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Jonathan Bloomer, presidente de Morgan Stanley International, y su esposa fallecieron en el naufragio del yate de Mike Lynch en Italia, rodeados de controversias sobre las causas del accidente

Jonathan Bloomer, presidente de Morgan Stanley International, y su esposa fallecieron tras el hundimiento del yate Bayesian en las costas de Italia. El yate, propiedad del magnate británico Mike Lynch, se hundió repentinamente durante una tormenta, dejando varias víctimas, incluidas otras figuras prominentes.

En un comunicado emitido el jueves, la familia de Jonathan Bloomer destacó el legado de la pareja: "Eran personas increíbles y una fuente de inspiración para muchos, pero por encima de todo, se centraban en su familia y la amaban". La declaración subraya la conexión y dedicación que los Bloomer compartieron durante cinco décadas de matrimonio, encontrando consuelo en que "siguen juntos hoy".

Controversias sobre el naufragio: ¿Error humano?

El trágico hundimiento ha desatado un debate sobre las causas del accidente. Inicialmente, se informó que el mástil de 75 metros del yate se había roto, pero nuevos datos sugieren que esto podría no haber sido el caso. La rapidez con la que el barco se hundió y la ausencia de daños en las embarcaciones cercanas han planteado interrogantes sobre si la quilla lastrada, esencial para la estabilidad del mástil, estaba en la posición adecuada durante la tormenta.

Giovanni Costantino, patrón de The Italian Sea Group y propietario del astillero Perini Navi, fabricante del yate Bayesian, insinuó un posible error humano. En una entrevista con el Corriere della Sera, Costantino señaló que "todo lo ocurrido apunta a una larga serie de errores". Añadió que los pasajeros no deberían haber estado en sus camarotes y que el barco no debería haber estado fondeado en esas condiciones.

Costantino enfatizó que un yate de Perini Navi había resistido el Huracán Katrina, un fenómeno de categoría 5, lo que hace que el hundimiento del Bayesian durante una tormenta menos intensa sea aún más desconcertante. "Es costumbre que cuando el barco está fondeado haya un guardia en cubierta, y si estaba allí, no podía no haber visto venir la tormenta", afirmó.

Una tragedia que podría haberse evitado

El naufragio dejó a los pasajeros atrapados en sus camarotes, una situación descrita por Costantino como una "trampa mortal". "Cayeron en una trampa, estas pobres personas acabaron como ratones", lamentó el armador.

IO