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Presión Social dobla a Trump

Dice que por ahora no cerrará la frontera y amenaza a México con aranceles del 25%

* El Presidente de EE.UU. desistió de su amenaza de cerrar la frontera de su país con México, y en su lugar advirtió que impondría aranceles en los automóviles producidos en México a menos que su vecino del Sur haga algo más para frenar el flujo de migrantes y drogas que llegan a territorio estadounidense * Dijo que si no funciona ese “poderoso incentivo”, en referencia a los aranceles, que calificó de una “medida menos drástica”, seguirá adelante con su amenaza de cerrar la frontera * Las drogas causan cerca de 72,000 muertes al año en Estados Unidos y en términos monetarios, su abuso le cuesta a Washington unos 500,000 millones dólares al año

WASHINGTON, D.C., EE.UU., 4 de abril (SinEmbargo/AP).- El presidente Donald Trump desistió de su amenaza de cerrar la frontera de Estados Unidos con México, y en su lugar advirtió el jueves que impondría aranceles en los automóviles producidos en México a menos que su vecino del sur haga algo más para frenar el flujo de migrantes y drogas que llegan a territorio estadounidense.

Trump comentó a los reporteros que trataría de tomar una “medida menos drástica” antes de recurrir a la amenaza que había hecho anteriormente.

Trump dio este jueves un año a México para detener el flujo de drogas que entran en su país y dijo que si no lo hace, impondrá aranceles de 25% a los automóviles y otros bienes y cerrará la zona limítrofe.

“Vamos a darles un plazo de un año, y si las drogas no paran, o paran en su mayoría, vamos a imponer aranceles (…), y si eso no detiene las drogas, vamos a cerrar la frontera”, dijo Trump a los periodistas durante un acto en la Casa Blanca.

Trump dijo que si no funciona ese “poderoso incentivo”, en referencia a los aranceles, que calificó de una “medida menos drástica”, seguirá adelante con su amenaza de cerrar la frontera entre México y Estados Unidos.

En un tuit la semana pasada, el Presidente republicano amenazó con cerrar la frontera esta semana, a menos que México detuviera inmediatamente “TODA la inmigración ilegal que entrara a Estados Unidos”. Desde entonces había elogiado a México por hacer más en esa dirección.

Trump también amenazó con aplicar aranceles si México no detiene el flujo de drogas ilegales a través de la frontera común. Dijo que le está dando a México “un año de advertencia” para que cumpla.

Añadió: “Lo haré. No estoy jugando”.

“Durante los últimos cuatro días, y en realidad [los medios] lo han cubierto muy poco, México ha estado deteniendo personas y devolviéndolas a sus países de origen”, sostuvo el Mandatario.

Eso es lo que el Presidente quiere que pase: que el Ejecutivo de Andrés Manuel López Obrador ejerza de “tapón” para los inmigrantes centroamericanos que llegan por el sur de México con el objetivo de cruzar el país y entrar en territorio estadounidense.

El Presidente republicano también alertó de que “la mayoría de las drogas” que llegan a EE.UU. lo hacen a través de la frontera con México.

“Gran parte, por donde las zonas donde no tenemos un muro”, remató.

Sin embargo, la realidad es otra: el grueso de los decomisos se produce en alguno de los 42 los puertos de entrada. Trump también advirtió de que subirán los aranceles a los medicamentos, en relación con la crisis de los opiáceos que azota al gigante norteamericano causando cerca de 72,000 muertes al año.

En términos monetarios, el abuso de las drogas le cuesta a Washington unos 500,000 millones dólares al año.

“Si dentro de un año los medicamentos continúan llegando, vamos a imponer tarifas”, amenazó el republicano.

“México entiende que vamos a cerrar la frontera o que voy a imponer aranceles a los automóviles. Haré una o la otra, y probablemente me decida por los aranceles”, dijo el mandatario en la Casa Blanca. Más tarde agregó: “No creo que tengamos que cerrar la frontera porque la sanción de aranceles sobre automóviles que llegan a Estados Unidos de México, de un 25%, será inmensa”.

Fue el intento más reciente y repentino de un presidente que lucha para resolver lo que su gobierno ha descrito como una “crisis” en la frontera. Y fue un cambio drástico para Trump, quien la semana pasada tuiteó que cerraría la frontera o largas secciones de ella esta semana a menos que México detuviera inmediatamente “toda la inmigración ilegal que viene a Estados Unidos”, lo que parece una labor imposible.

