Este 14 de septiembre, el sindicato United Auto Workers (UAW) se declaró oficialmente en huelga tras no alcanzar acuerdos sobre un nuevo contrato con Ford, General Motors y Stellantis, fabricante de Chrysler.
Shawn Fain, presidente del sindicato aseguró que los casi 150 mil miembros de la organización estaban preparados para iniciar la huelga pidiéndoles estar listos para dejar tres plantas: en Wentzville, Missouri; Toledo, Ohio; y Fordy en Wayne, Michigan, Estados Unidos.
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Entre las peticiones del sindicato se encuentra un aumento salarial general del 46 por ciento en cuatro años, una semana de 32 horas con 40 horas de pago, el restablecimiento de las pensiones tradicionales para los nuevos empleados, representación sindical de los trabajadores en nuevas plantas de baterías, restauración de las pensiones tradicionales y eliminación de niveles salariales.
Actualmente, los trabajadores de las plantas de ensamblaje de mayor escala del UAW ganan alrededor de $32 dólares la hora, más cheques anuales de participación en las ganancias.
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Por el lado de las armadoras, GM ha ofrecido un aumento salarial del 10 por ciento bajo un nuevo contrato de cuatro años, más dos pagos únicos adicionales del 3 por ciento.
También ofrece un pago de inflación de 6 mil dólares; 5 mil dólares más en sumas globales para proteger contra la inflación durante el contrato y un bono de ratificación del contrato de 5 mil dólares.
La compañía no dijo cuándo entrarían en vigor los aumentos salariales o las otras prestaciones.
Tras el paro de las armadoras, este viernes la Bolsa de Nueva York abrió a la baja ante el temor de las consecuencias que pueda traer a la economía, esta huelga.
En este mismo sentido, analistas económicos consideran que una pausa prolongada en la producción de automóviles acarrearía una reacción negativa en cadena en diferentes sectores de la economía estadounidense.
Cálculos de Anderson Economic Group estiman que tan sólo 10 días de huelga le podrían costar 5 mil millones de dólares a la economía del país.
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