México

CIUDAD DE MEXICO, 23 de mayo (Eje Central).- Un día antes de la renuncia de Germán Martínez Cázares a la dirección general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la oficial mayor de Hacienda, Raquel Buenrostro Sánchez, emitió un oficio que no sólo sacó al expanista de la compra consolidada de medicamentos —una de las tareas estratégicas de la dependencia—, sino que empoderó aún más al director de Administración del IMSS, Flavio Cienfuegos, en todas las compras del sector y en la contratación de personal.

El documento era un cinturón más que Hacienda le colocaba a Martínez Cázares, quien el 21 de mayo decidió nuevamente jugársela y presentar su renuncia, por segunda ocasión en menos de cuatro meses, para presionar. Esta vez podría ser irrevocable.

La primera vez que Germán Martínez acudió al presidente Andrés Manuel López Obrador para presentarle su renuncia ocurrió en enero pasado, después de sostener una batalla con Pedro Zenteno Santaella, quien entonces era el director de Administración del IMSS.

No se trataba de un adversario menor, sino uno de los hombres más fuertes de la actual administración, porque goza de toda la confianza de López Obrador. La razón, porque desde los inicios del PRD, Zenteno Santaella se convirtió en uno de los hombres más cercanos al Presidente. Su trabajo político lo ubica cerca de personajes como Leticia Ramírez, de formación magisterial y quien se encarga de atención ciudadana en la Presidencia, y de César Yáñez, coordinador de Política y Gobierno, quien por años fue el jefe de prensa de López Obrador.

En diciembre de 2018, ya como director de administración en el IMSS y recién iniciada la administración lopezobradorista, Pedro Zenteno realizó un fuerte programa de ajuste laboral, que provocó la molestia del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS) y de los mandos medios.

Esa reestructuración que se había propuesto y que estaba basada en las decisiones de su verdadero jefe, el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, quien el 10 de diciembre mediante un oficio congeló las plazas de la administración pública y estableció que sería la Oficialía Mayor la que propondría los perfiles y candidatos a ocupar los puestos.

Días después, Buenrostro Sánchez ordenó al director del IMSS, Germán Martínez Cázares, dar de alta a tres morenistas en altos puestos: Javier Huerta Jurado, Luis Gerardo Martínez Álvarez y Raúl Solano Pineda.

Estos nombramientos e imposiciones fueron el freno que impuso Martínez Cázares y decidió escribir su renuncia. Había concluido apenas el primer mes de la administración, por lo que López Obrador, al recibirlo, no se la aceptó y esto obligó a ceder al secretario de Hacienda. La solución: un enroque entre el personal de administración del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y del IMSS.

Parecía en ese momento, en la segunda quincena de enero de este año, que el expanista había ganado una importante batalla, por tratarse de los hombres más fuertes de la actual administración: Urzúa y Zenteno Santaella.

Aumentan los apretones

Flavio Cienfuegos Valencia llegó entonces por enroque a la dirección de Administración del IMSS, a partir del pasado primero de febrero, quien apenas el 19 de diciembre había empezado a laborar en el ISSSTE.

A primera lectura, al ser egresado de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), tanto de nivel maestría como de doctorado, no tenía el pedigrí lopezobradorista de su antecesor, aunque era del grupo de Urzúa, pero se esperaba una colaboración más tersa.

Pero las diferencias entre Germán Martínez y Flavio Cienfuegos se dieron desde el principio, ya que al igual que todas las áreas administrativas de las dependencias, en el IMSS tenían el mandato de aplicar la austeridad republicana y disminuir los gastos en un 20%, como lo hicieron en el ISSSTE, sin importar si se trata de mantenimiento de hospitales o de medicamentos, que ya presentan un fuerte grado de desabasto debido a que la compra consolidada sólo se llevó a cabo para el primer semestre.

La relación entre la Dirección de Administración y el director general llegó a tal nivel de tensión, según comentan trabajadores del instituto, que se les prohibía siquiera hablar con Germán Martínez en los pasillos.