En ese momento, Trump dijo “no estoy bromeando”, y su jefe de despacho interino, Mick Mulvaney, dijo durante una entrevista televisiva transmitida el domingo que se requeriría “algo espectacular” para que Trump no cerrara los cruces fronterizos.

Sin embargo, desde entonces tanto asesores de la Casa Blanca como gobernantes de ciudades fronterizas estadounidenses y economistas han alertado que una acción de ese tipo tendría enormes consecuencias económicas para ambos lados de la frontera, interrumpiendo las cadenas de suministro y aumentando los precios al consumidor de Estados Unidos en productos que van desde los aguacates hasta los automóviles.

En los últimos días, Trump también a dado marcha atrás de su esfuerzo para que los republicanos vuelvan a ocuparse de la atención médica del país y sorprendió a su propia secretaria de Educación al suspender un plan para eliminar la ayuda federal para la organización Special Olympics.

Esas acciones sólo se han sumado a las inquietudes sobre si se puede confiar en las palabras de Trump. El mandatario, que ha dicho que su impredecibilidad es una de sus ventajas más grandes a la hora de negociar, también ha cumplido algunas de sus amenazas más severas, incluido someter al país al cierre gubernamental más largo de la historia por el financiamiento para la frontera.

En los últimos días, Trump pareció suspender su amenaza. Aunque dijo el martes que todas las opciones seguían sobre la mesa, cambió su postura y pidió al Congreso aprobar una propuesta de inmigración que evitaba un cierre y elogiaba al gobierno mexicano por hacer más para detener a los migrantes que viajan por el país desde Centroamérica, aunque no está claro si algo cambió.

El secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, dijo el martes que su gobierno no había cambiado sus políticas. Y el jueves, la embajadora mexicana en Estados Unidos, Martha Bárcena, comentó a The Associated Press que el país trabaja para hacer que su frontera sea más ordenada, pero que no detendrán el flujo de migrantes.

Jesús Seade, el subsecretario mexicano para América del Norte, también restó importancia de la amenaza sobre nuevos aranceles, y dijo que las autoridades no estaban preocupadas, al tiempo que hizo notar que los gravámenes no forman parte del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá que los países acordaron, pero que no han ratificado.

Trump también amenazó el jueves con aplicar aranceles si México no detiene el flujo de drogas a través de la frontera. Dijo que le está dando al país “un año de advertencia” para que cumpla.

“Impondremos aranceles si no lo detienen y, por ende, vamos a darles un periodo para que lo hagan. Pero si dentro de un año las drogas siguen entrando, vamos a imponer los aranceles”, manifestó. “No estoy jugando”.

En cuanto a las inquietudes sobre si sus acciones podrían interferir con el tratado comercial que tanto peleó, Trump dijo que la frontera era “más importante para mí que el T-MEC”.

Trump tiene un amplio poder para imponer aranceles sobre cuestiones de seguridad nacional, que ha usado en repetidas ocasiones como una herramienta contra otros países. Pero el tratado comercial fue redactado para proteger a México contra los aranceles a los automóviles basados en preocupaciones de seguridad nacional. El abogado comercial Daniel D. Ujczo dijo que dichas cláusulas ya entraron en vigor bajo una carta por separado.

“En resumen, este es el escenario exacto que el equipo de negociadores mexicano pronosticó y por el que aseguró unas protecciones en el T-MEC”, comentó. “México blindó su sector automotriz a ‘prueba de Trump y de tuits’”, y la Casa Blanca “necesitaría ponerse muy creativa para imponer aranceles a los autos de México”.

Además, pese a lo que Trump insinúa, México, China y otros socios comerciales de Estados Unidos no pagan los aranceles estadounidenses directamente. Los importadores estadounidenses pagan los aranceles en la frontera y luego deciden cuánto del incremento en el costo pueden pasarle a los consumidores del país.

Los aranceles sí ponen en aprietos a los fabricantes que exportan a Estados Unidos desde otros países al hacer que sus productos sean más caros en Estados Unidos. Pero, nuevamente, eso puede afectar a las compañías estadounidenses, como a General Motors, que es uno de los fabricantes de autos más grandes de México.

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