CIUDAD DE MEXICO, 26 de abril (AFP).- El cadáver de Jaime Solano yace en un hospital de Nueva York, o al menos eso le han dicho a su familia, sin dinero para repatriarlo a México y en el desamparo porque no recibirá más sus remesas.
Junto con Solano, oriundo del violento estado de Guerrero (suroeste), unos 310 mexicanos han muerto por COVID-19 en Estados Unidos, la mayoría en Nueva York, adonde muchos emigraron indocumentados.
Su fallecimiento no solo corta un nexo vital con sus familias en México, sino que deja a algunos a merced de criminales.
“Estoy segura de que, tal vez porque vieron que él no era (migrante) legal, no le dieron los cuidados necesarios y por eso murió”, dice por teléfono a la AFP, conteniendo la rabia, Verónica Solano, hija de Jaime.
El hombre, que falleció el 18 de abril, era su único sustento; muchos de sus vecinos también dejaron de recibir los acostumbrados giros porque la pandemia mató o dejó sin trabajo a sus parientes.
“¡Le mandó un mensaje a mi mamá desde el hospital que decía: ‘aquí ni te cuidan, aquí me voy a morir’!”, rememora la joven de 24 años con voz quebrada.
Repartidor de comida, Jaime, quien tenía cinco hijos, emigró hace una década junto con su hermana, un sobrino y la esposa de éste. Todos contrajeron el virus y desde marzo no reciben ni un dólar.
“Decía que lo haría muy feliz vernos a todos con una carrera, pero ahora no sabemos qué va a pasar, me preocupa mi hermanito, tiene 11 años. Aquí hay muchos que prefieren el dinero fácil”, afirma Verónica.
En Estados Unidos viven 12 millones de personas nacidas en México y 26 millones de segunda o tercera generación.
“Panorama crítico”
Las remesas representan 3 % del PIB de México, donde 42 % de la población es pobre. En 2019, esos envíos sumaron 36,045 millones de dólares, de los cuales 1,737 millones llegaron a Guerrero, según cifras oficiales.
Un informe del Banco Mundial estima que las remesas a América Latina y el Caribe caerán este año 19,3 %.
Sin esos recursos y sin ayuda alimentaria “puede darse una hambruna” y una “espiral de muerte” en la región de Montaña, donde vive la familia de Jaime, advierte a la AFP Abel Barrera, fundador de la organización Tlachinollan.
Quienes “estaban enviando recursos ahora están enfrentando un peligro de muerte. El panorama es muy crítico”, asegura este reconocido activista de los derechos humanos.
En Montaña viven 450,000 personas. Muchas complementan las remesas con la siembra de maíz para autoconsumo o de amapola (base de la heroína). Algunos emigran al norte del país y unos pocos están prestando servicios como transporte.
“Ante el déficit, algunos se arriesgan a hacer actividades clandestinas en sus parcelas, sobre todo porque el precio (...) de la goma de opio ha comenzado a subir otra vez”, comenta Barrera.
Hace unos años, la marihuana y la amapola fueron desplazadas por el fentanilo –muy demandado en Estados Unidos–, un opioide hasta 100 veces más potente que la morfina y más fácil de producir y traficar.
“No podemos ayudarte”
En Guerrero operan una veintena de bandas narcotraficantes, como el poderoso Cartel Jalisco Nueva Generación, según autoridades.
Ante una disminución “sensible” del fentanilo procedente de China, se prevé que aumente la siembra de amapola, estima Renato Sales, extitular de la Comisión Nacional de Seguridad.
“La delincuencia no ha hecho cuarentena”, subraya.
México registró el pasado lunes su día más violento del año, con 114 asesinatos, pese al confinamiento por el coronavirus.
Aunque el gobierno asegura que apoyará la repatriación de los fallecidos por COVID-19, Petra Solano, hermana de Jaime, señala a la AFP desde Queens que la han dejado sola.
“Hablé al consulado el 19 de abril (...) y el joven que me atendió me dijo: ‘por lo de la pandemia están las oficinas cerradas y no podemos ayudarte’”, cuenta con voz tenue esta mujer de 47 años, que limpia casas y aún no supera la infección.
“¿Cómo, no me van a poder ayudar?”, dice Petra que suplicó, pero solo recibió una lista de funerarias que cobran 4,000 dólares por trasladar el cuerpo.
La AFP no obtuvo respuesta en el número de emergencia del consulado mexicano en Nueva York.