Internacional

Alfredo García

Ayer se cumplieron 75 años del fin de la II Guerra Mundial en Europa, en medio de similar horror y estragos del que vivió la humanidad entre 1939 y 1945, provocado por el “enemigo invisible” del coronavirus.

No se ven los bombardeos ni se escuchan los cañonazos, pero todos los días mueren miles de personas en todas las regiones del planeta, los sistemas de salud se tensan, la población se aísla y la crisis económica por la parálisis de la industria y el freno del comercio, asola a países ricos y pobres.

“Es la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial”, afirmó el secretario general de la ONU, António Guterres, tras hacer un llamado a una “respuesta multilateral a gran escala”.

La firma de rendición de la Alemania nazi se realizó a media noche del 8 de mayo de 1945 en la localidad de Karlshorst, Berlín. Por la parte alemana, firmaron el Mariscal, Wilheim Keitel, el Almirante, Hans-Georg von Friederburg y el General, Hans-Jurgen Stumpf, comandantes jefes de la Armada, Infantería y el Ejército del aire respectivamente; y en representación de la parte aliada, el Mariscal soviético, Gueorgui K. Zhúkov, encargado de la firma oficial de la rendición.

El conflicto mundial fue iniciado por el líder del Partido Nazi y canciller imperial alemán, Adolfo Hitler, al ordenar la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939, junto a Italia, Japón y varios aliados europeos que formaron el Pacto del Eje. La alianza nazi-fascista fue enfrentada por Francia, Reino Unido, URSS y Estados Unidos e involucró a más de 100 países o territorio dependientes. La capitulación de Alemania arrastró a sus aliados europeos excepto Japón, que siguió combatiendo.

Tres meses después de la victoria aliada sobre Alemania, el presidente de Estados Unidos, Harry Truman, ordenó el bombardeo atómico contra la población civil de las islas de Hiroshima y Nagasaki, obligando al Imperio Japonés a la rendición incondicional.

La II Guerra Mundial, superó con creces en horror, destrucción y sufrimiento humano al primer conflicto global.

Las dos guerras mundiales que en tan breve tiempo devastaron el mundo, fueron causadas por diferencias ideológicas y ambiciones territoriales de los países europeos, formados por centenarias y violentas culturas feudales.

La analogía de la pandemia con los dos conflictos bélicos mundiales, desborda la irracionalidad del hombre, pues no se trata del choque de diferentes doctrinas sino de la extinción de la especie humana. Sin embargo, la gran alianza internacional que derrotó el nazi-fascismo, está siendo superada frente a un enemigo supremo. Si mayor y generalizado es el peligro, superior es la estrategia internacional para combatirlo.

En las dos guerras mundiales, las consecuencias derivadas del conflicto transformaron al mundo. La razón civilizada prevaleció y el sentimiento humanista creció, pero las diferencias ideológicas se hicieron más agudas. La ciencia y la tecnología, se pusieron al servicio de un nuevo conflicto mundial, amenazando la destrucción del planeta.

El incorpóreo poder del coronavirus, que agrede sin distinguir sexo, raza o ideologías, incuba su debilidad. A pesar de sus diferencias, las grandes potencias van constituyendo un frente unitario ante el enemigo común, concentrando en la ciencia y en una explosión de solidaridad humana, el reto del mortal virus. La lucha será difícil y costosa, pero la alianza multilateral derrotará la pandemia. Como consecuencia, surgirá una mayor toma de conciencia sobre la convivencia pacífica y la cooperación entre naciones. Tal vez, cuando en 2045 se celebre el centenario del fin de la II Guerra Mundial, la humanidad disfrute de un mundo mejor.