Internacional

Muere el excomandante sandinista Edén Pastora

Falleció de un paro respiratorio a los 83 años

MANAGUA, Nicaragua, 16 de junio (AP/AFP).- El exguerrillero nicaragüense Edén Pastora, una de las figuras más controvertidas e icónicas del izquierdista Frente Sandinista, falleció a los 83 años en un hospital de Managua, se informó el martes.

Álvaro Pastora, hijo del mítico excomandante, confirmó a The Associated Press que su padre murió a la una de la madrugada en el Hospital Militar, donde estaba internado desde el 2 de junio, de “un paro respiratorio”. La noticia fue difundida más temprano en medios de prensa oficialistas y a través de activistas sandinistas en las redes sociales, sin conocerse de inmediato una reacción del gobierno.

Más tarde, en sus habituales declaraciones de mediodía a través de los medios oficiales, la vicepresidenta Rosario Murillo oficializó la muerte de Pastora, al señalar que el exguerrillero “inició hoy su tránsito hacia otro plano de vida”.

“Y la leyenda crece y Edén Pastora nace hoy en el cielo eterno de los héroes. Pasa a ese otro plano vibrante, esperanzado de vida, a esos paraísos que dios tiene reservados para el ser humano que entrega su corazón para amar y servir al prójimo (…) Edén, cuánto te queremos, hasta siempre”, dijo Murillo.

En las últimas semanas, más de una veintena de funcionarios del gobierno de Daniel Ortega, diputados y conocidas figuras del sandinismo fallecieron tras enfermar repentinamente. El gobierno, que se ha negado a decretar medidas de distanciamiento ante la pandemia del COVID-19, no reveló la causa de esas muertes.

Edén Atanacio Pastora Gómez nació el 15 de noviembre de 1936 en Ciudad Darío, en la norteña provincia de Matagalpa. Fue uno de los más conocidos guerrilleros del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), movimiento que tomó el poder en 1979 tras derrocar al dictador Anastasio Somoza y lo perdió en las urnas en 1990.

Durante la lucha contra Somoza, Pastora dirigió un frente con retaguardia en Costa Rica. “No soy héroe, sólo hice lo que debía”, dijo en distintas entrevistas Pastora, un personaje locuaz, folclórico y con una evidente debilidad por las cámaras.

Pastora fue tal vez el guerrillero más fotografiado del planeta aquel 22 de agosto de 1978 cuando unos 25 sandinistas armados bajo su mando asaltaron el Palacio Nacional, sede del Congreso, en una espectacular acción que ayudó a la caída de Somoza y al inicio de la revolución sandinista.

Opositor y aliado

Tras romper con los sandinistas en 1981, Pastora se radicó en Costa Rica y creó la Alianza Revolucionaria Democrática (ARDE), que retomó la lucha armada para combatir a sus excamaradas desde el sur de Nicaragua.

En 1984, durante una conferencia de prensa, fue objeto de un atentado en la localidad de La Penca, norte de Costa Rica. Resultó ileso, pero murieron 11 personas, entre ellos varios periodistas.

Tras la derrota electoral sandinista en 1990, Pastora permaneció en Costa Rica, donde obtuvo la ciudadanía y se dedicó a la pesca y el turismo.

A su regreso a Nicaragua se incorporó a la vida política y en 1996 intentó ser candidato a la presidencia, pero fue inhibido por el Consejo Supremo Electoral (CSE) por tener la doble nacionalidad nicaragüense y costarricense.

Tras años de distanciamiento con el FSLN, Pastora se reconcilió con Ortega cuando éste retornó al poder en 2007, y lo defendió de los señalamientos de sus rivales de ser una dictador.

“Combatí los errores políticos y morales que pusieron en peligro al Estado revolucionario con un fusil en la mano, dirigiendo a miles de hombres. Ahora (que Ortega) lo está haciendo (bien), sería inconsecuente contra todo lo que yo decía” si lo criticara, dijo Pastora en una entrevista con AFP en 2008.

Pastora estuvo en el centro de una disputa fronteriza entre Nicaragua y Costa Rica que estalló en octubre de 2010, a raíz de las obras de dragado del río San Juan, a cargo del exguerrillero. Costa Rica acuso a Nicaragua de incursionar militarmente en su territorio y de lanzar sedimentos que provocaron daños ambientales. La Corte Internacional de Justicia condenó a Nicaragua en 2018 a pagar una millonaria indemnización por el caso.