Internacional

En Venezuela: Roma paga a los traidores

Gustavo Robreño

El conocido y viejo adagio de que “Roma paga a los traidores, pero los desprecia”, se ha visto confirmado una vez más a raíz de la frustrada incursión marítima mercenaria con fines criminales contra la República Bolivariana de Venezuela. Cuando su principal inspirador y organizador -Donald Trump-, se burla de sus propios contratados e intenta tomar distancia de su ineficiencia y fracaso bochornoso.

John Kennedy tuvo al menos el valor de reconocer su total responsabilidad por haber lanzado la invasión mercenaria contra Cuba en abril de 1961, desbaratada en menos de 72 horas por las fuerzas del pueblo patriótico y revolucionario.

Trump, cobarde y escurridizo, no es capaz de enfrentar sus propias culpas y ahora amenaza veladamente con una futura invasión directa, en la cual seguramente él no irá en primera fila.

El pueblo venezolano mostró nuevamente por qué es el hijo indoblegable e irreductible de Bolívar y Chávez y es la “cuna de la libertad de América”, tal como lo proclamó José Martí.

Este nuevo fiasco del Gobierno imperialista de Estados Unidos, que no será el último, permitió, sin embargo, apreciar y comprobar aristas novedosas que profundizan y esclarecen a la vez el carácter mercenario y esencialmente antivenezolano de la pandilla golpista de Guaidó, o lo que queda de ella.

Una de estas, por ejemplo, es el vínculo abierto con los capos del narcotráfico colombiano y sus protectores Alvaro Uribe e Iván Duque, y el papel de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) como cómplice y cobertura de estas acciones desenmascaradas, y mostrándose así como asociada del narcotráfico internacional, cual realmente es.

Para colmo, todo estaba amparado por un contrato suscrito con la empresa estadounidense Silvercorp, dedicada a la contratación de mercenarios y dirigida por un ex escolta de Donald Trump, según las numerosas pruebas aportadas por el Gobierno bolivariano. Más de 200 millones de dólares pagaba el payaso Guaidó a Silvercorp una vez cumplido el delirante plan, que supuestamente pondría fin a la soberanía venezolana y convertiría al país y a todas sus riquezas en una inverosímil sucursal de Silvercorp.

En esta ocasión, no podemos olvidar a otro mercenario que, a prudente distancia, contempla en absoluto silencio todo lo sucedido. Se trata de Luis Almagro, quien desde su bien remunerada OEA coopera íntimamente con el régimen e Trump en estas conspiraciones que lo acercan, cada vez más sospechosamente, al narcotráfico internacional.

Los pueblos de América Latina y el Caribe, así como gobiernos de la región que hoy se conducen con dignidad e independencia, tienen la oportunidad de extraer apropiadas conclusiones y enseñanzas de episodios como este que acaba de ocurrir en la hermana Venezuela.

(gustavo.robreno@nauta.cu)