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México

'Vamos a la tierra prometida”

HUIXTLA, Chiapas, 22 de octubre (AP).- Después de medio día de exhaustiva caminata que les permitió avanzar unos 45 kilómetros por el sur de México, un primer grupo de migrantes centroamericanos alcanzó el lunes el municipio de Huixtla, en el estado de Chiapas.

Recién llegados desde Tapachula, y tras haber soportado un sol ardiente, rápidamente buscaron lugares con pasto en una plaza pública para pasar la noche.

Marlon Aníbal Castellanos, un antiguo chofer de camión de 27 años y originario de San Pedro Sula, Honduras, estaba ocupado colgando pedazos de plástico de un árbol para improvisar un refugio para su esposa y sus dos hijos, un niño de seis y una niña de nueve.

“Es difícil viajar con niños... hoy caminamos seis horas”, dijo. Después ya no pudieron más y tuvieron que pagar 25 pesos a un camión que pasaba para que pudiera transportarlos lo que faltaba del camino hasta Huixtla.

“Es peligroso, no hay ambulancias y si los niños se desmayan, se pueden morir porque no hay ayuda (médica)”, agregó. “Hoy vimos que un señor murió cuando se cayó de un camión. Ahora vamos a poner un carpa para poder descansar”, dijo antes de cambiar a su hijo su primer pañal del día.

En el camino, muchos mexicanos trataban de ayudar a los migrantes -en su mayoría hondureños- y ofrecían agua, artículos de aseo personal y ropa donada a quienes veían pasar por las orillas de la carretera.

Tras haber descansado antes en Tapachula, otra ciudad del sur de México, miles de migrantes reanudaron temprano su marcha a Estados Unidos pese a las nuevas amenazas del presidente Donald Trump.

Carlos Leónidas García Urbina, de 28 años y originario de Tocoa, contó que estaba cortando el césped del jardín de la casa de su padre cuando escuchó pasar la caravana.

“Dejé las tijeras y todo allí en el suelo y me fui a juntar a la caravana con 500 lempiras (unos 20 dólares) en el bolsillo”, dijo a AP. “Vamos a la tierra prometida”.

El hondureño José Aníbal Rivera, un guardia de seguridad desempleado de San Pedro Sula de 52 años, cruzó a México en balsa el domingo y caminó hasta Tapachula desde Ciudad Hidalgo para unirse a la caravana. “Vienen como 500 personas más atrás de mí”, dijo.

El hombre busca llegar a la frontera de Estados Unidos, a más de 3,200 kilómetros de distancia en su punto más cercano. “Cualquier cosa que nos pase, aunque me maten, es mejor que regresar a Honduras”, dijo.

Ana Luisa España, una lavadora y planchadora de ropa de Chiquimula, Guatemala, se unió a la caravana al verla pasar. “La meta es cruzar la frontera (de Estados Unidos)”, dijo. “Sólo queremos trabajar y, si me saliera un trabajo en México, lo haría”.

El presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, sugirió el domingo que Estados Unidos, Canadá y su país elaboren un plan conjunto para financiar el desarrollo en las áreas pobres de América Central y el sur de México.

“No queremos acciones temporales porque si no se atiende el problema de fondo, la gente siempre va a buscar la posibilidad de mejorar. La gente no abandona sus pueblos por gusto, lo hace por necesidad”, dijo López Obrador, quien asumirá el cargo el 1 de diciembre.

El salvadoreño Julio Asturias, de 27 años, quiere regresar al estado sureño de Arizona. “Cuando oí que pasaba la caravana me junté” a ella, dijo. El joven fue deportado hace un par de meses después de que la policía lo detuvo porque su automóvil tenía una luz trasera quemada.

En entrevistas a lo largo del viaje los migrantes han dicho que huyen de la violencia, la pobreza y la corrupción generalizadas en Honduras.

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