Plancarte (1840-1898) nacido en Ciudad de México , fundó además la congregación de religiosas Hijas de María Inmaculada de Guadalupe. Sus estudios de primaria los realizó en Guadalajara y Morelia para después emigrar al Reino Unido y cursar la carrera Comercial en el Colegio de Santa María de Oscott donde permaneció de 1856 a 1862.
Ciudad del Vaticano, 24 ene (EFE).- El Papa Francisco aprobó el decreto que reconoce las “virtudes heroicas ” del mexicano de padres españoles José Antonio Plancarte Labastida , lo que supone el primer paso para su beatificación .
El Papa recuerda del sacerdote su labor como promotor de la coronación de Nuestra Señora de Guadalupe el 12 de octubre de 1895.
Plancarte (1840-1898) nacido en Ciudad de México , fundó además la congregación de religiosas Hijas de María Inmaculada de Guadalupe.
Sus estudios de primaria los realizó en Guadalajara y Morelia para después emigrar al Reino Unido y cursar la carrera Comercial en el Colegio de Santa María de Oscott donde permaneció de 1856 a 1862.
Plancarte fue nombrado párroco de Jacona, Michoacán, donde permaneció hasta 1882 y fundó la Congregación de Hijas de María Inmaculada de Guadalupe en 1878. Foto: Ciro Fusco, EFE
Tras optar por la vocación sacerdotal, inició los estudios de Teología en Roma y fue ordenado sacerdote el 11 de Junio de 1865.
Fue nombrado párroco de Jacona, Michoacán, donde permaneció hasta 1882 y fundó la Congregación de Hijas de María Inmaculada de Guadalupe en 1878, para que continuaran con la educación cristiana de niños y jóvenes.
En 1882 se trasladó a la capital del país donde lo nombraron Abad de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.
El camino hacia la santidad tiene varias etapas: la primera es ser declarado venerable siervo de Dios, la segunda beato y la tercera santo.
Venerable Siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce “haber vivido las virtudes de manera heroica”.
Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión, y para que sea canonizado, es decir, elevado a santo, se precisa un segundo milagro obrado “por intercesión” después de ser proclamado beato.