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Entre el negro y el verdeamarelo

Se acerca el 7 de septiembre, fecha en que Brasil conmemora su Día de la Independencia, y como es habitual se organizan actos y desfiles militares en diversas ciudades del país. Esta será la primera vez que el mandatario Jair Bolsonaro presida la ceremonia cívico-militar que se realiza en Brasilia, la capital.

Él, tan patriota que es capaz de entregar el patrimonio de su país a intereses empresariales y extranjeros, tuvo una idea para la ocasión: pidió las personas a asistir a las celebraciones vestidas de verde y amarillo, así mostrarían su apoyo a la Amazonía, región que se encuentra en llamas hace casi un mes entre otras razones por sus políticas contra el medio ambiente.

Las fuertes turbulencias económicas y políticas de los últimos años en el gigante suramericano convirtieron a los colores de la bandera brasileña en un símbolo de los grupos de derecha, como aquellos que apoyaron el impeachment contra la presidenta Dilma Rousseff en 2016 y los que votaron a favor del ultraderechista en el 2018.

Esa propuesta de salir con un vestuario “nacionalista” no es tan original y Bolsonaro lo sabe bien. En 1992, el expresidente Fernando Collor de Mello también pidió a “todo Brasil” que presentara alguna prenda del color de la bandera nacional. En un video que circula por estos días en las redes sociales, es posible identificar la similitud de ambos discursos.

“Pidan a sus familias que salgan de casa con una prenda en uno de nuestros colores de bandera el próximo domingo. Muestren toallas, paños, lo que sea que tengan en el color de nuestra bandera (…) El próximo domingo mostraremos dónde está la verdadera mayoría”, pedía el expresidente hace más de 25 años.

Sin embargo, la solicitud de Collor tuvo el efecto contrario en la población, como recordó el propio Bolsonaro durante una reciente ceremonia en el Palacio de Planalto, sede del ejecutivo brasileño. “Recuerdo que un presidente dijo eso y se equivocó. Pero no es nuestro caso”.

En el año 92, después de la llamada del entonces gobernante, varias ciudades brasileñas tuvieron movilizaciones populares donde la gente, en vez de cumplir lo pedido por su mandatario, asistió vestida de negro, lo cual reforzó la solicitud de juicio político de Collor, quien terminó renunciando a su cargo antes de ser destituido por el Congreso tras acusaciones de corrupción.

Bolsonaro se arriesga, porque es muy probable que la historia se repita. En respuesta a su pedido de vestirse de verdeamarello el 7 de septiembre, los estudiantes ya planifican actos contra el gobierno en medio centenar de ciudades del país y difundieron el llamado a los manifestantes a ir con ropa negra, siguiendo el ejemplo de 1992.

Iago Montalvão, presidente de la Unión Nacional de Estudiantes, dice que el color negro esta vez significa luto por la situación de la Amazonia. “Es un grito casi de muerte”.

Para reforzar la movilización, los internautas usan en las redes sociales la etiqueta #Dia07EuVoudePreto (Día 7 voy de negro) y piden la salida del ultraderechista, quien pretende utilizar la celebración para detener la caída de la popularidad ya que según la encuesta de Datafolha más reciente sólo tiene apoyo del 12 por ciento de la población.

Fue el 7 de septiembre de 1822 que el príncipe portugués Don Pedro proclamó el grito de independencia de la metrópoli europea. La efeméride se celebra cada año y paralelamente tiene lugar desde hace 25 años el Grito de los Excluidos, una acción popular que intenta dar visibilidad a las problemáticas de los marginados de la sociedad así como consecuencias de medidas negativas para los sectores más vulnerables, precisamente los que Bolsonaro ataca todos los días.

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