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CIUDAD DE MEXICO, 4 de marzo (HUFFPOST MEXICO).- El sistema de préstamos denominado “gota a gota” se ha convertido en tema de preocupación para las autoridades, quienes han descubierto la existencia de amplias redes de prestamistas ilegales que recurren a la violencia armada, incluso en la calle de Madero, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

El episodio parece un asalto, pero en realidad fue un intento fallido de cobro a un comerciante en esa calle. El tema ha sido abordado desde la nota roja, haciendo énfasis en la procedencia sudamericana de buena parte de los involucrados, así como el nivel de agresividad que usan para cobrar las deudas pero llama poderosamente la atención el modo de actuación de estas bandas. Los reportes de prensa indican que los prestamistas “promueven” sus servicios en mercados y pequeños comercios por medio de tarjetas y volantes.

Aunque es difícil saberlo con precisión, los interesados acuden voluntariamente a solicitar préstamos por montos que oscilan entre los 10 mil y los 500 mil pesos. De acuerdo con testimonios el dinero se presta en pocas horas o un par de días sin referencias ni avales de por medio.

Básicamente es dinero a la palabra.

¿Por qué un comerciante o un locatario estaría interesado en pedir un préstamo de personajes turbios?, ¿qué hace que una persona esté dispuesta a pagar tasas de hasta el 50 % mensual?, ¿cuál es la razón de alguien para acudir a prestamistas dispuestos a penalizar una moratoria de pago con lesiones e incluso la muerte? La respuesta, me temo está en la incapacidad del sistema financiero para llevar créditos accesibles al pequeño empresario mexicano.

Claramente el sistema financiero no está dispuesto a financiar este tipo de establecimientos ni a estos prestatarios.

Esto es triste, pero no inusual.

Pese a que los micronegocios (definidos como aquellos con menos de 10 empleados) representan más del 97 % de las unidades económicas del país, casi nunca acuden al sistema bancario formal en búsqueda de financiamiento. La Encuesta Nacional sobre Productividad y Competitividad de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Enaproce) realizada por el Inegi en 2015 indica que en ese año poco menos de 31 mil microempresas acudieron a esta vía de crédito. La encuesta indica que en el país existen poco más 3.9 millones de microempresas.

La disposición de las víctimas para solicitar estos créditos verdaderamente depredadores probablemente tiene varias explicaciones. Quizá los pequeños negocios no tienen las características de formalidad (registro ante el Servicio de Administración Tributaria, constitución ante notario) requeridas para tocar la puerta de un banco. Un reporte del Banco de México publicado en 2015 indica que no más del 27 % de los negocios micro y pequeños del país cuentan con estos requisitos. Para colmo la ENIF 2018 indica que más de la mitad de los mexicanos no calcula correctamente una tasa de interés.

Claramente el sistema financiero no está dispuesto a financiar este tipo de establecimientos ni a estos prestatarios. Pero los vacíos se llenan y los “empresarios” del gota a gota encontraron un terreno fértil para expandir su negocio a costa de la seguridad de miles de pequeños negocios, ya de por sí frágiles por la crisis y los problemas económicos.

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