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México

Peña Nieto sabía lo que Rosario Robles hacía

CIUDAD DE MÉXICO, 15 de agosto (EL UNIVERSAL).- El expresidente Enrique Peña Nieto supo de las contrataciones irregulares que hubo en la Sedesol y la Sedatu cuando Rosario Robles Berlanga estuvo al frente; asimismo, se enteró de las compras irregulares de las plantas de Fertinal y Agronitrogenados en Petróleos Mexicanos (Pemex); sin embargo, el expresidente sólo tomó nota de esto, aseguró Juan Manuel Portal, extitular de la Auditoría Superior de la Federación (ASF).

En entrevista con EL UNIVERSAL, el exauditor afirmó que en una reunión con el exmandatario, en 2017, éste le detalló los múltiples casos de corrupción que se presentaban en su administración, pero, afirmó, no se hizo nada: “Tomó nota. Había la intención [de hacer algo], pero no se hizo nada”.

Señaló que a pesar de que mantuvo alrededor de cuatro reuniones con Rosario Robles para discutir las irregularidades que la ASF había encontrado en las contrataciones con universidades y entes públicos, ella insistía en que todo estaba bien. “En una ocasión, llegó un camión que envió con más de 60 cajas de documentación, pero era pura basura”.

Asegura que le advirtió a Rosario Robles que lo que se estaba haciendo en la Sedesol era un delito y que lo dejara de hacer: “Me dijo: ‘Ya no lo vamos a hacer’”, [pero] se va a Sedatu y [otra vez]”.

¿Cómo fue que con la Auditoría Superior de la Federación bajo su tutela se dieron cuenta del esquema de la Estafa maestra?

— No sucedió de golpe, sino que uno va viendo los procesos que estaban utilizando para desviar recursos. Ese mecanismo tenía [su antecedente] quizá un poco antes.

En el aniversario del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana se usó al Turissste para contratar unos relojes que iban hacia atrás para ver cuánto tiempo faltaba para el día del aniversario, pero Turissste no tenía nada que ver con esto. [La contratación] fue por asignación directa, de acuerdo con el artículo 1 de la Ley de Adquisiciones —que está mal interpretado—, que dice que se pueden hacer contrataciones entre organismos del sector público, ya que no hay necesidad de licitar entre ellos; si un organismo puede dar el servicio, se le adjudica directamente, aunque con algunas condiciones. Como no pasó nada —a pesar de que lo denunciamos no pasó nada—, se volvió a hacer una y otra vez.

Después, con la Cruzada contra el Hambre, lo aprovecharon desde el principio en Sedesol. Cuando hicimos la revisión encontramos que había falta de comprobación sobre servicios que fueron facturados, pero era el mismo mecanismo.

Comenzaron con dos universidades: la del Estado de México (UAEMex) y la de Morelos (UAEM); con base en esos convenios, ya se emitían órdenes para hacer tales trabajos o para tales productos, que iban desde artículos para el hogar, la escuela o computadoras hasta todo lo que se pueda ocurrir. Eso se hacía con base en ese artículo.

Por ejemplo, la UAEMex hizo un concierto de rock que le contrató Sedesol. [El concierto contó con] cuatro grupos y el costo original estaba estimado en 7 millones de pesos, más o menos, y acabó pagándoles más de 42 millones de pesos. ¿La universidad qué tenía que hacer con un concierto de rock?

¿Cuál era el beneficio de estos contratos hechos?

— Quien haya contratado los servicios se quedó con una parte; en el caso de las universidades era 10 % o 15 %. Lo que argumentaban las instituciones era que requerían recursos, y eso sí era cierto, pero no así.

La primera premisa que les señalé fue que las universidades no están creadas ni existen para ser intermediarias, menos para ser coadyuvantes de actos de corrupción. Lo que ellos hicieron fue un incentivo para poder realizar [ese delito] haciendo estos [contratos] y que pareciera que no iba a pasar nada.

