CIUDAD DEL VATICANO, 9 de enero (AP/EFE/AFP).- Las crecientes tensiones entre Estados Unidos e Irán plantean el escenario para un conflicto más amplio en Oriente medio y pone en peligro los esfuerzos para reconstruir Irak, dijo el jueves el Papa Francisco.
“Son preocupantes las señales que llegan de toda la región, después del aumento de la tensión entre Irán y los Estados Unidos”, dijo el Santo Padre, al realizar un largo análisis sobre las “heridas del mundo”.
En su discurso anual sobre política internacional, Francisco mencionó como “especialmente preocupante” el deterioro de las relaciones entre Washington y Teherán tras el ataque estadounidense que mató a un importante general iraní. El pontífice también incluyó en su discurso temas como el cambio climático y la proliferación nuclear.
“Renuevo mi llamamiento para que todas las partes interesadas eviten el aumento de la confrontación y mantengan ‘encendida la llama del diálogo y del autocontrol’, en el pleno respeto de la legalidad internacional”, reiteró.
Hablando ante los embajadores de 183 países acreditados en el Vaticano, Francisco denunció el “manto de silencio” de los líderes mundiales sobre la larga guerra en Siria, la crisis humanitaria en Yemen y los combates crecientes en Libia, dentro de su resumen sobre las preocupaciones globales de la Iglesia católica.
“No a las armas”
Francisco lamentó las polarizaciones, “cada vez más fuertes, que no ayudan a resolver los auténticos y urgentes problemas de los ciudadanos, sobre todo de los más pobres y vulnerables”, explicó.
El líder de la Iglesia católica aprovechó la ocasión para condenar todo tipo de violencia, “que por ningún motivo puede ser adoptada como instrumento para afrontar las cuestiones políticas y sociales”, recalcó.
Pidió también reforzar las instituciones democráticas y promover el respeto del estado de derecho, “con el fin de prevenir las desviaciones antidemocráticas, populitas y extremistas”, dijo.
Al mencionar los “conflictos congelados” en Europa, el Papa reiteró su posición: “El diálogo y no las armas, es el instrumento esencial para resolver las controversias”, reiteró tras asegurar que “es posible” un mundo sin armas nucleares.
Francisco confiaba en viajar a Irak este año para atender a los fieles, que han sufrido años de ataques y persecuciones por parte del grupo extremista Estado Islámico. Pero nunca se confirmaron los planes de viaje y no estaba claro cómo afectaría al proyecto la creciente inestabilidad del país. El Pontífice dejó clara su preocupación por el ataque estadounidense y la respuesta iraní.
“Ha llegado la hora de que los líderes políticos se den cuenta de que no se consigue un mundo más seguro con la posesión disuasoria de potentes medios de destrucción masiva, sino con los pacientes esfuerzos de hombres y mujeres de bien que se entregan, cada uno en su campo, a construir un mundo de paz, solidaridad y respeto mutuo”, dijo.
“Grave preocupación”
Francisco lamentó con “grave preocupación” que los líderes internacionales parecen hacer oídos sordos a las demandas del planeta, los pobres y los jóvenes, que exigen acciones más rápidas para combatir el calentamiento global.
“El cuidado de nuestra casa común debe ser una preocupación de todos y no el objeto de una contraposición ideológica”, recalcó.
El llamado Papa ecologista, por su defensa del medio ambiente, lanzó también una dura crítica a los líderes del mundo por la “débil” respuesta ante los problemas derivados del calentamiento global.
“La respuesta a las problemáticas planteadas por cuestiones globales, como la del cambio climático, es todavía muy débil y fuente de gran preocupación”, dijo.
Para el Papa, los gobernantes no han querido escuchar el pedido de los jóvenes en todo el mundo, quienes piden medidas urgentes.
“Los jóvenes nos dicen (...) que existe un desafío urgente, a todos los niveles, el de proteger nuestra casa común y unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral”, añadió.
El resultado de la cumbre de Naciones Unidas, señaló, “plantea una grave preocupación sobre la voluntad de la comunidad internacional para afrontar con sabiduría y eficacia el fenómeno del calentamiento global, que reclama una respuesta colectiva capaz de poner el bien común por encima de los intereses particulares”.
“El cuidado de nuestra casa común debe ser una preocupación de todos y no el objeto de una contraposición ideológica”, recalcó.
El líder de los católicos abordó el delicado tema de los abusos sexuales cometidos por curas, y con tono autocrítico repitió que se trata de “crímenes que ofenden a Dios, causan daños físicos, psicológicos y espirituales a las víctimas y lesionan la vida de comunidades enteras.
Al referirse justamente a la situación de los refugiados y emigrantes, en particular de los que huyen a Europa, el Papa instó a las autoridades del viejo continente a “no perder el sentido de solidaridad que desde hace siglos la ha caracterizado, incluso en los momentos más difíciles de su historia”, recalcó.
Conflictos y desigualdades
En su discurso, el Papa habló también de su preocupación por la multiplicación de las tensiones en América Latina, su región de origen, azotada por un año marcado por las protestas en numerosos países donde multitudes han salido a marchar para reclamar cambios.
“Los conflictos de la región americana, aun cuando tienen raíces diferentes, están acomunados por profundas desigualdades, por injusticias y por la corrupción endémica, así como por las diversas formas de pobreza que ofenden la dignidad de las personas”, dijo ante los diplomáticos, entre ellos los embajadores de todos los países de América Latina.
Francisco se mostró preocupado por la multiplicación de las crisis políticas en países de Latinoamérica y afirmó que, aun cuando tienen raíces diferentes, tienen en común las “profundas desigualdades, por injusticias y por la corrupción endémica”.
El Pontífice hizo referencia a la situación en Latinoamérica y mencionó específicamente Venezuela durante el tradicional encuentro de principios de año con el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede y que sirve para hacer un análisis del año anterior y denunciar los conflictos y desigualdades en el mundo.
Para el pontífice, “las polarizaciones, cada vez más fuertes, no ayudan a resolver los auténticos y urgentes problemas de los ciudadanos, sobre todo de los más pobres y vulnerables, y mucho menos lo logra la violencia, que por ningún motivo puede ser adoptada como instrumento para afrontar las cuestiones políticas y sociales”.
Respecto a las raíces que han generado estas protestas, el Papa especificó que son diferentes, pero que tienen en común las “profundas desigualdades, por injusticias y por la corrupción endémica, así como por las diversas formas de pobreza que ofenden la dignidad de las personas”.
Para concluir hizo una llamamiento a los líderes políticos de estos países para que “se esfuercen por restablecer con urgencia una cultura del diálogo para el bien común”.
Y, agregó, “para reforzar las instituciones democráticas y promover el respeto del estado de derecho, con el fin de prevenir las desviaciones antidemocráticas, populistas y extremistas”.