WASHINGTON, 16 de mayo (AFP).- Tráfico de insumos médicos, desarrollo del ciberdelito, asistencia social para fortalecer el control territorial: la COVID-19 se ha vuelto “una ventana de oportunidad” para el Crimen Organizado en Latinoamérica, afirmaron expertos en un foro convocado por la Organización de Estados Americanos.
Desde mediados de marzo, cuando el brote del nuevo coronavirus reportado en China a fines de 2019 fue declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud, los Estados se han centrado en atender la crisis sanitaria y económica.
Pero las medidas para evitar contagios, como los cierres de fronteras y el confinamiento de la población, han potenciado a las multinacionales del crimen lejos de disuadirlas.
“El crimen organizado ha encontrado más que un desafío una ventana de oportunidad para proyectarse”, dijo el viernes el director del Departamento de Delincuencia Organizada Transnacional de la OEA, Gastón Schulmeister.
La emergencia “ha revalidado” estos grupos, dijo, al advertir del “peligro de permeabilidad social, máxime en un escenario de crisis económica”.
“Alarmante” deslegitimación del Estado
La “tendencia más alarmante” es la capacidad de las organizaciones criminales trasnacionales (TOC, en inglés) para llenar los vacíos de un Estado ausente, reemplazándolo como “un actor legítimo y proveedor de servicios”, señaló Douglas Farah, presidente de la consultora estadounidense IBI Consultants.
En México, los carteles distribuyen comida y medicinas; en Honduras, las pandillas organizan campañas de desinfección de vehículos para proteger de la COVID-19 en los territorios que controlan, ejemplificó.
El impacto es “preocupante”: el Estado, con recursos limitados y desbordado por la atención de la emergencia, se debilita aún más, y los grupos criminales se empoderan.
“Claramente hay un cálculo político por parte de las TOC”, dijo Farah.
Y alertó de la “desestabilización a largo plazo” que esto supone para los gobiernos, incluso en áreas donde tradicionalmente no operaban las TOC, como el sur de Chile y Argentina.
Entre las TOC que se consolidarán con la COVID-19, Farah mencionó a la MS-13 y al PCC de Brasil, que según dijo atiende también demandas sociales en Paraguay.
“De víctimas a victimarias”
La pandemia también podría impulsar el papel de las mujeres en las TOC, dijo Carolina Sampó, investigadora en seguridad regional del Conicet, un organismo argentino para la promoción de la ciencia y la tecnología.
Aunque el poder en estos grupos sigue siendo muy masculino, en la última década ha empezado a verse un cambio en el papel de la mujer, por heredar el negocio de sus maridos o de sus padres, o por ingresar al ‘narcomenudeo’.
Cadenas de suministro alteradas
Las TOC también se vieron sacudidas por el shock de oferta y demanda que provocó la pandemia.
El narcotráfico sintió la paralización del transporte aéreo y la suspensión de la vida nocturna, pero según los expertos no hubo escasez ni se dispararon los precios en Estados Unidos y Europa.
Sampó dijo que se notó el cierre de China, origen del fentanilo y de las drogas sintéticas que proveen los carteles mexicanos al mercado norteamericano, así como de los precursores químicos que necesitan los productores sudamericanos. Pero Europa estaba “inundada” de cocaína antes de la pandemia, lo que les dio “cierta espalda” a las TOC, explicó.