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Desde la época de Carlos Salinas de Gortari, hasta la de Peña, la inversión de infraestructura carretera la dictaron las preferencias políticas, por lo que en todos estos años hubo beneficios para los municipios que votaran por el partido en el poder y castigos para quienes no lo hicieran

CIUDAD DE MEXICO, 21 de abril (SinEmbargo).– Desde la administración del priista Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), la inversión en infraestructura carretera en México ha sido definida por la manera en cómo las personas ejercieron su voto. Si un municipio o estado votaba por el partido que al final llegara a la Presidencia, se vería más beneficiado y lo contrario si votaba por la oposición.

Esta fue la conclusión a la que llegó el Banco Mundial en su estudio “Highway Politics in a Divided Government: Evidence from Mexico”, presentado en días recientes. El documento explica la metodología que se utilizó para evaluar tanto las preferencias políticas de los municipios y la inversión en infraestructura carretera y encontró que hay mayores inversiones en municipios ganados por el partido presidencial, a pesar de que en los últimos años se presentaron grandes planes de infraestructura y también a pesar de la alternancia partidista del año 2000.

El documento de 31 páginas se elaboró con la recopilación de datos y mapas de la Asociación Americana del Automóvil (AAA), de la que se obtuvo información precisa sobre los principales segmentos viales en México en diferentes fechas y para conocer más sobre el contexto de los países en desarrollo y sus logros democráticos.

De entre las conclusiones, el BM señala que encontró oportunismo en la asignación de presupuesto porque se recompensó a un electorado específicos o grupos de intereses especiales a cambio de votos.

“En este documento, combinamos datos geo-referenciados de carreteras y elecciones para investigar el alcance de la política distributiva en la asignación espacial de carreteras federales en México. Específicamente, examinamos si los municipios que votan por candidatos del partido del presidente posteriormente reciben una parte desproporcionada de fondos federales para carreteras”, se explica en el estudio.

El año de inicio de la investigación fue posterior a 1990 porque fue cuando se comenzó a ver una “verdadera competencia política en México” y además, una “estrategia agresiva” de inversión pública marcada con la implementación del Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) justo en ese año.

Se midieron 10 mil elecciones legislativas directas en más de 2mil municipios entre 1993 y 2012, y se comparó a los municipios donde el partido presidencial apenas ganó las elecciones legislativas con los municipios donde apenas perdió.

“Encontramos un patrón llamativo entre el estado de partido presidencial y la nueva construcción de carreteras federales. En los municipios donde el partido del presidente obtuvo la mayoría en las elecciones, la longitud de la carretera federal construida era más del doble, en relación con los lugares perdidos para la oposición en el siguiente período de 4 a 5 años”, agrega.

Tampoco hubo diferencia con la llegada del PAN en el año 2000, ya que aunque también presentaron grandes planes de desarrollo de infraestructura, recurrieron a las mismas prácticas justo con el gasto federal en carreteras.

“No encontramos un efecto diferencial del sesgo político en la inversión vial entre el PRI y el PAN. Esto es consistente con la idea de que cualquier partido hará uso de las posibilidades que tenga para influir en las asignaciones de gasto público local como una herramienta para fortalecer su posición política”, destaca.

Finalmente, se señala que en el periodo del 2012-2017, el Banco Mundial prestó 42 mil millones de dólares, aproximadamente el 17 por ciento de sus préstamos totales, para ayudar a mejorar los sistemas de transporte en los países en desarrollo, pero con el temor de que las decisiones de la inversión se tomaran con base en las preferencias políticas y fue lo que encontraron en México.

“El documento encuentra evidencia sólida de la asignación partidaria de autopistas financiadas con fondos federales en los distritos electorales que eligen a los legisladores del partido del presidente en funciones”, concluye.

Consecuencias para México

De acuerdo con el abogado Paulo Díez Gargari, esta forma de utilizar el dinero de infraestructura provocó un daño muy grande al país y revela un patrón de conducta de los presidentes de este país al margen de los partidos, ya que ocurrió tanto con Salinas y Ernesto Zedillo como con Vicente Fox y Felipe Calderón.

“El uso perverso de este dinero ha provocado que la infraestructura no se construyera donde se necesitaba, en función de los elementos objetivos, económicos, financieros, de crecimiento económico del país, sino que se asignó en función de criterios partidistas y de recompensar a los que votaron por el partido en el poder”, comentó en entrevista.

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