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México

Seguir los ideales de Zapata

CUERNAVACA, Morelos, 10 de abril.- En la ceremonia por el centenario luctuoso del General Emiliano Zapata Salazar, el Presidente Andrés Manuel López Obrador reivindicó los ideales de justicia del Caudillo del Sur y los héroes nacionales de la Independencia, la Reforma y la Revolución.

“Que los emulemos, ahí está el plan de gobierno, el camino a seguir, lo demás no sirve, es politiquería. No se puede ocupar un cargo sin perseguir un ideal de justicia, sin buscar una transformación”, subrayó.

Sólo los corruptos, “los ambiciosos vulgares, buscan los cargos para sacar provecho en lo personal, el servidor público tiene que atender las demandas de justicia”, subrayó ante el gabinete en pleno, que lo acompañó a esta ceremonia.

A los minutos de haber iniciado su discurso en la Plaza de Armas de esta ciudad, fue interrumpido a gritos por dos alumnas de la Universidad de Chapingo, que demandaron diálogo para solucionar la huelga en la institución, que -dijeron- ya suma 45 días.

Cuando el mandatario federal recordaba la lucha emprendida por Miguel Hidalgo y José María Morelos y Pavón, las jóvenes lo interpelaron desde al área central de invitados para pedir diálogo; López Obrador recordó a las inconformes su respeto a la autonomía de las universidades.

Ante la insistencia de las estudiantes, el Presidente, micrófono en mano, ofreció dialogar con ellas al término del acto.

Al retomar su discurso, el titular del Ejecutivo pidió actuar como los héroes nacionales de las tres primeras transformaciones para lograr los cambios en México, y demandó hacer el compromiso de no traicionar los ideales de justicia.

“Que los emulemos, que sigamos su ejemplo, de Hidalgo, de Morelos, de Juárez, de Ocampo, de Madero, de Villa y de Zapata... el servidor público tiene que atender las demandas de justicia”, subrayó.

“No le vamos a fallar al pueblo de México, se van a quedar con las ganas los conservadores, no somos iguales. Y vamos a acabar con el principal problema de México, la corrupción”.

A su vez, el presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, consideró que este acto fue “un enérgico reclamo contra el despojo”, presente desde la Conquista y persistente en contra de comunidades agrarias, “arrasadas por el liberalismo y el positivismo que importamos”.

A esta ceremonia sólo acudió, por parte de la familia del Caudillo del Sur, su bisnieta Lissette Castro Zapata; otros familiares cumplieron su palabra de no participar, en rechazo a que se mantenga la termoeléctrica de Huexca, como prometió en campaña el mandatario federal, según denunció la víspera uno de los nietos del general revolucionario, Jorge Zapata.

En el templete, el Presidente estuvo acompañado, además, de los integrantes de su gabinete y de Muñoz Ledo, por su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, el gobernador del estado, Cuauhtémoc Blanco, así como autoridades estatales y legisladores.

La bisnieta del General Zapata pidió que en los planes de estudio se enfatice el contenido del Plan de Ayala, documento clave de la historia agraria de México, para que los niños y jóvenes de toda la República conozcan su espíritu libertario y de la justicia. Además, transmitió la petición de las viudas del Ejército Libertario de Sur por una pensión digna.

En la Plaza de Armas, la ceremonia inició con un minuto de silencio solemne en homenaje a Emiliano Zapata.

El discurso

Hidalgo y Morelos lucharon también por la justicia y esa fue una gran transformación.

Cincuenta años después vino otra transformación importante, el movimiento de Reforma, porque se afianzó la dictadura de Santa Anna, respaldada por el conservadurismo.

Por eso el movimiento liberal, encabezado por Juárez, llevó a cabo una reforma y cuando los conservadores fueron al extranjero y trajeron a un príncipe, y nos invadió el ejército francés, nuestros héroes, estos hombres que parecían gigantes, supieron resistir y se restauró la República, y se consiguió la segunda independencia de México.

