Pedro de la Hoz
El poeta y ensayista cubano Roberto Fernández Retamar, uno de los más prestigiosos intelectuales de Nuestra América, falleció la tarde del sábado en La Habana, a los 89 años de edad.
Fernández Retamar fue presidente de la Casa de las Américas, donde honró con su liderazgo el legado de su fundadora, la heroína del Moncada Haydée Santamaría Cuadrado, Retamar fue autor de una vasta obra poética desde que publicó en 1950 Elegía como un himno y acometió una labor ensayística orientada al estudio de la figura de José Martí, la teoría literaria latinoamericana y caribeña y el desarrollo de un pensamiento descolonizador y antiimperialista.
En esta última vertiente resultó paradigmático Caliban (1971), revelador, el ensayo que condensa con maestría, lucidez y capacidad de síntesis líneas estratégicas para debatir y reflexionar sobre todo un “programa” de investigación, reflexión y debate sobre los vínculos entre política, ideología y cultura en el continente.
Egresado de Filosofía y Letras y profesor de Mérito de la Universidad de La Habana, colaboró con la revista Orígenes, dirigió entre 1959 y 1960 la Nueva Revista Cubana, y participó en la fundación de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en la que integró el primer ejecutivo y codirigió, junto a Nicolás Guillén, Alejo Carpentier y José Rodríguez Feo, la primera etapa de la revista Unión.
En 1965 asumió la dirección de la revista Casa, órgano de la institución que presidió desde 1986. También fundó en 1977 y dirigió hasta 1986 el Centro de Estudios Martianos y su Anuario. Fue electo en 1995 miembro de la Academia Cubana de la Lengua, la cual encabezó entre 2008 y 2012.
Por sus extraordinarios méritos, resultó proclamado Premio Nacional de Literatura en 1989 y la Unesco lo distinguió con el Premio Internacional José Martí, a principios de 2019.
Fue electo diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular en 1998 y desde ese año hasta el 2013, miembro del Consejo de Estado de la República de Cuba.
Siempre recordó el 13 de noviembre de 2009 como uno de sus días más plenos. En el Auditorio Nacional de México alternó con Silvio Rodríguez ante una entusiasta multitud. El trovador con sus canciones y él con sus poemas. Esa noche recordó que su segundo poemario, Alabanzas, conversaciones, fue publicado en 1955 por El Colegio de México.
Por decisión personal, el cuerpo del poeta será cremado y sus cenizas echadas al mar. En los próximos días, la Casa de las Américas organizará una velada pública para rendir homenaje póstumo al gran intelectual.