Alfredo García
Las futuras relaciones de Taiwán con China se perfila como el principal tema del debate en las próximas elecciones presidenciales de enero de 2020.
Mientras crece la crisis política y social de Hong Kong, promovida por la injerencia en sus asuntos internos de EU y Reino Unido, dando ventaja en las encuestas a la reelección de la presidenta, Tsai Ing-wen, partidaria de una política de confrontación con China, las Islas Salomón retiran su reconocimiento diplomático a Taiwán para ofrecerlo a China continental, favoreciendo la política china de reconciliación hacia la isla rebelde.
Taiwán mantiene relaciones diplomáticas sólo con 17 países entre los 193 miembros de la ONU: Nicaragua, Honduras, Guatemala, Belice, Haití, Federación de San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Paraguay, Palau, Islas Marshall, Kiribati, Nauru, Tuvalu, Suazilandia y Ciudad del Vaticano.
El éxito del proyecto descolonizador, “un país, dos sistemas” en Hong Kong, habría acercado una solución similar al histórico conflicto entre China y Taiwán. Sin embargo las manifestaciones de protestas callejeras promovidas por el Movimiento de los Paraguas a partir de 2014, impulsado por las agencias de Inteligencia de EU y Reino Unido que hilvanan en silencio un “golpe suave” contra la administración de Pekín, revelan que detrás de la “madura” decisión británica de restituir la soberanía china a la isla ocupada durante más de siglo y medio, se oculta la creación de un nuevo foco de conflicto para presionar a China en medio del pulseo geopolítico de las grandes potencias.
La reciente crisis entre China y Taiwán fue iniciada el pasado mes de julio, cuando la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, viajó a Washington para advertir sobre la necesidad de “defender la democracia frente a las presiones de las fuerzas externas”, en obvia alusión al gobierno chino. Durante su visita, EU vendió armamentos y equipos modernos de combate por 2,200 millones de dólares, amparado en la Ley de Relaciones con Taiwán de 1979, norma que provoca la protesta de China. Aunque Washington coincide con Pekín en la existencia de una sola China, hay una sustantiva diferencia, cíclico foco de conflicto. EU considera la situación de Taiwán como “indeterminada”, al no reconocer la soberanía de China pero tampoco la independencia de la isla, mientras para Pekín su soberanía incluye a Taiwán y la permanente advertencia de no renunciar al rescate de la isla mediante la fuerza.
Tsai, presidenta del Partido Democrático Progresista, de corte liberal, acérrima adversaria del socialismo chino, que ejerce la presidencia de Taiwán desde el 20 de mayo de 2016, buscará su reelección en 2020 como candidata de la Coalición Pan-Verde, frente al candidato del conservador Partido Kuomintang, Han Kuo-yu, que fomenta una política de mayor acercamiento a China. En las elecciones locales del pasado noviembre, el Kuomintang logró contundente victoria, considerada como alentadora señal hacia las elecciones presidenciales de 2020. Sin embargo la creciente crisis política y social en Hong Kong, que es seguida muy de cerca por los taiwaneses, está dando ventaja a Tsai, tendencia que podría ser frenada por la soberana decisión de Islas Salomón.
Por su parte el presidente chino, Xi Jinping, aseguró que cualquier debate sobre el futuro de la isla, debe pasar por “la unificación con la China continental”, tras advertir que Pekín respondería con la fuerza “cualquier veleidad independentista”. Jinping reiteró la propuesta de una integración mediante el modelo “un país, dos sistemas” de Hong Kong, esperanzador ensayo anticolonial saboteado por la injerencia extranjera. Mientras tanto, el pueblo taiwanés es manipulado por la nueva campaña psicológica en favor de una u otra hegemonía, heredera de una vieja “guerra fría”.