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¡Miserables!

Pedro Díaz Arcia

En algunos lugares suele decirse que “mendigo es el que pide, méndigo el que no da”. Pero, ¿cómo llamar a quienes teniendo no dan e impiden que otros lo hagan? La palabra para definirlos es simple y directa: ¡Miserables!

Estados Unidos ha recibido suministros de China y Rusia como ayuda para enfrentar la pandemia que se desplaza sin muros de contención. Un avión de alto porte, procedente de Rusia, aterrizó el miércoles en el aeropuerto John F. Kennedy, en Nueva York, epicentro del covid-19 en el territorio nacional, con 60 toneladas de insumos médicos en momentos en que comienzan a escasear.

El presidente Donald Trump expresó que el envío de China “fue fantástico”; Sobre la ayuda de Rusia dijo que les había enviado “un avión, muy, muy grande cargado de cosas, equipo médico, lo cual fue muy agradable”. Hay quienes lo consideran demostrativo de la pérdida de liderazgo de Estados Unidos.

Respecto a los donativos, ¿cómo se explica, cómo se entiende que el país más poderoso del mundo, hasta ahora, reciba apoyo con una mano y con la otra cercene la ayuda humanitaria a Cuba?

El fundador del gigante electrónico Alibaba y de la Fundación china que lleva su nombre, Jack Ma, de naturaleza altruista, ya había enviado a Estados Unidos 500,000 kits y un millón de mascarillas; así como significativas partidas a países asiáticos, europeos y africanos.

Cuando llegó el momento de hacer una remisión a países de América Latina y el Caribe, la firma estadounidense contratada para su transporte declinó viajar a Cuba llevando mascarillas, kits de diagnóstico rápido y ventiladores, debido a las regulaciones establecidas por el bloqueo económico, comercial y financiero contra la isla caribeña.

Los cubanos no podemos definir la infame actitud como falta de solidaridad, que no se puede esperar de los mezquinos, sino de un acto de “genocidio viral”, acudiendo a una frase del Papa Francisco. Algo insólito pero real. Unos 190 países votan cada año por el inmediato levantamiento del bloqueo, pero el sable sigue hincado en el corazón de América. Y no pasa nada.

¿Cambiará el actual Orden Internacional como resultado de los estragos causados por el virus y lo que estaría por venir?

Es algo antológico que la política interna y exterior de Estados Unidos se supedita a los intereses económicos y financieros del capital a través de la cúpula del poder y mediante el comodín electoral del bipartidismo. Así se suceden los gobiernos sin que influyan, no pueden, en un cambio radical del orden social. Algo parecido pasa con sus aliados de Europa o Asia, por ejemplo.

Los ricos deben ser cada vez más ricos, como casta intocable, y los pobres pagar por el resultado de la desigualdad. El método está diseñado para que una elite atesore el grueso de las riquezas producidas, aunque cambien sus rostros en la pugna habitual de la competencia.

Si es necesario crear enemigos, dentro o fuera, no faltarán las causas; y si se necesita ir a una guerra, fuente de estímulo para los capitales, pues se inventa el pretexto, ese es el papel del Pentágono con la supervisión del Complejo Militar Industrial. Así funciona la maquinaria del sistema empresarial dominante y el mandato de turno en la Casa Blanca, como un mecanismo que se retroalimenta a sí mismo.

¿Habrá cambios en el manejo del sistema corporativo luego de la debacle productiva, económica, financiera y de suministros globales causadas por el nuevo coronavirus?

¿Surgirá del caos actual un nuevo Orden Económico y Social, por el que tanto han luchado los países en desarrollo?

Hay que esperar, porque la pandemia por una parte ha sacado lo mejor de la naturaleza humana; y por la otra lo peor.

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