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Dejarse servir por Cristo

VATICANO, 9 de abril (ACI Prensa).- Si no dejamos que el Señor sea nuestro servidor y nos lave, no podremos entrar en el Cielo, afirmó el Papa Francisco este 9 de abril en la Basílica de San Pedro durante la Misa por la Cena del Señor, iniciando el Triduo Pascual de una Semana Santa marcada a nivel mundial por la pandemia del coronavirus.

Debido a las medidas asumidas por el Vaticano para evitar la propagación del COVID-19, las ceremonias de Semana Santa se están desarrollando sin la presencia masiva de fieles. Por ello, la gran mayoría de las bancas que suelen estar en la nave central de la basílica vaticana fueron retiradas, dejando solo algunas para unos pocos sacerdotes y laicos.

Para la celebración de la Cena del Señor, la procesión partió del Altar de la Confesión hacia el Altar de la Cátedra, pasando al lado del Altar de San José. Debido a la crisis sanitaria, este Jueves Santo el Papa no realizó el rito del lavatorio de los pies y se omitirá la reposición del Santísimo.

En su homilía, improvisada en italiano, el Santo Padre abordó la importancia de dejarse servir por Cristo para entrar al Cielo, recordó a los sacerdotes fallecidos por la pandemia del coronavirus y destacó la importancia del ministerio sacerdotal, especialmente porque este Jueves Santo no pudo celebrar la Misa Crismal, y espera poder hacerlo antes de Pentecostés; de lo contrario, tendría que ser trasladada hasta el próximo año.

“Misterio este del Pan y del Vino. El Señor con nosotros, en nosotros, dentro de nosotros. Servicio. Aquel gesto que es condición para entrar en el Reino de los Cielos. Servir, sí, todos. Pero el Señor, en aquel intercambio de palabras que tuvo con Pedro, le hizo comprender que para entrar en el Reino de los Cielos debemos dejar que el Señor nos sirva. Que sea el siervo de Dios, siervo de nosotros”, indicó.

“Esto es difícil de comprender. Si yo no dejo que el Señor sea mi servidor, que el Señor me lave, que me haga crecer, que me perdone, no entraré en el Reino de los Cielos”, afirmó el Papa.

Además, recordó que Cristo “quiere permanecer con nosotros en la Eucaristía”. “Él mismo nos dice que si no comemos su Cuerpo y no bebemos su Sangre no entraremos en el Reino de los Cielos”.

En la celebración, que fue transmitida por los medios de comunicación, el Papa expresó su deseo de no dejar “esta Misa sin recordar a los sacerdotes. Los sacerdotes que ofrecen la vida por el Señor”, como las decenas de presbíteros que han muerto en Italia y otros países “atendiendo a los enfermos en los hospitales, también con los médicos, los enfermeros, las enfermeras. Son los santos de la puerta de al lado. Sacerdotes que sirviendo han dado la vida”.

También recordó a los sacerdotes que están lejos, los que sirven en las cárceles y los que están en los lugares de misión.

“Decía un obispo que lo primero que hacía cuando llegaba a estos lugares de misión era ir al cementerio, a las tumbas de los sacerdotes que han dejado la vida allí, jóvenes, por la peste del lugar. No estaban preparados, no tenían los anticuerpos para ello. Nadie sabe el nombre. Sacerdotes anónimos. Párrocos rurales que aquí son párrocos de cuatro, cinco…siete pueblos en la montaña, y van de uno a otro. Que conocen a la gente”, indicó.

También aseguró que lleva en su corazón, “y lo llevo ante el altar, a los sacerdotes calumniados”, que  “no pueden ir por la calle porque les insultan con referencias al drama que hemos vivido con el descubrimiento de sacerdotes que han hecho cosas malas. Algunos me decían que no podían salir de casa con el clergyman porque les insultaban. Y ellos continúan”.

“Hoy todos vosotros, hermanos sacerdotes, estáis conmigo en el altar. Vosotros consagrados. Sólo os digo una cosa: no seáis testarudos como Pedro. Dejaos lavar los pies. El Señor es vuestro siervo, Él está cerca de vosotros para daros la fuerza para lavar los pies”, aseguró.

“A veces te vienen las dudas…, mirad a Cristo. Ahí está el perdón de todos. Sed valientes, también en el arriesgar para perdonar, para consolar. Si no podéis dar un perdón sacramental en ese momento, dar el consuelo de un hermano que acompaña y que deja la puerta abierta para que regrese. Agradezco a Dios por la gracia del sacerdocio. Todos nosotros. Agradezco a Dios por vosotros, sacerdotes. Jesús os quiere bien. Sólo quiere que vosotros os dejéis lavar los pies”, expresó.

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Eucaristía, servicio, misión