México

¿Ser o no ser?

Pedro Díaz Arcia

México, envuelto en la vorágine de encarar el virus que infecta las tierras del mundo, alza sus banderas en honor al 214 aniversario del natalicio de Benito Juárez, el “Benemérito de las Américas”, “de quien aprendimos siendo muy jóvenes que “Aquel que no espera vencer, ya está vencido”. Su ejemplo es una guía para no vacilar ante los sacrificios que nos impongan nuestros ideales.

No es casual que se conmemore en esta efeméride la fundación de nuestros diarios POR ESTO! hace 29 años, al mando de ese fiel juarista y martiano Mario Renato Menéndez Rodríguez. El rotativo, de una antológica trayectoria como sus publicaciones precedentes, sigue el rumbo trazado de empoderar la voz de los humildes, de los discriminados de siempre y de aquellos que sufren y luchan por sus derechos en el continente. Nuestra felicitación a Mario y a la querida e incansable Alicia.

En situaciones extremas de inseguridad masiva se puede desatar no sólo el pánico y conductas irracionales, sino que también puede salir a flote quiénes somos realmente. El peligro mide la escala de principios morales, la solidaridad, la fidelidad en lo que creemos, y hasta dónde estamos dispuestos a sacrificarnos por alguien ajeno: es la prueba que la vida te presenta para mostrar tu naturaleza humana. O se afinca o se desarma el juramento.

En referencia a la clásica pregunta shakesperiana, la respuesta define más que examina: nuestro POR ESTO! es lo que es, un órgano de prensa al más puro estilo de la verdad al descubierto.

¿Qué sucede en momentos de muy altos riesgos?

En su último libro, Epidemias y sociedad: de la peste negra al presente, Frank Snowden, profesor emérito de la Universidad de Yale, Estados Unidos, expuso cómo enfermedades infecciosas de carácter masivo influyeron en las relaciones de la humanidad, la cultura, la economía, la política e incluso en las guerras, como promotoras de epidemias o viceversa. La obra fue publicada en octubre de 2019 antes del estallido de la epidemia en China.

Con el autor se podría repetir que estos vientos trajeron aquellas otras tempestades. También cómo la expansión de estos focos infecciosos sacan a la superficie “lo mejor y lo peor de la humanidad”. Snowden insiste en que una característica en tales circunstancias es buscar “chivos expiatorios” para justificar la xenofobia, por ejemplo, la persecución de extranjeros acusados de contagio; que una cosa es exigir respeto a las medidas preventivas, de control o tratamiento en última instancia, y otra es la estigmatización y la crueldad en el trato a los enfermos o a los sospechosos de contagio. El objetivo es dividir a las comunidades para hacerlas más vulnerables al capital.

A diferencia de las epidemias de la Edad Media, las actuales están marcadas por la globalización. La interdependencia productiva, comercial y financiera entre los países, junto al desarrollo de avanzadas tecnologías y un sistema de transporte internacional aéreo de rápida velocidad puede causarle serios trastornos y fisuras a mediano y largo plazos.

Aunque era esperado un proceso infeccioso de esta envergadura, los países no tomaron previsiones. Las naciones desarrolladas no realizaron acciones conjuntas de investigación para conocer a fondo los augurios científicos sobre la inminente irrupción de estos virus. Ni fueron capaces de hacerlo para crear vacunas y medicamentos adecuados para enfrentar lo que más temprano que tarde habría de enfrentar la humanidad. Lo cierto es que se expande la pandemia y ahora no se sabe cómo ponerle freno, cuando millones de seres están en peligro de perder la vida.

Por otra parte, la desinformación, que daña la percepción real de lo que está sucediendo, desempeña un papel nefasto al contrarrestar las orientaciones científicas acerca de las medidas que deben ser aplicadas con rigor. A río revuelto ganancia de demagogos. No escapa el uso político de las desgracias, el presidente Donald Trump al referirse a la pandemia no la llama COVID-19, término científico de la OMS, sino “enfermedad china” o “virus Wuhan”.

¡Es como echar sal sobre las heridas. Muy peligroso!