Una catastrófica inundación en la provincia de Baghlan, situada en el norte de Afganistán, ha causado la muerte de al menos 300 personas, según el Programa de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA).
Este desastre natural, exacerbado por lluvias inusualmente intensas en las últimas semanas, no solo ha afectado a Baghlan sino que también ha extendido su impacto a otras provincias del país asiático.
El PMA ha respondido al desastre distribuyendo alimentos entre los supervivientes, mientras que en un informe, señala la destrucción de más de mil hogares debido a las violentas inundaciones.
Por su parte, el gobierno interino de los talibanes ha proporcionado una cifra más conservadora de 153 fallecidos en varias provincias, incluyendo 131 en Baghlan, 21 en Takhar y 2 en Badakhshan, aunque esta cifra podría aumentar a medida que avancen las operaciones de rescate y se recopilen más datos.
El portavoz del Ministerio del Interior afgano, Abdul Mateen Qani, confirmó la gravedad de la situación, indicando que el número de víctimas es considerablemente alto y que cientos han resultado heridos.
Añadió que las autoridades están movilizando todos los recursos disponibles para las operaciones de rescate.
Las provincias de Samangan, Faryab, Herat y Ghor también han sido afectadas por este evento climático extremo, aunque los detalles específicos sobre el número de fallecidos en estas áreas aún no han sido revelados.
Zabiullah Mujahid, el principal portavoz de los talibanes, en un comunicado expresó su profunda tristeza por las vidas perdidas y daños sufridos, ordenando la movilización de esfuerzos para ayudar a los afectados.
Este desastre subraya la vulnerabilidad de Afganistán frente a fenómenos meteorológicos extremos y su falta de preparación para adaptarse a los efectos del cambio climático, como se destacó en un reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
Además, la situación se agrava debido a la interrupción de las ayudas internacionales y la congelación de fondos tras la toma de poder por los talibanes en agosto de 2021.
En contextos similares anteriores, como las inundaciones de julio de 2021 en la región de Nuristán, donde murieron al menos 260 personas, Afganistán ya había mostrado señales de su sensibilidad a estas catástrofes naturales.
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