Y la tercera transformación, como lo hemos dicho muchas veces, y lo vamos a seguir repitiendo, fue la Revolución en 1910, porque Porfirio Díaz se mantuvo 34 años en la presidencia, se quitaron las libertades, se oprimió al pueblo, se estableció la esclavitud y se favoreció a una oligarquía que acaparó el poder económico, acaparó las tierras y desde luego que acaparó el poder.

Por eso surge el movimiento revolucionario, desde antes de 1910, no olvidar el papel tan importante de los hermanos Flores Magón, precursores de este movimiento, y de muchos otros dirigentes sociales.

No desdeñar también la participación de Francisco I. Madero, un hombre bueno, demócrata, que pensó que podía haber libertades en el país manteniendo el mismo orden político, sin apoyarse en el movimiento social, sin hacer alianzas con los que luchaban por la justicia y, de manera muy especial, con el movimiento que encabezaba Emiliano Zapata.

Hubo un momento al inicio, cuando triunfa la revolución maderista, que hay un acercamiento entre Madero y Zapata, y hay buen entendimiento, pero se esmeraron los que no querían la justicia social en separarlos y por circunstancias de distintas índoles, por distintas razones, no se logró ese acuerdo.

Madero se quedó sin base social y por eso fue victimado, asesinado de manera cobarde, el Apóstol de la Democracia.

Emiliano Zapata siguió luchando por la tierra, luchando por la justicia, nunca se doblegó. Hay muchas pruebas, muchos testimonios de su lealtad al pueblo, de su lealtad a los campesinos y de su honestidad. Un dirigente que no se vendió, que no traicionó.

Hablaba yo del momento, del tiempo en que se llevaron bien Madero y Zapata.

Madero, como era del norte, hacendado, no entendía bien lo que eran las comunidades agrarias del Sur y del Sureste. No actuaba de mala fe, es que son dos mundos distintos, México son muchos Méxicos, es un mosaico cultural, y no comprendió la importancia que tenía la tierra para los campesinos del Sur.

Cuando se llevaban bien, y no se le estaba dando solución al problema agrario, a pesar de que en el artículo 3º del Plan de San Luis, se había hecho el compromiso de que al triunfo de la Revolución se iban a entregar, a restituir las tierras a los campesinos y pasaba el tiempo.

A Madero, que le tenía mucha simpatía en ese entonces a Zapata, se le ocurrió decirle -yo entiendo que no con el propósito de corromperlo, sino como algo ingenuo, natural-, se le ocurrió decirle: ‘General, el gobierno le va a reconocer los servicios que usted ha prestado a la Revolución, le va a entregar un rancho, una finca’.

La respuesta de Zapata fue fulminante, la respuesta fue: ‘Yo no fui a la Revolución para hacerme hacendado’.

Y así como esa, muchas otras cosas, hasta su muerte. Un hombre leal a sus ideales, a la justicia.

Esa es, considero, la enseñanza mayor de Emiliano Zapata: su lealtad a los principios, su lealtad a los campesinos, su lealtad a la causa de la justicia.

Por eso estamos aquí para recordar esa historia y, como aquí se mencionó, además de la reflexión, del análisis del momento actual y del compromiso de llevar a cabo la Cuarta Transformación de la vida pública de México, tener presente esos ideales y hacer el compromiso de no traicionarlos nunca, jamás, que actuemos como ellos, que los emulemos, que sigamos su ejemplo, de Hidalgo, de Morelos, de Juárez, de Ocampo, de Madero, de Villa, y de Emiliano Zapata.

Ahí está el plan de gobierno, ahí está el camino a seguir, lo demás no sirve, es politiquería. No se puede ocupar un cargo sin perseguir un ideal de justicia, sin buscar una transformación. Sólo los corruptos, los ambiciosos vulgares, buscan los cargos para sacar provecho en lo personal.

El servidor público tiene que atender las demandas de justicia y por eso nos da mucho gusto estar aquí, quisimos venir todas y todos los que formamos el gobierno de la República para refrendar nuestro compromiso con la justicia.

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