Jorge Gómez Barata
Agradezco a Enrique Román, ex embajador de Cuba en Líbano un consejo:
“Para entender al Oriente Medio*, ?me dijo?, comienza por borrar las fronteras”. Obviamente se refería a que casi todas fueron trazadas caprichosamente. Al suprimir los arbitrarios límites, donde hubo 25 países apareció un vasto territorio, poblado por unos 400 millones de almas y que tienen en común el despotismo, la ignorancia, el predominio de la fe islámica, la aridez, el petróleo, mucho dinero, pobreza, dependencia y un antológico atraso social y político.
Si bien en la antigüedad los árabes aportaron algunos elementos a la cultura universal, sus elites asimilaron poco de ella. La fe que debería unirlos bajo el manto de un único Dios, divide a los musulmanes. Ningún imperio puede dañar tanto la cohesión social árabe como lo hace la confrontación entre chiítas y sunitas.
Tras miles de años de historia, salvo excepciones circunstanciales, no hay en la región ningún Estado/Nación viable, no se practica el Estado de derecho ni la democracia. En el área, salvo excepciones, nunca hubo una elección genuina y algunos cambios políticos, en lugar de hacia adelante, empujaron hacia atrás. En Irán una monarquía laica indefendible fue sustituida por una teocracia insostenible. En Gaza y Egipto las elecciones llevaron al poder a Hamas y a la Hermandad Musulmana, entidades confesionales radicalizadas.
La descolonización liderada por las figuras políticamente más avanzadas que ha conocido la región y que, venciendo atavismos y prejuicios, bajo los efectos del neocolonialismo, intentaron instalar repúblicas laicas, fue una oportunidad histórica perdida. De Nasser, Ben Bella, Habib Burguiba, Yaser Arafat y otros, quedan algunas estatuas, pero ningún legado político vigente.
El atraso político cultivado por colonialistas e imperialistas se expresa nítidamente en los acontecimientos del Oriente Medio, con marcado énfasis en Palestina, Irak, Siria, Líbano, Yemen e incluso en Irán. En algunos casos como el de Palestina se trata de un país sometido a dictak de Israel, otros son estados ocupados y con su independencia nacional mutilada por adversarios y aliados. En Irak, Líbano, Siria y Yemen, fuera del control de los gobiernos nacionales, actúan organizaciones paramilitares y liderazgos políticos no institucionales que incluso aplican sus propias acciones de política exterior.
La Autoridad Nacional Palestina no ordena lanzar cohetes contra Israel, el gobierno iraquí no mandó a abrir fuego contra las bases donde se alojan los militares estadounidenses, ni estuvo detrás del asalto a la embajada de Estados Unidos en Bagdad; obviamente no tuvo nada que ver con la operación aérea mediante la cual Estados Unidos asesinó al general Qasem Soleimani. Para castigar a Estados Unidos, Irán atacó en Irak.
¿Con qué derecho Estados Unidos asesina un líder iraní en suelo iraquí? ¿Con cuál asistencia jurídica o moralidad, Irán se venga de Estados Unidos en Irak? ¿En cuál doctrina jurídica se sustenta la existencia de organizaciones paramilitares asociadas a otros países en Irak, Siria y Líbano? ¿Por qué un país se permite tener una organización armada secreta para realizar operaciones clandestinas en el extranjero?
El mundo debe ser ordenado, los imperios combatidos y los gendarmes neutralizados. Los pueblos del Oriente Medio no deben ser manipulados en nombre de la fe y los clérigos deberían retirarse a los templos, actuar como líderes espirituales y dejar el gobierno, la administración de justicia y la dirección de la sociedad a las autoridades democráticamente electas.
El consejo del competente diplomático no es por ahora viable; las fronteras no puedan ser omitidas, no obstante, mientras existan deben ser respetadas como bastión de la soberanía nacional. Las tropas extranjeras deben irse todas, ya sea que estén en Guantánamo, Siria o Irak. El mundo debe cambiar, pero hacerlo para mejor, preferentemente sin violencia. La soberanía y la autodeterminación nacional, así como la igualdad soberana de los estados debería ser la más ancha y respetada de las rayas rojas.
*Oriente Medio. Próximo Oriente y Mundo Arabe son términos excesivamente ambiguos.