Miles de muertos, crispación entre aliados, ofensivas de propaganda: el nuevo virus se perfila como un cataclismo con consecuencias de largo alcance en la política global.
La pandemia de COVID-19, que dejaba más de 5.000 muertos el viernes y más de 134.000 infectados, golpea un mundo ya alterado con el surgimiento de nacionalistas como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que se han burlado de las reglas de la “globalización”.
“Cuando todo se asiente, no estaremos en el mismo lugar que estábamos hace apenas una semana”, dijo Jon Alterman, analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington.
“Sabemos que los gobiernos se tambalerarán cuando los ciudadanos juzguen que han respondido mal a la crisis. Sabemos que las economías se verán afectadas y es probable que algunas colapsen”, afirmó.
Trump, que inicialmente descartó los riesgos del Covid-19, impuso abruptamente esta semana una prohibición de 30 días a la mayoría de los viajes desde Europa continental que empieza a regir la medianoche de este viernes, y prometió enfrentar el “virus extranjero”.
Los líderes de la Unión Europea se indignaron con la medida, que generó caos en los aeropuertos, y dijeron que no habían sido consultados, lo cual Trump reconoció.
Kelly Magsamen, analista del Centro para el Progreso Americano, de tendencia izquierdista, dijo que la medida de Trump solo aumentará las interrogantes sobre el papel histórico de liderazgo de Washington.
“Muchos socios y aliados dicen: ¿se puede confiar en que Estados Unidos lidere los principales desafíos mundiales, ya sea una pandemia o el cambio climático o la no proliferación de armas nucleares?”, se preguntó.
“Esto tendrá efectos en otras dimensiones de nuestra relación”, concluyó.
Pelea EE.UU.-China
El COVID-19 fue reportado por primera vez en diciembre en la metrópoli china de Wuhan. Probablemente surgió en un mercado que vendía animales exóticos para consumo humano, y Pekín trató de ocultar la noticia, incluso deteniendo al médico que hizo sonar la alarma.
Pero China ha tratado de contrarrestar su respuesta inicial al COVID-19, con la visita del presidente Xi Jinping a Wuhan la semana pasada para anunciar el éxito en la contención del brote.
China ha enviado equipos médicos a Italia, el segundo país más afectado, y a España, destacando que su modelo autoritario fue decisivo para detener la propagación.
También utilizó la crisis para atacar a Estados Unidos, que desde la llegada al poder de Trump trata de combatir la influencia de Pekín en todas las áreas.
Un artículo en el diario estatal chino Global Times insinuaba que China podría detener las exportaciones de tapabocas y otro equipamiento médico si Washington sigue presionando contra la expansión del gigante tecnológico Huawei.
China y Rusia también han promovido teorías de conspiración infundadas para desacreditar a Estados Unidos.
El portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, sugirió en Twitter que el ejército estadounidense pudo haber llevado el nuevo coronavirus a Wuhan.
La administración Trump, que ha ofrecido 100 millones de dólares en asistencia en todo el mundo para ayudar a enfrentar la pandemia, intentó a su vez asociar a China con el COVID-19.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, habla del “virus de Wuhan” y el senador republicano Tom Cotton prometió que Estados Unidos “responsabilizará a quienes infligieron esto al mundo”.
¿La venganza de los tecnócratas?
Michael Green, principal asesor para temas de Asia del expresidente George W. Bush, dudó de que China convenza mucho con sus “argumentos sobre los fallos de la democracia”.
Pero agregó: “Eso no significa que Estados Unidos gane esta batalla de información”.
Green, ahora vicepresidente senior del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, señaló que una consecuencia más amplia de todo esto puede ser una narrativa política cambiante.
Xi, una vez visto como intocable en China, ha enfrentado críticas, en tanto los ciudadanos apoyan en las redes sociales a los médicos. Los estadounidenses de todas las filas políticas han elogiado por su parte a Anthony Fauci, el jefe del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas.
La sorpresiva victoria de Trump en 2016, la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea y otras victorias populistas se consideraron una prueba “de que los tecnócratas fracasaron” tras la Gran Recesión de finales de la década de 2000 y la guerra de Irak, dijo Green.
“Creo que es muy posible que el resultado macro esta vez sea que los populistas políticos fracasaron y son los tecnócratas los que emergen como héroes”, dijo Green.
“Ya veremos. Pero puede ser así como cambie la historia política en este capítulo”.
Con información de AFP
Por Redacción Por Esto!