Las universidades están hechas para educar, para capacitar, para investigar; no pueden estar haciendo compras de porquería y media que les encargaban, que ni siquiera lo hacían ellos. La instrucción que tenían las universidades era: “Recibes estos 100 millones de pesos, te quedas con 10 % y lo restante se lo vas a entregar a tal y a este otro tal, etcétera”.

Entrevistándome con rectores y contralores, les dije: “Ustedes van a recibir denuncias penales”; se espantaron y entonces dijeron que ellos habían recibido instrucciones. “¿Quién les dio instrucción?”, les pregunté. Ellos respondieron: “El oficial Mayor de Sedatu [Emilio Zebadúa]”. Les preguntaba si había sido él directamente y ellos decían que era a través de alguien, pero que era él.

¿Cómo fue que le advirtió a Rosario Robles de este tipo de contrataciones irregulares?

—Le pregunté: “Oiga, ¿por qué hicieron esto?”, y ella respondió que habían escogido las universidades porque “son instituciones muy reconocidas, serias y en ellas no se tiene duda. Entregaron los productos, nos dieron los servicios”.

En reuniones con la señora Robles, con su equipo, con su oficial Mayor [Emilio Zebadúa] y demás, era simplemente vivir en la negación: [decían] “esto no es cierto, no es cierto”.

Ella ha mencionado que me entregó toda la documentación y que hizo 100 % de las solventaciones, pero en lo que ella tiene mal entendimiento es en que quien solventa es la Auditoría, no ella. Ella tiene que entregar la comprobación, la Auditoría la revisa, la califica, y si va, pues sí la solventa, pero si no, como siguieron, no se solventó.

¿Cuándo y dónde fueron las reuniones que tuvo con Rosario Robles?

—Las fechas exactas no las tengo. Ella y su personal asistieron a mi oficina dos veces; en otra ocasión, fue sola y me pidió que la invitara a desayunar para seguir aclarando esto. Otra vez o dos veces nos reunimos en su oficina.

Yo pedía reunirme con ella para que estuviera consciente de este tipo de contratos. La última vez ella lo pidió [una cita], queriendo justificar y queriendo convencerme de que estaba bien, pero le demostré que no.

Le recomendé tres cosas, una de ellas era que hiciera una reunión entre la SFP —con Virgilio Andrade—, con una persona que ella eligiera, su oficial Mayor y mi departamento jurídico; también yo estaría presente. Nos reuniríamos para revisar todos los papeles, pero nunca me llamaron, porque sabían que no había nada.

En otra ocasión, antes de una reunión, llegó un camión con 60 y tantas cajas llenas de papeles; Rosario Robles me dijo que lo llevaba para que lo revisara.

Pedí que hicieran una muestra de las cajas y me dijeron que era pura basura: copias, fotocopias de fotografías de eventos que no tienen ni fecha, ni lugar, ni nada. Pura basura.

La otra cosa que le recomendé fue que dejara de hacer estas operaciones y le dije: “Me parece que a usted la están engañando: la información que me da no es correcta. Revise. Y le [advierto que] esto es muy serio. Esto es un delito, más vale que [se] corrija y dejen de hacerlo. Me dijo: “Sí, ya no lo vamos a hacer”, [pero] se va a Sedatu y lo vuelve a hacer.

¿En estas reuniones se encontraba Emilio Zebadúa?

—Sí, estuvo ahí en dos ocasiones.

¿Qué decía?

—Lo único que dijo, dirigiéndose a Rosario Robles, fue: “Nosotros ya entregamos todo”, y durante el señalamiento de mis compañeros estaba sonriendo, como que “no pasa nada”.

¿Cuándo y dónde se reunió con el expresidente Enrique Peña Nieto?

—La única reunión formal fue en la oficina del Presidente. Él en ocasiones me preguntaba: “¿Cómo vamos?”, [y yo le contestaba] “Regular, Presidente. Tengo varias cosas que me urge comentarle”.

Él decía: “Háganle una cita”, y así ocurrió varias veces. Él me decía: “Tenemos pendientes”, y yo le respondía que era muy importante que lo viera.

