Lilia Arellano
*Auditorías y revisión de contratos con IP, son el principio
*Urge dar salida a inconformidades y denuncias de usuarios
*Aseguran: Bartlett irá hasta el fondo contra esta corrupción
“Todo necio confunde valor y precio”:
Antonio Machado
Seguramente la auditoría ordenada por López Obrador a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) arrojará la hebra que permita conocer el grado de corrupción existente en esa otra importantísima empresa. De nueva cuenta y tal como sucede en el caso de los combustibles, no son los minirrobos a través de “diablitos” o las conexiones irregulares los causantes de las multimillonarias pérdidas, aun cuando éstos puedan ser numerosos. Las líneas hasta ahora detectadas señalan a las grandes empresas cementeras, mineras, productoras de harinas, las cadenas comerciales, entre muchas otras, como los principales causantes del desequilibrio existente al actuar en complicidad con los funcionarios para realizar cobros mucho menores a los consumos efectuados.
A ello se aúnan las condiciones pactadas con los inversionistas privados productores de energía. Las condiciones mencionan erogaciones mínimas puedan o no entregar el kilowattaje comprometido, con ello garantizan de manera permanente un flujo económico suficiente para operar y obtener ganancias a las cuales llaman “recuperación de inversión”. La forma en la cual Felipe Calderón decidió cerrar la Compañía de Luz y Fuerza, puso en el terreno real las ambiciones por privatizar tanto de la producción como la distribución eléctrica y, aunque se abrieron las puertas para los capitales extranjeros en el primer renglón, no logró llegar al segundo punto, como tampoco pareció interesarle a Peña Nieto al obtener suficientes ganancias con los contratos leoninos para el país otorgados. Con el fin de cerrar el círculo hicieron todo lo posible por llevar a la quiebra a la CFE, irritar a los usuarios para lograr que fueran quienes clamaran por su desaparición y, en el centro, los abusos y robos en los cobros, la contratación de terceros hasta para la colocación de nuevas redes.
Los excesos en beneficio de la iniciativa privada extranjera no tuvieron límites y alcanzaron un subsidio negado en los recibos de consumo de energía doméstico a los de la clase media. Las viviendas de interés medio están registradas como de alto consumo, con lo cual la tarifa por kilowatt se incrementa al tiempo de quedar anulado cualquier apoyo gubernamental. Los procesos para obtener energía de antaño permitieron iluminar todo el país, satisfacer la demanda; en el presente para lograrlo es menester comprarle a los privados una importante carga energética. Descuidaron las hidroeléctricas, dejaron de construirse, inclusive, presas, se cancelaron los calendarios de mantenimiento, entre otras.
En el tema surge, tal y como lo anunciara en su momento el sindicato de la extinta CLyFC, la fibra óptica, renglón sobre el cual también pretendían invadir con capitales privados sin considerar la existencia de un tendido de 47 mil kilómetros ya en propiedad de la CFE.
Según detallan, durante el primer semestre del año anterior la CFE perdió casi 26 mil millones de pesos a causa de los famosos “diablitos” y, al finalizar el año, la cifra se acercó a los 60 mil millones. Sin embargo y al hablar extraoficialmente con un conocedor del funcionamiento interno de la CFE, refirió que son las grandes empresas las que causan el mayor desequilibrio en las finanzas de la CFE. “Ni juntando “diablitos” con las instalaciones irregulares o las que se ven en los puestos callejeros, se alcanzan las cifras evadidas por quienes están acostumbrados a pagar un mínimo de impuestos, cuentan con exenciones de todo tipo y, por si fuera poco, tienen como socios y cómplices a los más altos funcionarios de la segunda empresa pública más importante del país”.
Seguramente que poner en orden este rubro no será tampoco una tarea fácil ni inmediata. Sin embargo, Manuel Bartlett ya debería presentar una ruta crítica que disminuya la gran inconformidad existente entre los usuarios ante los altos registros de consumo de los medidores y por ende el abuso en el cobro de la energía doméstica. Aceptan los de la CFE en las entidades, los aparatos colocados y vendidos como “inteligentes” ni pasaron las pruebas de control de calidad ni fueron uno por uno calibrados, por lo tanto, sus lecturas son inexactas y de un mes a otro el usuario duplica o triplica el número de kilowatts utilizado. Se carece de una dependencia a la cual se pueda acudir para remediar estos asuntos y lo más sabio que hicieron en el pasado y lo sostienen hasta hoy, es la permanencia de un representante en la Profeco con el cual se pueden convenir pagos en abonos, pero no disminuir ni resolver el registro falso de consumo de energía. Con ello evitan se llegue a poner la queja correspondiente y de ahí se viese disminuido el número de éstas.
Agrupaciones de hoteleros y comerciantes han elevado sus quejas por estos abusos, se han hecho llamados para apagar todos los focos y demostrar así la inconformidad existente. Antes de ver crecer este asunto bien harán en instalar de inmediato mesas de inspección y solución, al tiempo de exigir la calibración de los medidores tal y como se marca en los artículos del reglamento de la Comisión Reguladora de Energía. La empresa concesionaria de la venta de estos aparatos, IUSA, tendrá que responder o de lo contrario todo seguirá igual. Antes de que se junten resultados de la auditoría, se haga del conocimiento público de quiénes han participado en saqueo y abusos, se presente una abierta inconformidad de los usuarios y se sume el conflicto con las carboneras, bueno será comenzar a poner algunos remedios.
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