México

PHOENIX/CIUDAD DE MÉXICO, 7 de noviembre (AP).- Una inusual oleada de violencia en el lado sur de la frontera de Arizona con México ha detonado alertas de las autoridades de Estados Unidos y obligado a ciudadanos estadounidenses a pensar cómo viajar más seguros.

Desacostumbrados al tipo de violencia que desde hace mucho tiempo se manifiesta en algunas partes de la frontera entre Texas y México, aquellos que cruzan con frecuencia a territorio mexicano por Arizona señalan que ahora pensarán dos veces antes de viajar por la noche y se recluirán en concurridas zonas comerciales.

“Yo cruzo con mucha frecuencia”, afirmó Ana Borrajo, una chef que reside en Bisbee, Arizona, y quien frecuenta las comunidades mexicanas fronterizas de Agua Prieta y Naco. “Yo acudo al médico, al dentista, salgo a comer, y no me siento amenazada”.

Pero después de un reciente tiroteo fatal en Agua Prieta y la emboscada en que murieron tres mujeres y seis niños aproximadamente a una hora vía terrestre hacia el sur, “trataré de ir durante el día, y trataré de ser más cautelosa”, agregó Borrajo.

Los aterrados residentes de Douglas, Arizona, fueron despertados la madrugada del lunes por el tiroteo que se desató entre grupos de narcotraficantes que se disputan en control de Agua Prieta. El tiroteo estuvo confinado al sur de la frontera y los reportes sugieren que al menos dos personas murieron en el enfrentamiento.

Un tiroteo similar en junio dejó al menos 10 muertos en Agua Prieta y Naco, una población ubicada a 45 minutos por tierra.

Varias horas después del enfrentamiento, mujeres y niños _nueve integrantes de una numerosa familia que posee la doble nacionalidad, estadounidense y mexicana_ murieron a manos de hombres armados pertenecientes a un cártel en una zona remota en las montañas entre los estados de Sonora y Chihuahua. Los ancestros de la familia se separaron desde hace varios años de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pero aún se consideran mormones.

Luego del tiroteo en Agua Prieta, las autoridades de la ciudad de Douglas, Arizona, y el jefe policial del condado Cochise, Mark Dannels, advirtieron a los habitantes a reconsiderar los viajes innecesarios al sur de la frontera.

La guerra empeora

Hubo una época en la que la violencia de la guerra de México contra el narcotráfico, entre 2006 y 2012, conmocionó a los estadounidenses, pero apenas les afectó. En esta ocasión, como en todo lo demás en el renovado conflicto del país con los cárteles, es peor.

El asesinato de tres mujeres estadounidenses y seis de sus hijos, algunos de ellos bebés, el lunes en el estado norteño de Sonora dejó en evidencia la vieja creencia de que los cárteles del narcotráfico evitarían matar a extranjeros, mujeres o niños. Pero no fue ni la primera ni la única vez.

Los niños pasan a ser víctimas con una frecuencia escalofriante mientras las reglas no escritas de la guerra contra el narco parecen desvanecerse. En agosto, pistoleros entraron a una casa de Ciudad Juárez, territorio del cártel de Juárez, y dispararon 123 balas que acabaron con la vida de niñas de 14, 13 y 4 años además de con la de un adulto que parecía ser el verdadero blanco del ataque.

Unos días antes de la masacre de Sonora, la policía detuvo a un sospechoso en la capital del estado, Hermosillo, que retenía a un empresario de Nueva York para pedir un rescate en un caso con una víctima extranjera. El hombre fue secuestrado en Tucson, Arizona, y al parecer cruzó la frontera en el maletero de un coche.