Internacional

Manuel E. Yepe

El Orden Mundial Liberal fue construido de manera sangrienta en todo el mundo. Ahora que los estadounidenses comienzan a experimentar su declive, sería bueno que se identificaran también con los motivos de que esto esté ocurriendo.

A ese propósito, el escritor y periodista estadounidense Vincent Bevins ha publicado un interesante estudio (del que cito algunos datos históricos significativos) sobre sus experiencias en Indonesia, donde trabajó varios años como periodista y se le considera un importante experto occidental en esa región.

En 1965, el Mayor General del ejército indonesio Mohammed Suharto, “inspirado” por el gobierno de Estados Unidos, aplastó el movimiento comunista de Indonesia, desplazó al dirigente electo Ahmed Sukarno, padre fundador del país, y gobernó al país durante 32 años.

Entre 1965 y 1966, Washington patrocinó el asesinato de un millón de civiles indonesios, lo que constituyó uno de los puntos de inflexión más importantes de la Guerra Fría.

Indonesia es el cuarto país más poblado del mundo, y los políticos yanquis de la época entendieron que era un premio más valioso que Vietnam. Como no murieron soldados estadounidenses, se prestó poca atención a las pérdidas en un país aparentemente arrastrado a la órbita de Estados Unidos de similar manera a la que estaba siendo utilizada para compulsar a muchos otros países.

Pero aquel proceso no fue natural. El ejército indonesio, con apoyo de Estados Unidos, utilizó un levantamiento fallido como pretexto para aplastar a la izquierda indonesia, cuya influencia Washington había tratado sin éxito de contrarrestar durante una década. Tras de ello, tomó el control del país.

Documentos recientemente desclasificados dejan claro que Estados Unidos instigó y organizó el asesinato en masa en Indonesia proporcionando apoyo material al alzamiento, fomentó asesinatos y recompensó a los autores.

Con ello destruyó al popular y desarmado Partido Comunista de Indonesia, el mayor partido comunista fuera de China y la Unión Soviética, y derrocó al presidente Ahmed Sukarno, líder fundador del Movimiento de los Países No Alineados y antiimperialista declarado, sustituyéndolo por el general Suharto, un dictador de derecha que pronto se convirtió en uno de los aliados más importantes de Washington en la Guerra Fría.

Esta fue una gran victoria para el movimiento anticomunista global, de ahí que en todo el mundo los grupos de extrema derecha de todo el mundo comenzaron a inspirarse en el modelo de “Jakarta” y a construir programas similares asistidos por oficiales estadounidenses y organizaciones anticomunistas internacionales y regionales.

En respuesta, los movimientos de izquierda se radicalizaron o tomaron las armas, comprendiendo que serían asesinados si intentaban el camino de un supuesto “socialismo democrático”.

En 1973, los terroristas de derecha en Chile pintaron letreros de “Jakarta” en las casas de los socialistas, amenazándoles con ello a que serían asesinados tras el golpe pinochetista de la CIA de entonces.

Los izquierdistas brasileños también fueron amenazados con la “Operación Jakarta”. A finales de los 70 casi toda Sudamérica estaba gobernada por gobiernos autoritarios de derecha que se aseguraban el poder mediante asesinatos en masa. Para 1990, los escuadrones de la muerte en América Central elevaron el número de muertes en América Latina en cientos de miles.

En América del Norte y Europa, con demasiada frecuencia, Estados Unidos se ha aliado con sanguinarios personajes capaces de las torturas y abusos más crueles. Estados Unidos ha estado siempre detrás de la más desalmada violencia, y no ha sido para nada inconsecuente.

“Ninguna persona inteligente y razonable niega las grandes cosas que Estados Unidos ha aportado a la humanidad en el siglo XX, o que muchos países disfrutaron de prosperidad mientras estaban en felices alianzas con Washington. Pero a medida que nos adentramos en el siglo XXI, los estadounidenses van a tener que enfrentarse al lado más oscuro de la hegemonía norteamericana -porque gran parte del resto del mundo ya lo ha hecho.

“Aún no sabemos cómo se vería el mundo si China tomara la posición que Estados Unidos está perdiendo. Mientras los estadounidenses se dan cuenta (y se preocupan) por la posición disminuida de su país en el mundo, tendrán que entender que Estados Unidos no es, nunca ha sido, respetado como faro de libertad, democracia y derechos humanos, pero al no reconocer la realidad, en desesperado intento de recuperar el supuesto orden mundial perdido, podría resultar muy peligroso para todos”, apunta Vincent Bevins.

(http://manuelyepe.wordpress.com)

(*) Este artículo se puede reproducir citando al periódico POR ESTO! como fuente.