Pedro Díaz Arcia
La denominada “lista negra” de los Países patrocinadores del terrorismo internacional la aprueba el Departamento de Estado de Estados Unidos. La práctica se inició en diciembre de 1979 y la inclusión implica severas sanciones, entre ellas: las restricciones en la ayuda económica y financiera; el bloqueo de créditos por el Banco Mundial y entidades similares; y la posible prohibición a que sus ciudadanos establezcan relaciones financieras con esos países. La selección es absolutamente arbitraria.
La Asamblea General de las Naciones Unidas creó un comité en 1972 para que estudiara el tema y propusiera una definición de terrorismo. Años después, en1979, la comisión no presentó la definición al plenario. Era la posición de los países occidentales por temor a que se incluyera la tipología de “Estados terroristas”. Los países en desarrollo, por su parte, temían que se calificara como terrorista la lucha por la liberación nacional.
Quizá Estados Unidos aprovechó el vacío para abrogarse el derecho de definir cuándo y por qué un país u organización es terrorista o promueve el terrorismo. De existir la caracterización de terrorismo de Estado, Washington encabezaría la lista.
Cuba había sido agregada en 1982 por atención médica y política a miembros de las FARC y de ETA, aunque no militar; y retirada en el 2015 por el Gobierno de Barack Obama, ahora regresó con Donald Trump; junto a Irán, Siria, Sudán y a los restantes países.
Irak, que estaba en la lista inaugural, fue excluido en 1982, retornó en 1990; pero fue retirado definitivamente en el 2003 tras la invasión estadunidense. La política está reglamentada: registran a un país “indeseado”, lo ocupan militarmente, colocan a un gobierno títere, se hacen de sus recursos naturales, también del enclave, y más tarde lo eximen de las sanciones.
¿Por qué no está Israel en la relación? Es su principal aliado en la región. El Estado genocida de Tel Aviv es el mayor receptor de ayuda estadounidense desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. En un período de diez años, iniciado en el 2019, recibirá 38.000 millones de dólares de ayuda militar.
¿Está Afganistán en la nómina? No, nunca estuvo, debido a que el régimen talibán no era legítimo. ¿No fue Al-Qaeda, creada por la CIA para combatir a los soldados soviéticos en Afganistán, el autor de los atentados del 11 de septiembre del 2001? ¿Por qué ahora no se incluye? No es conveniente, Washington firmó un acuerdo de paz con Kabul. El secretario de Estado, Mike Pompeo, participó hace poco en la ceremonia en Doha, Qatar. Mientras se mantienen más de 12,000 soldados estadounidenses en el país, donde perdieron 2,400 soldados, según la cifra oficial.
Sin embargo, días después del pacto intercambiaron ataques, y los talibanes fueron bombardeados por aviones norteamericanos; aun así, Afganistán no estará en el “eje del mal”.
En mi artículo “Cuba, mitos y realidades”, publicado en el diario POR ESTO! en mayo del año 2015, escribí: “Más que un relieve geográfico ubicado entre coordenadas, Cuba es una dimensión desafiante para los investigadores. Algunos consideran que es una simbiosis entre el materialismo dialéctico y el realismo mágico; un pequeño archipiélago del mar del Norte que ha resistido un sitio cinco veces más extenso que el de Troya. Un mundo donde se esfuma el límite entre el mito y la realidad.
“Sería recomendable para los estudiosos del tema tener en cuenta que la independencia cubana no fue un regalo del destino, sino que se logró bajo el trino de sus cornetas de combate”.
Cuando la ultraderecha republicana de Florida no pudo evitar que nuestra nación fuera excluida en el 2015 de la humillante lista de países Promotores del Terrorismo, un cubanoamericano concluyó que la historia incongruente y surrealista de Estados Unidos hacia Cuba podría llamarse “La resistencia de la irracionalidad”.