, y sin que ni el sol ni el calor hagan mermar las ganas, sobre todo entre los jóvenes, de divertirse.

La playa sigue siendo una opción a la que se suma el baño en lugares accesibles de las costas —una Isla larga y estrecha como la nuestra tiene muchos kilómetros de litoral— y, más recientemente, las piscinas construidas por los dueños de casas con condiciones, que alquilan la estancia a familias enteras como otra manera de ejercer el trabajo por cuenta propia.

Festivales de rock, salsa y artesanía amenizan muchas instalaciones, junto con los talleres que ofrecen distintas instituciones para adentrar de modo gratuito a niños y jóvenes, por ejemplo, en los entresijos de la pintura, el baile o la música, según sus preferencias.

Puestas y espectáculos que incluyen el arte dramático, la música y el ballet tienen los teatros con la cartelera llena cada semana y los museos invitan a nuevas muestras mientras, a nivel local, destacan los llamados campamentos de verano, organizados por los centros estudiantiles en todo el país, mientras también hacen lo suyo las casas de cultura y los centros computacionales denominados Joven Club, ocupados en adentrar y perfeccionar en el uso de las nuevas tecnologías.

No puede decirse que esté todos lo que unos y otros quieren. Pero ¡se vive el verano!