Jorge Gómez Barata
Encontrar el “paciente cero” del coronavirus, que puede ser la más devastadora pandemia de la era moderna, es una necesidad. China y el mundo necesitan saber cómo comenzó todo, dónde y por qué.
La denominación de “Paciente cero” se originó de una lectura deficiente de un reporte sobre el caso de Gaetan Dugas, un canadiense que erróneamente fue considerado el primer humano infectado por el SIDA cuyo virus había sido aislado en California donde, enterados del hecho, informaron “Out the California” para indicar que esa persona vivía “fuera de California”. Al parecer se confundió la “O” de “Out” con un cero y comenzó a denominarse a Dugas como “paciente cero”, fórmula consagrada por la práctica para nombrar al primer individuo que llama la atención de los epidemiólogos o médicos sobre un foco de infección. En el caso del coronavirus ese eslabón no ha sido identificado.
Como antecedente se ha recordado a la más famosa de los pacientes cero “María Tifoidea”, como se apodó a Mary Mallon, una emigrante irlandesa avecindada en Nueva York que, en 1906 fue identificada en los Estados Unidos como la primera persona portadora del virus de la fiebre tifoidea.
Años más tarde, en 1984, erróneamente la Revista Estadounidense de Medicina identificó al canadiense asistente de vuelos, Gaetan Dugas, un promiscuo varón homosexual como “paciente cero” de la epidemia del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Dugas parece haber contagiado a un gran número de personas en varios países con las cuales tuvo sexo. Con posterioridad investigaciones más detalladas determinaron que la condición de “paciente cero” del VIH SIDA, era inmerecida.
Más claro parece haber sido el caso de la epidemia de ébola entre 2014 y 2016 en Africa que infectó a casi 30,000 personas y mató a 11,000 y tuvo como “paciente cero” a un niño de Guinea que se infectó al ser mordido por un murciélago.
Según se afirma, el primer paciente infestado con coronavirus se registró el 31 de diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei. Wuhan y su mercado de animales son considerados el “punto cero” de la “cadena de contagios”. Otros investigadores chinos han afirmado en la revista médica Lancet que el primer paciente diagnosticado lo fue el primero de diciembre y que no tuvo contacto con el mercado de animales. No obstante, todas las versiones aceptan que en los comienzos del brote hubo 27 personas hospitalizadas que estuvieron relacionadas con el mercado, hipótesis aceptada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Lamentablemente, la labor detectivesca para identificar el paciente cero del coronavirus se dificulta por la muerte del doctor, Li Wenliang, un oftalmólogo de 36 años, el primer médico en advertir que algo no andaba bien con algunos pacientes, que padecían una dolencia parecida al síndrome respiratorio agudo y grave (SARS) otro mortífero coronavirus. La advertencia no fue escuchada por la dirección del hospital Central de Wuhan, ni por las autoridades sanitarias locales.
Corea del Sur, el país más contaminado con coronavirus fuera de China y que se encuentra en alerta máxima, cree que su paciente cero puede ser una mujer integrante de La Iglesia de Jesús Shincheonji, una congregación religiosa en la ciudad de Daegu que se considera el punto de origen del brote. La mencionada mujer participó en al menos cuatro servicios religiosos con más de 400 personas de las cuales 90 han enfermado, lo cual la convierte en una “súper propagadora”.
Italia, el país más infestado en Europa, tampoco ha podido identificar a su “paciente cero”. Debido a que los primeros enfermos se relacionaron con una saga iniciada por un paciente conocido por “Mattia”, que parecía haber sido contagiado por un empresario que regresó de Shanghai el 21 de enero y con quien cenó el 1 de febrero.
La presunción se esfumó cuando se supo que el empresario, presunto “paciente cero”, nunca incubó el coronavirus. De ese modo, se esfumó el vínculo epidemiológico que hubiera permitido saber cómo entró el virus a Italia y entender cómo se propaga y por qué lo hace de un modo tan agresivo.
En el caso de Irán, ni siquiera se ha intentado determinar la primera persona en infectarse. Se sabe que, debido a la necesidad de sus relaciones con China para paliar los efectos de las sanciones estadounidenses, demoró en cesar sus vínculos aéreos. La empresa aérea Mahan Air admitió que después de la orden de suspensión, realizó diez vuelos de carga y pasajeros a Shanghai y Beijing, incluso uno a Wuhan.
Desde Irán el virus parece haberse propagado a Líbano, Irak, Kuwait, Bahrein, Omán y Afganistán y Emiratos Arabes.
Aunque parece lejano, más temprano que tarde, llegará el día en que pueda identificarse al último paciente que ojalá sea una persona curada. Ello depende de la consagración de la comunidad médica mundial y de la voluntad política de los líderes involucrados y de la cooperación de las comunidades afectadas. Trabajar, luchar, rezar y practicar la solidaridad son las opciones.