Finalmente me invitó a su oficina. Estoy hablando de 2017. Le comenté: “Mire, lo de Duarte está cada vez más grave, y lo de Rosario Robles está gravísimo. Más vale que escombre esto”.

“¿Qué más hay?”, me decía. “Las compras de Pemex, lo de tal a tal... Sin embargo, una reunión con el Presidente, en su oficina, [sólo dura] 40 o 45 minutos, máximo; no pude tardarme mucho, no le dije todo. Era tiempo preciso, [entonces yo] tenía que ser preciso, [decir] lo [más] importante.

¿Qué dijo cuándo le comentó lo de los contratos de Sedesol con Rosario Robles al frente?

—Cuando [ya] fueron tres o cuatro asuntos que le comentaba, me dijo: “A ver, quisiera recapitular”. Pidió un lápiz, una pluma, un papel y dijo: “Primero [fue] esto, luego esto”, y respondí: “Sí, pero falta”, a lo que él contestó: “Es cierto. Bueno, déjemelo. Aquí lo tengo yo”.

Le mencioné que en su oficina estaban los informes: “Que se [los] analicen, que le ayuden, que le den su opinión. Véanlo con Función Pública, lo he hablado con ellos, exhórtelos”.

¿No fijó alguna fecha para solventar las irregularidades?

—Ahorita nos enteramos cuando el Presidente [Andrés Manuel López Obrador] dijo: “Vamos a hacer esto”, lo hace público... De todo lo que ha dicho el Presidente actual no sé qué tanto se ha hecho realidad, pero en el caso del Presidente anterior, pues no.

¿No hizo nada entonces?

—No. Había la intención, pero no se hizo nada.

¿Le dijo de las compras irregulares de Fertinal y Agronitrogenados?

—Sí, fueron mencionados.

¿Él qué hizo?

—Tomó nota [para] saber qué era. Tenía una lista de los temas que traté.

¿Peña Nieto debería ser investigado por estas omisiones?

—Yo creo que eso lo debe determinar el juez, porque cualquiera de nosotros puede decir que lo llamen. Yo, por los elementos que tengo, no puedo decir nada para que lo tengan que llamar. Rosario Robles debió haberle informado, y si no su oficina, la SFP. En fin. Él estuvo enterado.

¿El extitular de Sedesol, José Antonio Meade Kuribreña, también debería ser investigado?

—No lo sé. No me toca a mí señalarlo. Él estuvo ahí, él debió conocer los informes que se entregaron antes, lo que estaba pendiente de solventar; también debió conocer las denuncias que se habían presentado, pero la operación de él ya no me tocó revisarla.

¿Nunca tuvo un encuentro con Meade Kuribreña?

— No para esos asuntos, porque lo conozco de hace años, pero no para esto.

¿En su experiencia había visto este esquema de la Estafa maestra?

—Sí, es común. Las empresas fantasma, fachadas, como le dicen ahora. Se da incluso hasta en la iniciativa privada.

El problema es hacerlo con recursos públicos.

En su calidad como exauditor, ¿cómo se podría prevenir este tipo de robos al dinero de los mexicanos?

— Primero, está mencionado en varios informes y dicho en reuniones, es el de corregir ese artículo [1 de la Ley de Adquisiciones]. Una propuesta es que montos mayores, montos importantes que se vayan a asignar sin licitación pública, que lo firme el secretario o el director general —con esto último me refiero al máximo cargo en dependencias como Pemex—, porque, si no, pasa como ahorita: “Yo no firmé nada”.

También hay que fortalecer los controles de confianza, capacitar a la gente, tener a personas más honestas.

No obstante, el ejemplo viene desde el Presidente o el secretario. Cada uno, desde su estructura, debió poner el ejemplo, pero si el secretario todo mundo sabe que hace esto o si el Presidente tiene desvíos, ¿quién respeta de ahí para abajo? Por eso es muy importante el ejemplo, y después las sanciones.

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