Martha Sepúlveda planeaba morir el domingo pero sigue viva. Su eutanasia aprobada y luego cancelada a último momento evidencia los obstáculos que enfrentan los pacientes para acceder al procedimiento en Colombia, único país de América Latina donde la muerte asistida está despenalizada.
"Cobarde seré, pero no quiero sufrir más, estoy cansada", había dicho en una entrevista con Caracol Televisión el 3 de octubre la mujer de 51 años, enferma de esclerosis lateral amiotrófica.
Su fallecimiento estaba pactado para el domingo a las 7:00 de la mañana y ella se convertiría en la primera colombiana en recibir la eutanasia sin ser una paciente en fase terminal.
La Corte Constitucional, que vela por el cumplimiento de la Carta Magna, decidió en julio extender "el derecho a la muerte digna" a quienes padezcan "un intenso sufrimiento físico o psíquico proveniente de lesión corporal o enfermedad grave e incurable".
Es el caso de Martha, que sufre fuertes dolores y dificultad para caminar, síntomas de esta enfermedad neurodegenerativa sin cura.
Su eutanasia recibió luz verde por tratarse de una paciente con "enfermedad incurable avanzada", "síntomas físicos y/o psicológicos que generan sufrimiento" y "capacidad para la toma de decisiones", señaló el Instituto Colombiano del Dolor (ICODOL), encargado del procedimiento.
Pero el viernes, un documento escueto que llegó por debajo de su puerta le anunció la cancelación de la eutanasia por determinación "unánime" del comité médico que antes la había aprobado.
Iglesia en contra
La iglesia católica le pidió a Martha "reflexionar sobre su decisión", pues "la muerte no puede ser la respuesta terapéutica al dolor y al sufrimiento en ningún caso", de acuerdo a un comunicado.
"Dios no me quiere ver sufrir a mí", respondió la mujer, que se define como católica y escogió fallecer un domingo en honor a su religión.
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aarl