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Internacional

Trump se equivoca

Alfredo García

El presidente Donald Trump es muy prepotente para respetar a un adversario y extremadamente soberbio para admitir una derrota. Mientras anunciaba con fanfarria un “principio de acuerdo” con los talibanes, un ataque suicida reivindicado por los insurgentes en un condominio de extranjeros en Kabul, dejó un saldo de 30 muertos y más de un centenar de heridos.

“Sí, hemos llegado a un principio de acuerdo (con los talibanes). Por supuesto, no es definitivo hasta que el presidente de Estados Unidos esté de acuerdo”, reconoció Zalmat Jalizad, jefe negociador de Washington, al mismo tiempo que un coche-bomba era detonado por un suicida en “Villa Verde”, complejo donde residen empleados extranjeros y organizaciones internacionales.

Anteriormente, mediante un comunicado, los talibanes llamaron a los afganos a boicotear las elecciones presidenciales previstas para el próximo 28 de septiembre. Los talibanes consideran “títere” de EE.UU. al gobierno afgano.

En los primeros seis meses de este año, 1,248 civiles murieron a causa de la violencia en Afganistán. Según datos del inspector especial general para la Reconstrucción de Afganistán del Congreso de EE.UU., (SIGAR, sigla en inglés) un 55% del territorio afgano está controlado por el Gobierno, el 11% por los talibanes y el resto se encuentra en disputa.

La guerra en Afganistán que dura 18 años, es el conflicto armado más largo en la historia de EE.UU., con un saldo hasta el momento de 2,419 soldados norteamericanos muertos y más de 900 mil millones de dólares en gastos de guerra. Desde el primer momento de las negociaciones en Catar, los talibanes exigieron la total retirada de las tropas extranjeras y rechazaron un alto al fuego.

“La razón detrás de la guerra… en Afganistán es la presencia de las fuerzas estadounidenses y solo se encontrará un final, cuando las fuerzas estadounidenses abandonen Afganistán”, proclamaron los talibanes el pasado 26 de agosto en medio de las negociaciones.

Desde hace varios meses EE.UU. negocia un acuerdo de paz, donde no participa el gobierno afgano ni se contempla un alto al fuego. El principal punto del acuerdo, según trascendió, es la retirada de las tropas norteamericanas de Afganistán.

El periódico The New York Times informó que 5,400 soldados de EE.UU. se retirarían durante los 135 días inmediatamente posteriores a la fecha de la firma del acuerdo, todavía por concretar. A cambio los talibanes garantizarían que organizaciones como Al Qaeda o el Estado Islámico, no planearán atentados desde su territorio.

En ocasión de recibir al primer ministro pakistaní, Imran Khan, como típico guapetón de barrio que grita “no me aguanten” sin tener nadie al lado, el pasado 22 de julio Trump declaró: “Podría ganar esta guerra en una semana, pero no quiero matar a 10 millones de personas. Afganistán podría quedar borrada de la faz de la tierra. No quiero ir por esa vía”, aseguró en pose de perdonavidas.

Trump podría pasar a la historia con Afganistán y Corea del Norte. Sin embargo su principal enemigo es la ignorancia cultural. El empresario presidente no comprende la cultura talibán, como tampoco el patriotismo de los norcoreanos. Trump se equivoca con su táctica negociadora inmobiliaria, al desconocer el sagrado apego al terruño de los talibanes, el contenido de la Ley Sharia, cuerpo de derecho islámico que rige su moral y forma de vida, la humillación recibida por la invasión en 2002 y el derrocamiento del gobierno talibán; así como décadas de exitosa resistencia guerrillera, primero contra el Ejército soviético y luego contra los gobiernos de EE.UU., Afganistán, Pakistán y la coalición militar de 39 países de la OTAN.

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