ABIYÁN, Costa de Marfil, 16 de abril (AFP).- Un gesto positivo, pero que debería ir mucho más lejos, es la opinión generalizada en África tras el anuncio de una suspensión de servicios de la deuda durante un año para ayudar a los países pobres a enfrentar la pandemia de covid-19 y su devastador impacto.
“Es un soplo de oxígeno”, consideró Qutes Hasane Buker, responsable de análisis presupuestario de Alternative Citizen Space (AEC), una de las oenegés más importantes de Níger, tras la decisión, el miércoles, del G20 de suspender por un año la amortización de la deuda para los países más pobres, lo que incluye a unos 40 africanos.
“Se prevén muchos gastos en el marco de la lucha contra la pandemia del coronavirus, el hecho de que haya una moratoria permite a estos Estados movilizar los recursos que podrían estar destinados a pagar la deuda pública”, explica Bukar.
Hasta ahora, África se ha visto poco afectada por la epidemia, según balances oficiales, aunque existe el temor de que se produzca un gran brote de la enfermedad en un continente donde los sistemas de salud son claramente insuficientes, por lo tanto con consecuencias económicas devastadoras.
El Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) han advertido que el África subsahariana conocerá en 2020 su primera recesión económica generalizada en 25 años.
“Esta suspensión de deuda permitirá a los países africanos respirar un poco, pero no significa su anulación”, señaló Djidenu Kpoton, analista económico beninés.
La moratoria sobre la deuda de los países pobres debería “liberar 20,000 millones de dólares”, destacó el ministro de Finanzas saudita, Mohamed al Jadan, el miércoles tras la reunión del G20. El endeudamiento total del continente africano está estimado en 365,000 millones de dólares, de los cuales aproximadamente un tercio el acreedor es China.
La moratoria “permitirá a las economías africanas no sumergirse en un futuro inmediato, pero si no encontramos otras soluciones, nos dirigimos hacia el desastre”, consideró el economista marfileño Jean Alabro.
“La mayoría de nuestras economías dependen del exterior. Los dos tercios de nuestras exportaciones son de materias primas o productos semiacabados. Pero la demanda internacional descenderá y los precios bajarán”, advirtió el economista senegalés Demba Mussa Dembelé, director del Foro africano de alternativas.