Actualmente en el Ejército solo hay una general de brigada; tres generales brigadier; 27 mujeres con grado de coronel y 126 son teniente coronel
CIUDAD DE MEXICO, 9 de marzo (NTX).- La mujer ha estado presente en el Ejército mexicano desde la Revolución, empero han recurrido a estrategias para participar de manera activa, como Valentina, quien en esa lucha se vistió de hombre para ingresar, pero causó baja al ser descubierta: “Razón de la separación: por ser mujer”, reza el documento de deserción.
La inclusión formal de las mujeres a la milicia tomó fuerza a finales de los 90 e inicios del nuevo milenio; actualmente ambas instituciones cuentan con 214 mil 157 elementos, de los cuales 13.8 por ciento son mujeres (28 mil 231), de acuerdo con datos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) actualizados al 28 de febrero.
En un inicio, las mujeres ocupaban cargos de acuerdo con los roles de género establecidos.
Por ejemplo, contó a Notimex la coronel de justicia militar Mariana de la Cruz Sánchez, la Escuela Militar de Enfermería era exclusivamente para mujeres, y apenas hace dos años admitió varones.
En otras escuelas sucedía lo mismo que con enfermería; sin embargo, en la mayoría solo aceptaban a hombres. Fue apenas en 2012, por ejemplo, que ingresaron mujeres al Heroico Colegio Militar para formación de oficiales de artillería.
Si bien, el porcentaje de mujeres incrementó de 3.5 en 2007 a 13.8 en 2010, son pocas las mujeres que han conseguido altos grados militares.
De la Cruz Sánchez, con una antigüedad de 30 años y quien también es jefa del Observatorio para la Igualdad entre Mujeres y Hombres en el Ejército y Fuerza Aérea Mexicanas mencionó que actualmente solo hay una general de brigada; tres generales Brigadier; 27 mujeres con grado de coronel y 126 son teniente coronel.
Mientras que 520 mujeres tienen el grado de mayor; 270 son capitán primero; 274 capitán segundo; mil 345 tenientes y 912 subtenientes. Notimex habló con cuatro mujeres militares que han destacado, por méritos propios, dentro del Ejército:
Mayor enfermera María Guadalupe Alavez Ortega, comisionada sección 5 del Estado Mayor de la Defensa Nacional
María Guadalupe Alavez Ortega tiene 25 años de antigüedad en el Ejército. Ingresó en 1994 –a los 17 años– a la entonces Escuela Militar para Enfermeras. Su camino ha sido de experiencias y aprendizajes. Tras graduarse fue enviada al Hospital Militar de Mazatlán, Sinaloa, como encargada del área de terapia intensiva.
Las vivencias han sido gratas para la mayor Alavez. A finales de febrero volvió del extranjero: estuvo un año como observadora militar en la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental, en África.
Alavez considera que el imaginario de que el Ejército es un “mundo de hombres” es un estigma para la institución desde su creación; ella aseguró que enfrentó dificultades para realizar lo que se propone, por ser mujer.
Es madre soltera y el Ejército, incluso, le ha dado la oportunidad de combinar su trabajo con el cuidado de su hijo.
Ana Karen Gaytán Lugo, subteniente cirujana dentista
Uno de sus sueños, desde pequeña era ingresar al Ejército, pues proviene de una familia de militares. Para ella portar el uniforme y las insignias es un orgullo. Entró a la Escuela Militar de Odontología, y está por cumplir cinco años en la institución.
Pese a que Ana Karen ingresó a la milicia cuando en esta se percibe más la inclusión de las mujeres, relató que, de acuerdo con los testimonios de sus padres –militares–, sí hay un cambio radical con respecto a la presencia femenina.
“Ha sido un cambio radical. Mi mamá entró en la Escuela Militar de Enfermeras antes de que se aceptaran los hombres. Ella dice que el ambiente entre mujeres y hombres militares es distinto. A mi papá (oficial de sanidad) también se le hace extraño que esté el cambio y se incluya a las mujeres”, compartió.
Entre sus principales retos ha sido que, en ocasiones, los hombres piensen que por ser mujer no podrá realizar algunas actividades, empero: “claro que podemos, aguantamos lo mismo que ellos. Yo me siento satisfecha. Esto me ha dado todo, quiero más, hay más oportunidades, se puede”.
Ana Laura Iturralde Gil, subteniente psicóloga
Ana Laura Iturralde Gil se enroló hace ocho años, cuando ya era licenciada en psicología, título que obtuvo en su natal Torreón, Coahuila; es jefa del grupo de evaluación clínica del Hospital Centro Militar.
Al terminar su carrera la subteniente migró a la Ciudad de México en busca de un empleo y, luego de enterarse de que se abrieron 50 vacantes en el Ejército, tras los exámenes y pruebas de admisión, se quedó.
“Vi una oportunidad de crecimiento personal y profesional. Me identifiqué con los valores que rigen a las Fuerzas Armadas, la disciplina y la estabilidad. Ha sido una experiencia grata, mejor de lo que yo pensaba. Me adapté, y aquí me han dado facilidades, he crecido mucho profesionalmente”, compartió.
Su principal reto ha sido el ascenso: entró como civil y no tenía la preparación de quien egresa del Colegio Militar. Eso la llevó a un estudio intenso en los libros, manuales las leyes y reglamentos militares, a conocer términos que como civil no usaba.
“Concursé en 2018 para reclasificarme como subteniente psicóloga, obtuve el segundo lugar, el siguiente año se me da la oportunidad para volver participar”, señaló.
Alexa Michelle Sánchez Bueno, soldado auxiliar oficinista de la dirección general de comunicación social
Como Ana Laura, los pasos de Alexa la llevaron a la carrera castrense tras finalizar la licenciatura en Ciencias y Técnicas de la Comunicación. Lleva dos años de servicio, y sus actividades no las asume como un trabajo, sino como un pasatiempo.
Pasar de la vida civil a la militar también le significó un reto, pensaba que no se adaptaría a la disciplina que la rige. Tras dos años “ha sido en el trabajo en el que más ha durado, me apasiona. Portar el uniforme me gusta mucho”.
Es la responsable de realizar los videos que se comparten en redes sociales, en dicho material –como Youtuber– explica cuáles son las funciones del Ejército, las diferentes vacantes que ofrece, de las pruebas físicas, del sistema educativo militar y de cómo se vive en la institución.
“Este ha sido el trabajo donde se más me he sentido yo. No lo siento como un trabajo, sino como un pasatiempo. Mis tiempos libres son para mi familia, soy una persona hogareña y mi familia está orgullosa de que esté en el Ejército”, finalizó.