LOS ANGELES, California, 5 de abril.- Donald Trump visitó este vienes un trozo de la valla fronteriza con México renovado durante el mandato de Barack Obama para decir que su Gobierno está construyendo un nuevo muro en la frontera. Solo una semana después de amenazar con cerrar completamente la frontera con México(3.000 kilómetros) dijo que ya no hace falta porque México “está haciendo un gran trabajo” en la contención de inmigrantes en su frontera sur. “¡Están deteniendo a todo el mundo!”, dijo Trump, que dio las gracias al presidente Andrés Manuel López Obrador.
La segunda visita de Donald Trump al sur de California en más de dos años de mandato le sirvió para hacerse una foto junto a la valla fronteriza en Calexico, en medio del desierto de California. Calexico es un pequeño pueblo al otro lado de la frontera de Mexicali, la capital de Baja California y verdadera metrópoli de la zona. En ese segmento de la frontera, como en todas las zonas urbanas, hay una valla desde hace décadas. El lugar que Trump visitó es una parte de la valla cuya renovación se aprobó en 2009. Cuando se terminó de construir, el pasado octubre, la secretaria de Interior, Kristjen Nielsen, dijo que era “un muro” y le puso una placa en la que dice que es el “primer segmento del muro de Trump”.
Trump aterrizó a mediodía en la base de la Patrulla Fronteriza en El Centro, California, a unos 20 kilómetros de la frontera de Calexico. Allí se reunió con el mando local de la policía de fronteras y con mandos del Departamento de Defensa que han ejecutado la renovación de la valla. Trump dijo que hay un “aumento colosal” de llegadas de inmigrantes y aseguró que va a hacer 400 millas (640 kilómetros) del muro que lleva prometiendo desde 2016 y que es uno de los mayores quebraderos de cabeza de su Administración.
Sentado junto a él, el general Todd Semonite, del cuerpo de ingenieros, dijo que ya se han renovado 130 kilómetros de valla. “Con el dinero que usted ha conseguido”, le dijo al presidente, se habrán construido 725 kilómetros en diciembre del 2020. Ese dinero son alrededor de 6,000 millones de dólares que Trump ha desviado de fondos de Defensa a través de una declaración de emergencia nacional, un tipo decreto para situaciones de extrema urgencia que no se usa de forma partidista. La declaración de emergencia fue revertida por el Congreso por acuerdo de demócratas y republicanos. Trump vetó la decisión del Congreso y trata de seguir adelante con esa apropiación de fondos.
Junto a los agentes fronterizos, Trump habló de forma inconexa sobre su visión de la frontera. “Estamos haciendo progresos en conseguir que la gente sepa que esto es una emergencia, algunos de nuestros oponentes lo están reconociendo”. Las cifras de llegadas de inmigrantes están en mínimos históricos comparado con la situación hace 15 o 20 años. Sin embargo, el sistema de inmigración está desbordado por el cambio de perfil de los inmigrantes. Antes eran hombres mexicanos solos a los que se detenía y deportaba inmediatamente. Ahora son familias con niños de Centroamérica que no huyen, sino que piden asilo, y el sistema no está preparado para dar un servicio básicamente asistencial.
Así se lo explicó a Trump un agente de El Centro. Un día cualquiera tienen que dedicar hasta 60 agentes a dar comidas, transportar demandantes de asilo y vigilarlos mientras los atienden en hospitales. “Esos son agentes que no pueden estar vigilando la frontera”, dijo el agente. “Estamos completamente desbordados”. Los agentes de la Patrulla Fronteriza llevan tiempo denunciando que el sistema de detención de inmigrantes está al límite.
El Gobierno de Trump lleva un año buscando la forma de mantener detenidas a esas familias. Sin embargo, el límite de tiempo que los niños pueden estar detenidos junto a los adultos es de 20 días, gracias a una decisión judicial conocida como el “acuerdo Flores”. Tiene origen en un caso de 1997 que afectaba a una niña inmigrante de El Salvador. Aquel caso es el que impuso los límites a la detención de menores. “La decisión Flores es un desastre para nuestro país”, dijo Trump este viernes. “Juez Flores, donde quiera que esté, eso es una desgracia”. Flores no era el juez, era la niña, Jenny Lisette Flores.
(EL PAIS)